His best friends - Sus mejores amigos

Several of the oldest residents of the neighborhood know the story, from being told so much it has suffered variations due to the fact that the legends that are transmitted from mouth to mouth are mutating according to various factors: direct or indirect knowledge of the facts, the rapporteur's ease of words, the passion that he introduces to the event and the imagination to improve it or adapt it to his taste and preferences.

However, an incontrovertible fact that affirms the story that I bring here can be observed just by looking up as you pass by the corner where the house is located, two beautiful embalmed dogs: a beagle and a Dalmatian arranged on a kind of balcony or ledge of the terrace, I am not an expert in dog breeds but at least they seem to like that.

The story that best fits the various versions that circulate says that in that house lived a childless marriage many years ago, his great passion was dogs and they were constantly walking around the neighborhood walking with some canine specimen, always with a rope around the neck and muzzle to prevent any inconvenience.

But the misfortune knocked on the door of that house early and the wife became seriously ill, was hospitalized for a few months and finally died.

The widower never remarried nor was he ever seen with another woman, but if he continued to be very fond of dogs, he continued to walk regularly around the neighborhood accompanied by them, always silent and sad except when he spoke to his pets. And the years went by.

The last years of his life he spent with two beautiful exponents: the aforementioned Dalmatian and Beagle, the first always demonstrating great athletic conditions, was the only dog, they say, that this man released from the rope to run tirelessly, without, However, when he called him (his name was Pepe), the Dalmatian immediately came to his owner's side. The other, named Astro, faithful to the restless and destructive character of his race, was always at the master's side and the latter only complained about the broken furniture and cushions, but the dog always bought his forgiveness with his unconditional love.

The man died unexpectedly, some say from the heart, and the dogs were left in the care of a nephew, his sister's son, who had them while they lived. The aforementioned nephew and his family inherited the house, happy and sociable people, they were in charge of telling everyone who crossed his path that one of the conditions of the uncle's inheritance was that when the dogs died they were embalmed and placed in that protrusion of the house resembling a small balcony.

His last will was absolutely respected.

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Varios de los vecinos más antiguos del barrio conocen la historia, de tanto contarse ha ido sufriendo variaciones por eso de que las leyendas que se trasmiten de boca en boca van mutando de acuerdo a diversos factores: el conocimiento directo o indirecto de los hechos, la facilidad de palabras del relator, la pasión que el mismo le introduce al hecho y la imaginación para mejorarla o adaptarla a su gusto y preferencias.

Sin embargo un hecho incontrastable que afirma el cuento que aquí traigo se puede observar con solo levantar la vista al pasar por la esquina donde se encuentra la casa, dos bellos perros embalsamados: un beagle y un dálmata dispuestos en una especie de balcón o saliente de la terraza, no soy un experto en razas caninas pero al menos parecen eso.

La historia que más se ajusta a las diversas versiones que circulan dice que en esa casa vivió hace muchos años un matrimonio sin hijos, su gran pasión eran los perros y permanentemente andaban por el barrio paseando con algún espécimen canino, siempre con una cuerda alrededor del cuello y un bozal para prevenir cualquier inconveniente.

Pero la desgracia tocó la puerta de esa casa tempranamente y la esposa enfermó gravemente, estuvo unos meses internada y finalmente falleció.

El viudo no volvió jamás a casarse ni se lo vio nunca con otra mujer pero si continuó con su gran cariño por los perros, continuó paseando habitualmente por el barrio acompañado de ellos, siempre callado y triste salvo cuando le hablaba a sus mascotas. Y los años fueron pasando.

Los últimos años de su vida los pasó junto a dos bellos exponentes: los ya mencionados dálmata y beagle, el primero siempre demostrando grandes condiciones atléticas, fue el único perro, según dicen, que este señor soltaba de la cuerda para que corriera incansablemente, sin embargo cuando lo llamaba (su nombre era Pepe), el dálmata acudía inmediatamente al costado de su dueño. El otro, llamado Astro, fiel al carácter inquieto y destructor de su raza, estaba siempre al lado del amo y éste solo se quejaba por la rotura de muebles y almohadones, pero el perro siempre compraba su perdón con su cariño incondicional.

El hombre falleció de improviso, del corazón dicen algunos, y los perros quedaron al cuidado de un sobrino, hijo de su hermana, que los tuvo mientras vivieron. El citado sobrino y su familia heredaron la casa, gente alegre y sociable, se encargaron de contarle a todo el que se cruzaba por su camino que una de las condiciones de la herencia del tío fue que al morir los perros fueran embalsamados y puestos en esa saliente de la casa parecida a un pequeño balcón.

Su última voluntad fue absolutamente respetada.

Las fotografías son de mi propiedad
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Héctor Gugliermo
@hosgug