¡Rataaaaaa! ¡Mátala!, dale con el cepillo, cooooorre, se metió debajo de la cama, noooo por ese lado no, ¡mira, mira, mira! encima de la mesa, daaaaaleee, mata ese roedor asqueroso que se come todo lo que tiene a su paso ¡Si la dejas salir te doy a ti con la escoba!

¿Creen que estaba enojada?

Pues no, simplemente ese fue el inicio del gran desastre en mi hogar donde al fin y al cabo no supe cuál fue la peor rabieta. Una bendita rata acabó no solo con mi paciencia, también acabó con todos los adornos que envestían una hermosa sala. Jamás pensé que la fobia a este animal podía hacerme llegar a tal extremo. Lancé con furia todo lo que tenía en frente. Agarré cepillo, vasos, botellas, el mejor adorno de la mesa principal, un jarrón y no sé cuantas cosas más, lo más triste del caso fue, que entre tanto escándalo y el corre, corre de mi hijo sin saber qué hacer, destruí todo sin darme cuenta. Mi pobre hijo recibió correazos, zapatazos y botellazos, terminó con la boca rota, un ojo morado y una marca en el brazo como si lo hubiese picado un zancudo gigante.

¿La satisfacción? Risas luego de un buen desastre.

_{Gracias a @latino.romano por esta iniciativa. Escribir en cinco minutos es un ejercicio que estimula la creatividad y te ayuda a mejorar tu proceso de escritura. Valoro la propuesta porque me parece interesante el aporte al desarrllo de habilidades cognitivas. Si deseas unirte al reto no dejes participar.}