Oso azul e Iguana Enana / Historia de amor

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Oso Azul e Iguana Enana

La vez que Oso Azul conoció a... Iguana Enana, se enamoró profundamente de su peinado despeinado. Era domingo, Iguana Enana había ido al mercado a comprar hojitas verdecitas. Oso Azul, andaba por allí escribiendo poemas y admirado del color morado, cuando de pronto… ¡vio a Iguana Enana!, le echó aquella mirada y en el acto quedó con cara de impacto. Le preguntó que si podía acompañarla sin arañarla y ella, con extrañeza y sutileza, dijo:
─¡No! a mí no me gustan los osos azules, a mí me gustan los ojos azules.
─Entonces iré, rumbo al registro principal, a cambiar mi nombre de hombre, me llamaré, Ojo Azul, ¿qué te parece?
A Iguana Enana le pareció gracioso aquel oso y le dijo:
─Está bien, pero no te prometo, por el momento, amor ni nada ni una empanada.

Llegó Oso Azul hasta el registro principal y le pidió que le cambiaran su nombre de hombre.
─¿Y cómo quieres llamarte? dame los datos para anotarlos en tus zapatos.
─¡Ojo Azul!
─Muy bien, pero eso sí, a donde vayas, si no te bañas, tu mal olor corre al amor.

Se fue Oso Azul, que ya no se llamaba como sonaba, sino, Ojo Azul como él decía que se escribía, hasta el mercado, desesperado, con su cara de enamorado, a preguntar por una iguana que era una enana y muy morada. Nadie sabía lo que él pedía, porque allí cerca no había certeza de alguna iguana que fuera enana; triste se puso, no tenía uso su nuevo nombre si allí no estaba su enamorada. Partió hacia el bosque para olvidar su gran pesar.

Iguana Enana, al enterarse, buscó en el bosque a un oso gracioso, que como andaba enamorado no lo miraban por despistado. Caminó mucho y no lo encontró y hasta su casa se regresó. Por la mañana, ya sin lagaña, bien apurada fue hasta el registro para pedir que su nombre de Iguana Enana se lo cambiaran.

─A ver, a ver ¿y cómo quiere que la llamemos? deme los datos para apuntarlos en sus zapatos.
─Quiero llamarme… “Hoja Azul”, para ser novia de Ojo Azul.
─Nadie se llama de esa manera y si es por el oso que es muy gracioso, esta mañana vino de ganas y nuevamente cambió su nombre por el de, Iguano Enano Enamorado.
─¡Ah! ─dijo la Iguana, que ahora estaba enamorada ─yo quiero ser ¡Iguana Enana Enamorada!
─¡Muy bien!, te llamarás de esa manera, pero ya sabes, si no te peinas no creo que nunca llegues a reina.

Se fue la Iguana por el camino del mandarino porque allí estaba su enamorado y cuando se vieron, ¡cuándo se vieron…! no se besaron como pensaron, se prometieron amor eterno y no volvieron a molestar al registrador principal porque, feliz llevaban en los zapatos sus nuevos datos.

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Diseño de imagen de @elemarg25, realizado en PicsArt.



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