Habla de árbol (fotos y poesía)

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(Edited)


Los árboles tienen una presencia primordial insoslayable en nuestro planeta y en nuestro ser. De ellos está impregnada la vida desde la memoria más antigua, en el mito -ese ejercicio imaginario del origen-, hasta los momentos más contemporáneos, en nuestra mirada y palabra, sea a través de la pintura, la fotografía o la literatura.


Foto propia


Les ofrezco en esta ocasión varias fotos de mi autoría de un llamativo árbol añejo que está en un lugar central de mi ciudad, Cumaná, en Venezuela. Hasta donde he podido averiguar, se trata de un espécimen de la especie Ficus microcarpa, originaria de Asia, pero que ha llegado a Europa y América (del Norte, Central y del Sur), como "especie invasiva". No he podido saber cómo llegó a sr plantado en este lugar, en el jardín aledaño al Museo Gran Mariscal de Ayacucho, cerca de la acera peatonal y la vía de vehículos.

De este árbol me llama la atención su hermoso follaje, pero también su fuerte tallo, con dobleces y hendiduras, y sus penetrantes raíces.

Alterno las fotos con algunos poemas o fragmentos de ellos inspirados en los árboles, de diferentes autores de habla hispana. Incluyo un ejercicio poético propio al final.

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Fuente


Vamos hacia los árboles... El sueño
se hará en nosotros por virtud celeste.
Vamos hacia los árboles; la noche
nos será blanda, la tristeza leve.

Estrofa del poema "Paz" de la poeta argentina Alfonsina Storni, donde la voz poética, con espíritu calmo y retirado, imagina los árboles asociándolos a la noche y el sueño.


Foto propia


El gran poeta mexicano Octavio Paz, Premio Nobel de Literatura en 1990, tiene en su último libro, publicado en 1987, un lúcido poema titulado "Árbol adentro" (que da nombre al libro), que copio totalmente:

Creció en mi frente un árbol.
Creció hacia dentro.
Sus raíces son venas,
nervios sus ramas,
sus confusos follajes pensamientos.
Tus miradas lo encienden
y sus frutos de sombras
son naranjas de sangre,
son granadas de lumbre.
                              Amanece
en la noche del cuerpo.
Allá adentro, en mi frente,
el árbol habla.

                                       Acércate, ¿lo oyes?

Paz, haciendo uso del antiguo, noble y poético recurso de la analogía, construye este texto en el que árbol y hombre se corresponden. El poeta (o el ser humano en general), como hechura de la naturaleza, pareciera semejar en su interior la corporeidad arbórea, pues, como diría Rilke, al pensar el árbol este se hace en él.


Foto propia


El destacado poeta venezolano contemporáneo Eugenio Montejo tiene uno de los poemas más hermosos que he leído sobre los árboles, y su título es precisamente "Los árboles". Reproducimos su primera estrofa:

Hablan poco los árboles, se sabe.
Pasan la vida entera meditando
y moviendo sus ramas.
Basta mirarlos en otoño
cuando se juntan en los parques:
sólo conversan los más viejos,
los que reparten las nubes y los pájaros,
pero su voz se pierde entre las hojas
y muy poco nos llega, casi nada.

(Puede leer una versión completa en este enlace)
.

Humanizando a los árboles, la voz poética nos presenta a estos como seres pacientes, silenciosos, sabios, que armonizan a otros en su entorno y permanecen en su centro.


Foto propia


Tenemos igualmente ejemplo en la poesía del español Blas de Otero:

mecen los árboles el silencio verde,
las estrellas crepitan, yo las oigo.
Sólo el hombre está solo. Es que se sabe
vivo y mortal. Es que se siente huir
ese río del tiempo hacia la muerte.
Es que quiere quedar. Seguir siguiendo,
subir, a contramuerte, hasta lo eterno.

Del poema "Ángel fieramente humano", el hablante lírico nos confronta, ante la permanencia de los árboles y las estrellas, con nuestro carácter solitario y perecedero, aunque anima su "hambre de inmortalidad", como diría Unamuno.


Foto propia


Del poeta venezolano Antonio Trujillo, quien ha hecho su obra poética y manual (es carpintero) con especial dedicación a los árboles, les copio un breve poema:

Es fácil
decir árbol
otra cosa es
saber dónde nace
y tallar
este remordimiento

Poema que condensa la actitud frente al misterio de la existencia de las cosas, en este caso, esa maravilla que está contenida en el árbol, ante el cual el hombre puede ser solo una inquietud, una pesadumbre.


Foto propia


Para cerrar, quiero ofrecerles un minúsculo poema mío, al estilo haiku:


Tupida fronda
savia del cuerpo
raíz de la vida


Foto propia

Las fotos fueron tomadas con mi cámara Kodak EasyShare CD82.

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Me informa una amiga, @evagavilan, que publicara un post hace un tiempo sobre este árbol, que se trata de un ejemplar de la especie ficus religiosa, y que "está allí desde antes de que el viejo Consejo Municipal fuera construido en 1945, y se convirtiera en el actual Museo Ayacucho"; también que "fue traído por Gloria Peñalver, esposa del Dr. Luis Manuel Peñalver, quien fuera el fundador de la UDO y rector entre 1959-1970" (ver).

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