Estimados lectores, hoy les voy a compartir una breve reseña del que es mi libro favorito, aunque se dispute ese primer lugar con muchos otros. Sin embargo, son muchas las razones de índole personal por las que atesoro este libro; vivencias y recuerdos que giran en torno a él. Este libro fue un obsequio de navidad, de mi abate Faria.

El Conde de Montecristo es una novela escrita por Alejandro Dumas, publicada entre 1.844 y 1.846, cuya historia está ambientada a partir de 1.815 cuando atracó en las costas de Marsella el bergantín Faraón a bordo del cual viajaba el marinero Edmundo Dantés.

Dantés, según lo describe Dumas, era un joven vivaz y alegre de unos 19 años, responsable y apasionado por su trabajo, lo que le confirió la confianza y estima de su jefe, considerándolo como posible capitán de la ya mencionada embarcación. Pero era más que un empleado, era un buen hijo y un enamorado empedernido de su amada Mercedes.

Fue precisamente su éxito laboral y amoroso, lo que despertó en quiénes ostentaban su buena fortuna, uno de los 7 pecados capitales, la envidia, y presos de ella, confabularon un plan para condenarlo eternamente a las mazmorras del Castillo de If, lugar al que llevaban, entre otros, a aquellos acusados de alta traición. A Edmundo se le acusó de ser un colaborador de la causa bonapartista.

Se previene al señor Procurador del Rey, por un amigo del Trono y de la Religión, que el llamado Edmundo Dantés, segundo del bergantín Faraón, llegado hoy de Esmirna, después de tocar en Nápoles y Porto - Ferrajo, ha sido encargado por Murat de llevar una carta al usurpador; y, por éste, de entregar otra al comité bonapartista de Paris. Se tendrá la prueba por su delito, al detenerle, porque la carta está en su poder, o en casa de su padre, o en su camarote, a bordo del Faraón.

En su nada envidiable estadía en aquel tétrico lugar, conoció a un hombre rico en cultura y conocimiento, otro condenado de la época, el abate Faria. Este hombre iluminó el destino de Edmundo de tanta oscuridad, le sembró la esperanza de la libertad, y con la inteligencia de un hombre sabio, hizo que Edmundo descifrara la razón y los culpables de su encarcelamiento, lo que despertó en él una sed insaciable de venganza.

Este sentimiento alimentó su deseo de superación, el cual supo nutrir con todas las enseñanzas y el conocimiento recibido del abate, consiguiendo así su primera libertad, la de la ignorancia. Pasó a ser Dantés un hombre culto y bien formado.

Aprender no es saber; hay eruditos y hay sabios, la memoria hace los primeros, y la filosofía los segundos. «abate Faria»

Ávido de libertad para ejecutar su venganza, acompañó el plan de fuga ideado por su mentor, el cual lamentablemente este último no pudo ejecutar, pues la muerte tenía su propio plan. Paradójicamente, fue la muerte del abate, la vía de escape de Dantés, y el acontecimiento que le permitió fugarse del impenetrable Castillo de If.

Pero la mayor muestra de gratitud del abate Faria a Dantés por secundarlo en su aventura y gozar de su compañía y amistad, fue compartir el secreto de un tesoro guardado en la isla de Montecristo, cuyas coordenadas estaban cifradas en un trozo de papel quemado, que rezaba:

...declaro a mi sobrino Guido Espada mi legatario universal, que he enterrado en un sitio que él conoce por haberlo visitado conmigo, es decir, en las grutas de la pequeña isla de Montecristo, todo lo que poseo en lingotes, monedas de oro, pedrería, diamante y alhajas; que sólo yo conozco la existencia de este tesoro, que puede calcularse en dos millones de escudos romanos y que él lo encontrará levantando la vigésima roca, a partir de la minúscula caleta del Este en línea recta. Dos aberturas han sido practicadas en estas grutas: el tesoro está en el ángulo más distante de la segunda...

Este tesoro representaba para Dantés la posibilidad de hacer pagar a todos quienes le traicionaron y le condenaron al destierro. Así que tras una escapada triunfal del Castillo de If, se enroló a la tripulación de un barco desde la cual ideó lo necesario para ir por el tesoro.

Con el tesoro de Espada en su poder, Dantés se convierte en El Conde de Montecristo y regresa implacable a cobrar venganza a todos los que conspiraron en su contra dañando lo que era un porvenir honroso y feliz para Edmundo, catorce años atrás.

Y ahora, adiós bondad, humanidad, reconocimiento...
¡Adiós todos los sentimientos que ensanchaban el corazón...!
Me he sustituido a la Providencia para recompensar a los buenos...
¡Que el Dios vengador me ceda su puesto para castigar a los malos!

El Conde de Montecristo es un libro donde convergen sentimientos de amor y odio, de bondad y venganza, de admiración y envidia, de lealtad y traición. Una lectura fascinante, que aunque larga, te mantiene enganchado a su historia en todo momento deseando saber más y más.