Descubriendo la costa de Cantabria: San Vicente de la Barquera

Es San Vicente de la Barquera, una hermosa villa marinera, cuya historia está ligada, cuando menos, a dos grandes epopeyas trascendentales, como son la del mundo de las peregrinaciones y la espiritual devoción por la mítica figura de la Stella Maris o Estrella de los Mares, advocación de índole mariana, si bien más conocida como la Virgen del Carmen o, en este caso, como la Virgen de la Barquera.

Entre los diversos puertos del Cantábrico, que en los años posteriores al descubrimiento en el bosque de Llibredón –la actual Compostela- de los supuestos restos de Santiago el Mayor recibían la afluencia de peregrinos, que elegían el desembarco en el Norte y un camino mucho más duro que el tradicional pero más seguro frente a la constante amenaza musulmana, San Vicente de la Barquera era uno de los principales, junto con los puertos de Laredo, Santoña y Castro Urdiales.

Su espléndida situación, la apacible seguridad de su puerto y su proximidad a la frontera natural con la vecina Asturias –prácticamente situada en la confluencia de esos dos encantos naturales, conocidos como la Tina Menor y la Tina Mayor- hacían de ella un lugar idílico donde recalar, recuperarse de los efectos de las duras travesías marítimas de aquellos tiempos y tener la oportunidad de meditar la ruta a seguir.

Esto se debía, principalmente, a la proximidad de los Picos de Europa, donde se desarrollaba otro camino secundario, el Lebanensis, en cuyo monasterio de Santo Toribio de Liébana, el peregrino tenía la ocasión de venerar, y en algunos casos poder besar, uno de los mayores fragmentos existentes en el mundo de la Vera Cruz: la cruz en la que fue crucificado Jesucristo, encontrada, al parecer, en Jerusalén, por Santa Elena, la madre del emperador Constantino.

De la Liébana, el peregrino descendía los peligrosos caminos del desfiladero de la Hermida y la ruta del Cares, y desde Potes tenía la posibilidad de alcanzar, siguiendo los denominados Caminos Reales, otro de los más venerados santuarios marianos del Principado de Asturias: el de Covadonga, situado en una impresionante cueva del Monte Auseba, desde la que se supone que el rebelde Don Pelayo se hizo fuerte contra el invasor musulmán, dando origen a lo que la Historia conoce como la Reconquista.

Si bien San Vicente de la Barquera fue creciendo, como todas las ciudades, todavía conserva una buena e interesante parte de su constitución original medieval, que le da, ciertamente, un aspecto muy atractivo.

Esto se comprueba, sobre todo, al lado izquierdo de la ría, en el promontorio sobre el que asentaba originalmente y en el que destacan, como elementos principales, su primitiva fortaleza, así como la iglesia, de características góticas, que permanece bajo la advocación de Nuestra Señora de los Ángeles.

Junto a la iglesia, que todavía conserva en su entorno restos de las murallas detrás de las que se cobijaba, permanecen algunos lienzos en pie, de lo que en su día fuera un hospital, lo que viene a confirmar el carácter hospitalario y peregrino de la villa.

Junto a estas y ocupando unas antiguas dependencias, actualmente está habilitado un nuevo albergue de peregrinos, que acoge a lo largo del año, a los numerosos peregrinos atraídos por la belleza y la singularidad de este camino de la costa.

En las proximidades y pegado también a las ruinas del antiguo hospital, se localiza uno de los monumentos más antiguos de San Vicente de la Barquera: la Torre del Preboste.

Queda ésta situada, junto a una de las puertas medievales de acceso a la villa, no muy lejos del casco antiguo, donde el peregrino puede disfrutar de las bonanzas gastronómicas de las tabernas que se localizan entre sus estrechas callejuelas.

No obstante, es en la parte más cercana al puerto, donde peregrinos, turistas y visitantes encuentran la mayor y más variada cantidad de lugares de restauración, donde saborear la riqueza gastronómica de la comida del Norte de España.

Dada su privilegiada situación como puerto de mar, además de las excelentes carnes del interior, destacan los platos donde la estrella principal son los pescados, siendo realmente exquisita la merluza tradicionalmente preparada.

Notorias son, además, las jornadas gastronómicas del marisco, que suelen celebrarse, por lo general, durante el mes de octubre.

A la parte derecha de la ría, alejado de los barrios de nueva creación, incluidos hoteles como el que lleva por nombre también el de San Vicente, se localiza, solitario y mirando eternamente al mar, el Santuario de la Virgen de la Barquera, que si bien muy rehabilitado en la actualidad, debió de ser uno de los santuarios marianos más relevantes y eco de devociones peregrinas durante la Edad Media.

Como se ha dicho y dada su privilegiada situación, San Vicente de la Barquera es un lugar estratégicamente situado, especial para realizar diversas rutas: por un lado, los siempre fantásticos y emblemáticos Picos de Europa y por otro, siguiendo la autovía de la costa recalar, bien en Asturias o bien en las maravillosas costas del País Vasco y ciudades tan relevantes y dignas de visitarse y conocer, como Bilbao.

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