Adultos ebrios celebrando Halloween, qué más puedo pedir para olvidar las tragedias recientes de las chicas secuestradas y mutiladas vivas, esas noticias me tienen los pelos de punta. La fiesta es casa de un vecino, me viene bien para relajarme y divertirme además el vecino nuevo es un bombón. Después de un trago me siento muy mareada con la visión borrosa, la fiesta se tornó extraña; observo muchas máscaras terroríficas que no había visto antes, todo da vueltas y pierdo el conocimiento. Abro los ojos, todo está borroso, no me puedo mover, estoy atada en una silla, las cuerdas me cortan la circulación, casi no puedo respirar, trato de gritar, no puedo, miro alrededor, hay sangre, cuerpos cortados en pedazos, aun sigo mareada, quiero vomitar, alguien se acerca, lleva máscara de payaso, mi voz solo alcanza a susurrar “ayuda por favor”. El payaso sonríe, pone un espejo frente a mi, no me reconozco, no tengo piernas, ni brazos, mi pecho está abierto a la mitad, logro sentir el calor de mi sangre brotar. El payaso se quita la máscara, es el vecino bombón, me da un beso en los labios y dejo de respirar.