Concurso de cuentos infantiles en homenaje al escritor venezolano Aquiles Nazoa // La gata de Josefina

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¡Hola, amigos!

Presento este cuento infantil como mi participación en el Concurso de cuentos infantiles en homenaje al escritor venezolano Aquiles Nazoa organizado por @es-literatos con el patrocinio de y conocido promotor de #Hive @theycallmedan.

Espero lo disfruten.



La gata de Josefina

En la casa de Josefina había una familia de ratones, que cada vez se hacía más grande. Tantos que se paseaban por la casa a todo momento. Cada vez que Josefina veía uno gritaba, y sus gritos podían escucharse en toda la cuadra. Su vecina, Doña María, le aconsejó que se comprara un gato, es que los gatos cazan ratones. La mañana siguiente, Josefina salió corriendo a la tienda a comprar un gato.

En la tienda había muchos gatos, de todo tipo y forma, pequeños y grandes. Pero Josefina no sabía cuál elegir, así que pensó que el gato tenía que dar miedo a primera vista, un gato que le erizara los pelos. Comenzó a observar detenidamente a cada gato. Se fijaba en su pelaje y su color, en su forma de caminar, en sus ojos. Iba viendo uno por uno, pero ninguno parecía tener lo que buscaba. Cuando estaba a punto de rendirse, por fin encontró uno, estaba escondido. Bueno, escondida, porque era una gata. Josefina se le acercó y la gata se despertó, abrió sus ojos lentamente, y estando frente a frente, a Josefina se le puso la piel de gallina. Sintió una corriente, un susto, corriendo por todo su cuerpo. Y gritó: ¡Este es el gato que quiero!

Mientras tanto, en la casa, los ratones estaban angustiado esperando la llegado de Josefina con la gata.

  • ¿Ahora, a dónde iremos? – se decían unos a otros – Nos estamos quedando sin casa.
  • Tranquilos, familia. – dijo papá ratón – No hay nada de qué preocuparse, ya he enfrentado a otros gatos y no son de temer. No iremos a ningún lado.

Josefina llegó con la gata. Era una gata de abundante pelaje de color negro, desde la nariz hasta el último pelo de su cola. Tenía unos ojos azules, profundos como el mar, que te causaban un escalofrío en todo el cuerpo. Caminaba con tanta delicadeza que era imposible detectar sus pasos. Los ratoncitos al verla comenzaron a temblar del miedo y su preocupación se hacía más grande.

  • ¡Papá, papá! Mejor vayámonos antes de que suceda algo malo.
  • ¡Tranquilos! Les voy a demostrar que no hay que tenerle miedo.

Tan pronto llegaron a casa, Josefina la comenzó a mimar y consentir. Le compró una alfombra para dormir tan suave como una nube. Le daba la mejor comida de gato que había en la tienda. La gata estaba tan contenta y cómoda que pasaba todo el día durmiendo. Papá ratón era muy astuto, y viendo a la gata dormir, fue tomando la comida de la cocina muy disimuladamente.

Pasó el tiempo y los ratones se sintieron en confianza, porque la gata no los cazaba. Fue por eso que, poco a poco, volvieron los gritos de Josefina al vecindario. Pero esta vez se escuchaban sus peleas con la gata. Un día, cansada de los ratones y molestas porque la gata no los cazaba, peleó con Doña María. Intentó acabar con los ratones fumigando la casa. Pero los ratones astutos, solo se escondieron por unas semanas en la casa de Doña María. Luego colocó veneno, pero tampoco funcionó.

Al cabo de un año, Josefina, se molestó tanto que tomó sus cosas y se fue. La única cosa que dejó fue la gata. Se la dejó a Doña María. Los ratones, viendo que se quedaban sin comida, decidieron hacer lo mismo que Josefina, solo que ellos se mudaron a la casa de Doña María. Era tanta la confianza de papá ratón que creía que podía dormir al lado de la gata. Solo que su confianza no le dejó ver que Doña María se le olvidaba alimentar a la gata. Así fue como una noche papá ratón no volvió a casa, y la familia ratón se vio obligada a mudarse.


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2 comments
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Hola.
Genial, me encanta.
Me encantó esa gata.
Saludos y suerte.

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