Casualidad encontrarte sumido en la trampa,
sobreviviendo a la ilusión de una sonrisa,
mientras las telarañas y las hiedras te la borran
y la convierten en febril insomnio de verano.

Las migajas de su dulzura y tu codicia
engordaron la ambición por su cuerpo,
tu mirada cedió ante sus ojos de azúcar morena
y su piel de blanca cocoa,
pero tú no eres Hansel,
porque él sí se escapó, se vengó,
revirtió el hechizo
y tú de mí dependes
para ser libre otra vez.

Polvo de una verdadera hada sí es medicina; sanas... Yo soy quien, en cercano acecho, te ha visto tropezar en tantos laberintos. He sido silenciosa intrusa de tus fallidas historias, la que en tus desvelos te arrulla cuando el insomnio se da por vencido y quien corta los hilos que te hacen prisionero de los recuerdos que suplicas borrar.

Te libero de este penúltimo desamor, te queda solo un deseo. Sé que no me puedes escuchar, ni tampoco ver, sin embargo, yo seré el primer brillo que veas cuando la oscuridad te haga quedar hipnotizado por una sicofante hada.