Pedaling - Pedaleando

When I was just a child of about 12 years of age, that was longer than I would like to confess, life in our country and I am totally sure that in many others too, it was very different. Crime, for example, has totally changed, and in addition to having more people who engage in this activity, they are also more violent and have practically no codes.

But back then, there was hardly any thought of criminals, and our little world was a friendly place where we could circulate without major dangers or special security considerations. At that time we used bicycles a lot and we went anywhere, even sometimes in excess.

One of the walks that I remember the most and that I did on several occasions was to cross the La Boca bridge as it is usually called colloquially although its real name is Nicolás Avellaneda.

It is a bridge that has respectable antiquity and that at that time transported a large number of vehicles between the province of Buenos Aires and the Federal Capital, precisely the watercourse seen in the photograph is called Riachuelo and is one of the limits, in this natural case, between both districts. The bridge is one of the ways to cross it.

Ahead, as can be seen from the photograph, is even older metal construction that houses a shuttle (now in disuse) that could cross people and some small vehicles between the two banks. Under the concrete bridge there are another one of those devices and I think it still works, although only as a tourist attraction.

Another thing that existed but ceased to provide service many years ago was a boat company that, similar to those that exist in Venice, for example, for a small sum of money, people crossed between both districts. I don't know if it stopped working for economic reasons or because the contamination made it a health risk. It is true that today the Riachuelo is much cleaner than it was until a few years ago, but nevertheless the boats have not been seen again.

We with bicycles generally opted to cross the concrete bridge, take an elevator to the highest point, and then cross a section exclusively for people, totally remote and on a lower level than cars, trucks and buses.

Once we crossed the limits of the Federal Capital by pedaling we approached the banks of the Río de la Plata and there following the coastal route we were encouraged to go to Quilmes, a party in the province of Buenos Aires that is almost 15 kilometers from the Riachuelo. We loved riding a bicycle and the prize for such a daring trip was to get to some fine golden sand beaches to bathe, go through some fifth of the many that existed at that time and even eat a grape bug, a sweet variety and easy to peel and eat although not particularly suitable for making wine.

There was no pollution and there were no criminals.

Nowadays everything has changed, the water on the riverbanks is polluted and it is not advisable to bathe, also crime is so great that it would be practically impossible to get to that distant place without having any setback, to call it a simple way.

Of course I would like to have a few years less than what I have, however I see that if there were a miracle to achieve this reduction, at this time I could no longer do certain things, there are freedoms that we have unfortunately lost.

Today there are technological advances of all kinds but to pedal on a bicycle you have to go to a plaza or a park or live in a closed neighborhood, with custody of the parents or some security service, in that regard we have regrettably regressed.

Cuando era apenas un niño de unos 12 años de edad, de eso hace más tiempo del que me gustaría confesar, la vida en nuestro país y estoy totalmente seguro que en muchos otros también, era muy distinta. La delincuencia por ejemplo ha cambiado totalmente y además de haber más personas que se dedican a esa actividad, también son más violentos y prácticamente no tienen códigos.

Pero en aquel entonces casi ni se pensaba en los delincuentes y nuestro pequeño mundo era un lugar amigable donde podíamos circular sin mayores peligros ni consideraciones especiales de seguridad. En aquella época usábamos mucho las bicicletas y andábamos por cualquier parte, incluso en ocasiones en exceso.

Uno de los paseos que más recuerdo y que realicé en varias oportunidades era cruzar el puente de La Boca como se lo suele llamar coloquialmente aunque su nombre real es Nicolás Avellaneda.

Es un puente que tiene una antigüedad respetable y que en ese entonces transportaba gran cantidad de vehículos entre la provincia de Buenos Aires y la Capital Federal, justamente el curso de agua que se observa en la fotografía se llama Riachuelo y es uno de los límites, en este caso natural, entre ambos distritos. El puente N. Avellaneda es una de las formas de atravesarlo.

Delante, como puede apreciarse en la fotografía, hay una construcción de metal aún más antigua que alberga un trasbordador (ahora en desuso) que podía cruzar gente y algunos vehículos pequeños entre ambas orillas. Debajo del puente de cemento hay otro de esos aparatos y creo que aun funciona aunque solo como un atractivo turístico.

Otra cosa que existía pero que dejó de brindar servicio hace muchos años era una compañía de boteros que a similitud de los que existen en Venecia, por ejemplo, por una pequeña suma de dinero cruzaban gente entre ambos distritos. No sé si dejó de funcionar por temas económicos o porque la contaminación lo convirtió en un riesgo para la salud. Es cierto que hoy el Riachuelo está bastante más limpio que hasta hace algunos años pero sin embargo los botes no se han vuelto a ver.

Nosotros con las bicicletas generalmente optábamos por cruzar por el puente de cemento, tomábamos un ascensor hasta la parte más alta y luego cruzábamos por una sección exclusiva para personas, totalmente alejados y en un nivel inferior al de los automóviles, camiones y micros.

Una vez traspasados los límites de la Capital Federal a fuerza de pedalear nos acercábamos a la vera del río de la Plata y por allí siguiendo la ruta de la costa nos animábamos a ir hasta Quilmes, un partido de la provincia de Buenos Aires que se encuentra a casi 15 kilómetros del Riachuelo. Nos encantaba andar en bicicleta y el premio por tan osado viaje era llegar a unas playas de arena dorada y fina para bañarnos, pasar por alguna quinta de las muchas que existían en aquel entonces y hasta comer uva chinche, una variedad dulce y fácil de pelar y comer aunque no particularmente apta para hacer vino.

No había polución y no había delincuentes.

Hoy en día todo ha cambiado, el agua de las costas del río está contaminada y no es aconsejable bañarse, además la delincuencia es tan grande que sería prácticamente imposible llegar a ese lejano lugar sin tener algún contratiempo, por llamarlo de una manera simple.

Por supuesto me gustaría tener unos cuantos años menos de los que tengo, sin embargo veo que si existiera el milagro de lograr esa quita, en esta época ya no podría volver a hacer ciertas cosas, hay libertades que lamentablemente hemos perdido.

Hoy hay avances tecnológicos de todo tipo pero para pedalear sobre una bicicleta hay que ir a una plaza o a un parque o vivir en un barrio cerrado, con custodia de los padres o de algún servicio de seguridad, en ese aspecto hemos retrocedido, lamentablemente.

Las fotografías son de mi propiedad
The photos are my property

Héctor Gugliermo
@hosgug