La bicicleta siempre ha sido un vehículo muy usado por excelencia, desde que somos muy pequeños. De hecho, cuando somos muy chiquititos y nuestros padres pensaron en hacernos un regalo, casi siempre era considerando en su mente una bicicleta.

Bicicletas de regalo de navidad (era una fija) o por haber pasado excelente de grado, o sea, un sinfín de oportunidades y momentos donde fué obsequiado este objeto.

En mi niñez, está el recuerdo de una bicicleta, una que nos regaló mi padre una Navidad, era una bicicleta grande, usada, que papi le compró a un amigo. En aquellos tiempos no había tantos recursos económicos como para que fuera nueva y de paso, una para cada quien.

Mi hermano Fernando Augusto (@frondon) y yo, compartíamos aquella bicicleta que era nuestra alegría, son tan bonitos los sentimientos cuando eres tan solo un niño.

Cualquier regalo nos hace felices a un punto que, la hora de las tardes era la más esperada, pues se imponía que primero hiciéramos las tareas escolares, para poder disfrutar de la hora de juegos usando nuestra bicicleta.

Hasta allí todo iba bien, si, hasta la hora en que tocaba salir a jugar y nos peleábamos por decidir, quien usaría la bicicleta.

Eran momentos álgidos, de pelea severa, a tal punto que mi madre (quien era la más estricta), nos amenazaba con quitarnos definitivamente la bendita bicicleta y guardarla en el depósito, así, decía ella, se acabarían las peleas.

Fué de esta manera como decidimos ponernos de acuerdo y hacíamos turnos para usar la bici, como la llamábamos Fernando Augusto y yo. Un día él, un día yo, así fué como resolvimos el problema con la bicicleta, antes que mi madre la guardara definitivamente.

Teníamos corta edad, vivíamos en el estado Yaracuy. Fer tenía 11 años y yo 13, pero es que era tan delicioso andar en la bicicleta, que pelear por ver quien la usaba, era algo previsible y anunciado.

Esos días vienen a mi mente con mucha nostalgia, fueron días hermosos de la niñez, días que marcan nuestras vidas y luego al paso de los años, nos sacan una sonrisa.

Recuerdo que me caí aprendiendo a manejarla, más de un raspón en las rodillas tuve, aún y cuando al principio, tenía unas rueditas de esas para mantener el equilibrio, las que luego le quitamos porque ya estábamos grandecitos como para que nos vieran rodando con ellas.

Hoy día no manejo bicicleta desde hace algunos años, muchisimos para ser sincera. Quien tiene una en casa es mi hijo Gabriel, a él si le gusta andar en ella. Me parece que es una estupenda forma de hacer deporte y sentirte libre, recorrer espacios y admirar la naturaleza y el entorno.