La América Rusa

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La América Rusa

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América Rusa

Aunque muchas veces parece que Rusia y Estados Unidos estén en las antípodas, la verdad es que llegar de un país a otro es solo cosa de cruzar estos 3,8 kms los que separan estas dos islas en el Estrecho de Bering y que cuando llegan a congelarse, incluso se pueden hacer andando.

Pero hubo un tiempo en que incluso compartieron continente. Y es que lo que hoy se conoce como Alaska, fue el territorio conocido como la América Rusa, hasta 1867 el 30 de marzo de ese año, este hombre, William Seward, secretario de Estado americano, hacía realidad un propósito casi personal, por el que recibió todo tipo de burlas: comprarle Alaska a los rusos por algo más de 7 millones de dólares. Una ganga que algunos llamaron la ‘locura de Seward’, por tratarse de un territorio inhóspito y helado, pero que 50 años después, había hecho ganar a EEUU 100 veces más que la cifra de compra. Y que 150 años más tarde, ha permitido a los EEUU posicionarse en la disputa del Ártico donde el dominio ruso es casi hegemónico. Una doble victoria para uno de los negocios inmobiliarios más rentables, o menos, según se mire, de la historia.

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Estrecho de Bering

Los rusos llegaron a esta región de la mano de este marinero de origen danés, al que llamaban Ivan Ivanovich, cuyo nombre original era Vitus Jonassen Bering. Conocido porque su apellido pone nombre a este Estrecho, a este mar, a esta isla y a toda esta región. Corría el año 1741 cuando Bering consiguió poner pie, por primera vez en tierra norteamericana en la isla de Kayak. Aunque no fue hasta 1784 que los rusos establecieron su primer asentamiento permanente en Norteamérica. Y 15 años más tarde fundaron la ciudad que serviría como capital de la América rusa desde 1808 hasta 1867.

Rusia llegó a América del Norte por la misma razón por la que penetraron en Siberia, para encontrar nuevos animales y pieles con las que seguir suministrando a Europa. Pero en Alaska las condiciones para los comerciantes eran aún más difíciles que en Siberia, al frío y la humedad se unían, la escasez de comida y la excesiva lejanía de los centros de suministro, a lo que había que sumar la hostilidad general de unos nativos bien armados y por otro, la competencia en la zona de los británicos que incluso habían amenazado con conquistar la región durante la Guerra de Crimea.

Captura2.PNGNegociando el Territorio de alaska

Apenas 50 años tras asentarse en la región, el gobierno zarista dirigido por Alejandro II empezó a perder interés por Alaska. El juego geopolítico del Imperio andaba en la anexión de zonas continentales que permitieran mejorar los accesos al Océano Pacífico y Asia oriental. Así, el zar, empezó a evaluar la opción de desprenderse de ese gigantesco bloque de hielo y nieve y sacarle algún provecho.

El mayor interesado eran los británicos, pero el zar no quiso negociar con un enemigo reciente. Por lo que, Rusia recurrió al único comprador restante factible, Estados Unidos. Las relaciones ruso-americanas pasaban por un gran momento, por su común inquina a los británicos.

Ya a finales de los años 1850, los americanos sabían del interés ruso por vender Alaska. Pero ni los presidentes Buchanan antes, ni Abrahama Lincoln después, se lo plantearon ante el escenario guerra civilista que se avistaba en el horizonte. Pero, tras la victoria Unionista en 1865, el secretario de Estado, Seward, vio la oportunidad de seguir expandiendo los dominios estadounidenses y bloquear a los británicos en el norte.
Si bien, el acuerdo tardaría en llegar, sobre todo por las dudas de muchos senadores estadounidenses y gran parte de la prensa, que valoraban la compra como un deseo megalómano del secretario Seward. De hecho, la negociación con los rusos se conoció como la "locura de Seward" o “el jardín de osos polares del presidente Johnson". Y es que más allá de unas mínimas extracciones petrolíferas y mineras, los rusos no habían encontrado nada de mucho valor en la región helada.

Pero Seward se salió con la suya y el 18 de octubre de 1867, Estados Unidos tomaba control de la América Rusa a la que bautizaba como Alaska, basándose en el término esquimal, Y en menos de 50 años, Seward pasaría de loco a héroe. Se calcula que solo entre 1867 y 1917, los americanos ya habían ganado 100 veces la cantidad pagada a los rusos. Ya en la década de 1880, las fábricas de conservas se extendieron desde el sudeste de Alaska hacia el noroeste, y a principios de 1917 la industria produjo la mitad del salmón enlatado del mundo.

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Pero hubo más. La fiebre del oro desatada en la región sur de Alaska en 1896 se extendió en las décadas siguientes por otras partes de la región. Y a principios del siglo XX, los ferrocarriles comenzaron a conectar minas y puertos y la población llegó a doblarse. Hoy Alaska es una poderosa economía, que con poco más de 700.000 habitantes, produce un PIB de casi 50.000 millones de dólares al año y es el segundo mayor productor de crudo del país.

Y lo que es más importante hoy, es el territorio que permite convertir a EEUU en un país Ártico, ser miembro del Consejo que controla la región y jugar un papel protagonista en la zona en la que, sin Alaska, el dominio ruso sería casi absoluto. Así, no es de extrañar que el último lunes de marzo de cada año Alaska celebre el día de Seward, una fiesta oficial que conmemora la firma de este día. La firma que será clave en el futuro conflicto por el Ártico.

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