Es normal que las películas de amor sean un éxito y lleguen a nuestros corazones. Casi todos hemos pasado por distintas situaciones en el ámbito amoroso que nos harán sentir empatía con la mayoría de los protagonistas que hay en dichas películas, y si no es así, nos enseñarán como amar desde la perspectiva de un tercero. Cuando nos hablan de películas de amor lo más común es que nos lleguen a la mente películas dónde triunfa el amor por sobre todo y no dónde pasa lo contrario, dónde nuestro protagonista no logra quedarse con su pareja por más atento y bueno que fue a lo largo de la película. Es porque estamos acostumbrados a ver finales felices, pero hay que entender que la mayoría de los finales no son felices, o mejor dicho, la mayoría de las historias pasan por una etapa de tristeza y melancolía que necesita ser contada y desplazada para así llegar a otra etapa de la vida, que en el caso de las películas, no se ve, solo se sobre entiende. Tal es el caso de 500 days of Summer, dónde nuestro protagonista deja su despecho a un lado y conoce a una chica nueva al final de la película. La película no nos muestra ni nos da pistas de que podría pasar con la próxima chica, sino que solo nos deja entender que ya una etapa de la vida de nuestro protagonista terminó, y es hora de empezar una nueva.

Muchas de las películas de amor, tengan o no tengan un toque de ficción, son escritas a base de una historia real, tal cual una canción que le dedica un compositor a una persona especial, un guion sobre una película de amor también va dedicado a una persona especial o va enlazado a una anécdota de la vida del escritor. Un ejemplo de esto es que la reciente “Historia de un Matrimonio” está muy basada en el divorcio de su director. De hecho, para poder pagar el abogado de su divorcio, el director tuvo que escribir (pues se especializa más en la creación de guiones) el guion para Madagascar 3; fue tanta la deuda que tuvo que pagarle a su abogado, que en Historia de un Matrimonio se nos muestra muy evidentemente cómo los abogados no son algo fácil de costear.

Ahora no hablaremos de ninguna de las películas mencionadas anteriormente, sino de lo que es para mí la película de amor más real que he visto: Her. Para la gente que aún no haya visto Her, es una película de amor dónde nuestro protagonista se enamora de una inteligencia artificial. Sé que “la película de amor más real” y “el protagonista se enamora de una computadora” no tiene mucho sentido si las dos frases van juntas, pero es que el director toma esa premisa para contarnos lo que fue su relación hace años, volviéndola una analogía.
Spike Jonze era un director un poco mayor que estaba apenas saliendo de un divorcio cuando se enamoró de una cantante joven. La cantante le hizo recuperar sus días de “infancia”, pero cuando todo empieza a salir bien para la cantante y empieza a dar giras por el mundo, ellos tienen una relación a distancia y empiezan a tener problemas. De ahí a la película, la analogía es fácil: Sam, la inteligencia articial, es la cantante, que está aprendiendo a vivir una vida y que tiene inseguridades como cualquier otra persona, inseguridades cómo “¿qué pasará si no puede tocarme nunca?” o “¿y si consigue a alguien que sea bonita?”, “algún día va a querer tener intimidad”…, la típicas preguntas que se pueden hacer en una relación a distancia.

Incluso, hay una escena donde la ex esposa de nuestro protagonista se entera de que el protagonista está saliendo con una inteligencia artificial y lo recrimina por eso, diciéndole que no está preparado para una relación real, algo que de cierto modo le pasó a Spike cuando le dijo a su ex que estaba saliendo con una chica diez años menor que él.
Cuando conoces la historia de Spike Jonze, la historia se vuelve mucho más sentimental, pero incluso sin saber que es una analogía a una historia de la vida del director, Spike nos muestra de una forma hermosa lo que se siente estar enamorado, empezar a conocer a alguien, sentirse solo y deprimido y tener pensamientos recurrentes de el que fue el amor de tu vida. Te enseña a soltar y a querer, a que una persona te puede amar de forma distinta y que cuando crees haber sentido todo lo que puedes sentir en la vida, descubres que no es así, que puedes sentir más cosas, de una forma que nunca habrías pensado.

Hay veces en las que me gusta hablar del aspecto técnico de las películas, y con Her podría hablar de cómo el director usa los colores o los encuadres para hacernos sentir exactamente lo que él quiere que sintamos, cuando necesita que lo sintamos. También podría hablar muy a fondo de la actuación de Joaquin Phoenix, que le da credibilidad a la película de una forma que solo él podría hacer, pero es que Her es tan emocional que se te olvida que la película tiene producción y que tiene un guion. Es una película llena de melancolía que te abruma el corazón con emociones tan reales como las que podrías sentir tras cualquier ruptura, pero en conjunto a una gratitud por haber vivido todo lo que te ha pasado hasta ahora.