Real Madrid y Chelsea abrieron el telón de las semifinales de la UEFA Champions League. Un duelo inédito para blancos y azules en esta competición, un choque de figuras que quizá no pasan por la mejor actualidad en sus respectivos torneos locales; uno lucha por ser campeón de liga y el otro por mantenerse entre los primeros cuatro. Este fue un partido que probablemente, en cuanto a espectáculo, no cumplió con lo esperado por muchos para estas instancias pero fungió como el aperitivo ideal en la carrera por hacerse con la orejona.

'Abrebocas', sin dudas, es el término que mejor define lo que fue este cotejo: no se "sirvió" poco fútbol, pero tampoco demasiado; perfecto para dejar al fanático con apetito para las comidas –partidos– que siguen y, por sobre todo, para el plato principal, la gran final. Este vermú se sirvió con el himno de la Champions, que retumbó entre las vacías gradas del Estadio Alfredo Di Stéfano como precuela al evento que a continuación iniciaría.

La pelota rodó y, por treinta minutos, el campo fue exclusivamente blue. Los londinenses jugaron como quisieron, controlaron los tiempos del juego con y sin la esférica e hicieron de la banda izquierda del Madrid, que en teoría debía cubrir Marcelo, una autopista, un canal libre por el cual el estadounidense Christian Pulisic hizo mucho daño, tanto que, como no podía ser de otra forma, se escapó entre Varane y Nacho Fernández, controló el balón con pasmosa frialdad, sacó a pasear al arquero Courtois y marcó el primer gol a los catorce minutos de duelo.

Algo sí hay que reprocharle a este Chelsea de Thomas Tuchel, que se repite con frecuencia para sus dirigidos, esa constante de botar tres o cuatro ocasiones de gol antes de lograr anotar. Hoy pudieron haber hecho más, pudieron haberse ido con la llave o madrugar el compromiso mucho antes del tanto de Pulisic –Werner desperdició un mano a mano–, sin embargo no lo hicieron; esto, además de por lo mencionado, fue en gran medida gracias a un Thibaut Courtois magistral, como de costumbre.

_{Pulisic instantes antes de marcar el 1-0}

El Madrid también tuvo sus oportunidades, en concreto dos. La primera llegó al minuto veintidós con un disparo de zurda de Benzema, a un par de metros fuera del área, que impactó en el metal izquierdo de la portería. La segunda, de nuevo con Benzema como protagonista, fue el gol del empate que llegó desde un tiro de esquina sacado en corto a los pies de Modrić, seguido de la combinación brasileña: centro de Marcelo, Casemiro la elevó de cabeza, Éder Militão recabeceó el rebote y finalmente el francés controló con la frente y, como un Gato, sacó las garras para sellar la igualdad con un disparo de volea a quemarropa.

Así terminó el primer tiempo y, por desgracia, del complemento poco es rescatable. Si se le puede dar nombre a ese 'poco', definitivamente sería el de N'Golo Kanté. El francés se lució por sobre todos los demás, a excepción de Courtois a mi parecer, en una labor silenciosa como lo es luchar por quitar la posesión al contrario y además distribuir la esférica cuando la tiene en los pies para crear juego para con sus compañeros, que es su tarea principal.

Finalmente el equipo inglés no aprovechó sus chances, y si algo ha quedado claro en la UEFA Champions League es que al Real equipo español tienes que liquidarlo, de lo contrario él te liquidará; por algo es máximo campeón. En la Casa Blanca, aun jugando mal, y es que están jugando mal, logran, como se dice coloquialmente, sacar el pecho y ser, por lejos, los mejores competidores de este torneo. Ahora falta el partido de vuelta, es cierto que la llave no está definida, diría que el Chelsea tiene un cincuenta y tantos por ciento de posibilidades de avanzar; está de más decir que para el Real Madrid las probabilidades adversas poco valen si de llegar a una final se trata.

_{Benzema celebra la anotación que sentenció el 1-1}

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Juan Pavón Antúnez

 

_{Todas las imágenes mostradas en este post pertenecen a la UEFA Champions League y pueden encontrarse en cuenta oficial de twitter.}