Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, 3 sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. 4 Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna. Santiago 1:2-4 Reina-Valera 1960 (RVR1960)

La fe es probada a través de las situaciones que generan dificultades, adversidades o aflicciones terribles que producen sufrimiento, angustia y dolor.

En cada una de esas circunstancias la fe pasa por un periodo fuerte de prueba en la cual el cristiano debe poner las anclas de sus esperanzas en la palabra de Dios.

No se trata de pasar por un momento difícil y culpar a otros de las consecuencias dolorosas que podamos vivir. Se trata de creerle a Dios, que aunque estemos en un tiempo difícil, podamos sentir el máximo gozo al creer que Dios está con nosotros en ese horno de fuego y que las llamas de ese problema no nos producirán daños.

No importa el tiempo de la prueba, lo que importa es mi paciencia en saber esperar que el resultado final, será la victoria que Dios me entrega sobre el problema.

Sadrac, Mesa y Adbenego, cuando fueron arrojados al horno de fuego, tuvieron la paciencia adecuada y esperaron en la mano poderosa de Dios para librarlos. El fuego no les produjo daño para nada, porque en medio de la prueba de su fe, confiaron en el poder de Dios para librarlos del horno de fuego.

La paciencia les ayudó a perfeccionarse más en su fe y crecer en su relación con Dios.

La paciencia es fruto del Espíritu Santo que se manifiesta en el creyente como una calma y positividad poderosa que lo lleva a confiar que Dios está en su vida y que el mal no le hará daño.

La paciencia es importante porque nos ayuda hacer la voluntad de Dios.