El primer campeon de Boxeo

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Europa: crisol de civilizaciones, caminos diversos de culturas distantes que han ido fundiéndose en la policromía de sus tierras.

El ruido de la locomotora y el chirriar de raíles sobre ruedas metálicas se confunden entre los pueblos con el humo de las chimeneas.

Son los años postreros del siglo XVII, las convulsiones políticas y económicas han ido sacudiendo cada pliegue del continente.

Inglaterra no se ha escapado a estas tendencias.

A principios de 1600 se establecen en América.

A mediados de siglo Cronwell se posesiona del poder y decapita a Carlos I, se proclama entonces la República, se refuerzan las tendencias protestantes.

Nace Isaac Newton, mientras en el continente la pintura flamenca y holandesa están en su apogeo, es el siglo de Rembrandt, Rubens, Vermer, Jordaens….

En 1690 los ingleses fundan Calcuta en el continente asiático.

En 1695 muere el destacado músico Henry Purcell, creador de Dido and Aeneas, considerada la primera ópera inglesa.

Nace ese año en la aldea de Thame, Oxforshire, en el mes de febrero, en medio de una familia campesina de recursos limitados, el primogénito de posteriores siete hermanos, de Francisco y Elizabeth, James Figgs, considerado el primer campeón de boxeo.

El siglo XVIII se iniciará con la unión de Inglaterra y Escocia, el resurgimiento de algunos deportes y la aparición y aceptación de estos en el seno inglés.

El pugilismo, cuya rica historia viene desde la antigua Grecia, donde Onomastes de Esmirna, en el 688 ad se consagró como primer campeón olímpico, irá penetrando de manera progresiva con el correr de los años en los estratos más bajos de la sociedad y mientras el convulsionado mundo ingles va marchando, James va adquiriendo conocimientos entre el mundo muy popular de los bastones y estacas del Baton.

Joven, ordenado e inteligente, desde muy pequeño va dando tumbos entre espadas y dagas mientras contempla exhausto los combates que entre marineros o soldados se efectúan en los suburbios de la ciudad.

La guerra de sucesión española ha finalizado y Gibraltar pasado a engrosar las posesiones de Inglaterra.
Un decenio antes cuando apenas comenzaba, exactamente en 1704 nacería Jack Broughton.

Y mientras Figgs aprende el duro arte de la espada y multiplica sus triunfos en estos menesteres en ferias y exposiciones a lo largo de varios años, Broughton vaga por las calles trabajando afanosamente para ganarse el pan diario.

La inquietud del combate va llenando lentamente las venas del primero, llevado por sus consecutivas visitas a los lugares donde entre apuestas y gritos las peleas van ganando adeptos de todas las clases, y el gusano de la victoria acrecentando el comienzo de una nueva época en su vida.


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Es el pugilismo de entonces una lucha de bárbaros, donde no solo los puños desnudos pueden decidir un combate sino que halarse por los cabellos, darse zancadillas y golpear con las rodillas es permitido.

Diestro en los bastones y la espada y ágil de piernas, con un metro ochenta y tres centímetros de estatura y 84 kilos de peso y popular entre las ferias inglesas, James coloca todo su empeño en depurar y construir una técnica especifica que solvente las situaciones de los combates.

Entre oscuras tabernas, con olores de humo y alcohol a su alrededor Figgs pone sus nudillos y afán para que marineros y soldados, guapos de suburbios y hasta ladronzuelos de almacenes vayan sintiendo los rigores de una lucha estudiada y besando entre dientes rotos los sucios pisos de los lugares sombríos van quedando fuera de combate.

Entre enrojecidos ojos la multitud va adulando los favores de Figgs mientras este con los brazos en alto y la disposición en sus manos les va ayudando desinteresadamente.

Con el dinero reunido en sus peleas se muda a Greyhound Inn, situado en Cornmarket, Thame (un pequeño suburbio de Londres).

El conde de Peterborough, deslumbrado por sus habilidades, mostradas en la feria de Southwark, le ofrece al joven ser su patrón y este sin pensarlo mucho acepta la propuesta.

En una época en al cual los fanáticos ingleses en su mayoría van a volcar sus pasiones deportivas en las carreras pedestres, el cricket o la esgrima, el pugilismo a la callada va envolviendo, gracias al carisma, habilidad y contundencia de Figgs, a un grueso numero de fanáticos y seguidores que burlando la ley se reúnen alrededor de los contrincantes.

En solo un año este popular púgil derrota a 15 oponentes, que han osado probar fuerzas contra él, resultando sin dudas el conde el gran ganador al obtener jugosas ganancias con las apuestas.

Y cuando los oídos europeos se deleitan con la música barroca alemana de Haendel y Bach llega el año de 1719.

No solo Figgs ha ido derribando contrarios en sus luchas, también otros lo han ido haciendo aun sin poseer la técnica de este, Ned Sutton, conocido fabricante de tuberías de Gravesend, es el nombre de uno de ellos.

Fuerte, bárbaro y de instintos primarios y violentos, pasea su fama entre los curiosos que se reúnen entre rines de estacas o cuerdas, cuadrados o redondeles, materiales y formas de los primeros cuadriláteros.

Las influencias entre los gentlemans ingleses de Figgs va a interesar al primer ministro, quien oficializa en forma nominal un combate por la supremacía del pugilismo. El trabajo de este es seguido por varios periodistas y escritores quienes a la larga serán los que escribirán el comienzo de una historia olvidada.

James y Ned se encuentran frente a frente el mismo año en que Defoe publicaría su célebre Robinson Crusoe.
La lucha en ningún momento resulta como muchos pensaban desigual.

La técnica incipiente frente a la fuerza, no son desequilibrantes en una época dura, en la que no existen asaltos de descanso ni limite de tiempo para finalizar los combates y donde es permitido incluso golpear al contrincante caído.

El público ruge cual fiera mientras los golpes de ambos hacen blanco en sus humanidades.

Finalmente tras largas horas de refriega y de castigos despiadados a sus anatomías, Sutton cae vencido y es así como James Figgs entra a la historia del pugilismo como el primer campeón.

Apenas cumplía 24 años.



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3 comments
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Muchas gracias por traer ésta historia a nuestro feed..!

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Muy buena historia, ciertamente en aquellos tiempos se daban hasta con las tablas, y en la época de los puños desnudos el ultimo campeón fue Sullivan

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Eso es correcto y sería un alumno de Figgs quien inventaría los guantes.

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