La siguiente historia
está inspirada en hechos que sí sucedieron.
Mucho de lo que leerás a continuación ocurrió...
He aquí mi participación en el Concurso de microcuentos policiales: Los crímenes en la calle Morgue, en honor a Edgard Allan Poe que promueve la comunidad de @es-literatos con el patrocinio de @talentclub y @jaynie
Escuincle
Ninguno quiso hacer el retrato. No amonesté a los periodistas que tenía a mi cargo, yo tomaría la foto del confeso asesino.
Dos razones me impulsaban: el morbo del caso y que el adolescente capturado se llamaba como yo, Miguel.

Tomé la cámara y lo hallé en el pasillo de la comandancia. Era un escuincle, delgado, cabello liso, ojos café, con mi misma estatura. El parecido iba más allá del nombre. Él era una versión joven de mí. Su edad coincidía con los años que tendría mi hijo: 16.
Conversé con el comisionado Chalboud, quien estaba a cargo del caso. Necesitaba que la nota de prensa saliera pronto a la luz pública.
—La noticia no puede darse, Licenciado Miguel. Tenemos un problema. A pesar que el joven confesó siete asesinatos y está vinculado a otros seis, no existen denuncias en su contra y la aprehensión que realizamos fue ilegal. Estamos convenciendo a la madre que dé testimonio, ella está acá. El Miguelito asesinó a sus hermanos. Ella tiene miedo. —quedé atónito con lo narrado por el jefe policial.

Los ultimas dos muertes con las que guarda relación es la de dos niñas a las que golpeó con un bate. Dicen que arrastró sus cuerpos por la calle de una comunidad en Venezuela y que fue dejando una estela de sangre, gritos de pavor y venganza. Ningún testigo declaró al respecto ante los entes de seguridad.

No dejo de pensar que podría ser el hijo recién nacido que hace 16 años nos quitaron a mi esposa y a mí, en un hospital de esta misma ciudad...
El caso estaba resuelto. Teníamos su registro y ADN. Pero Chalbaud me expresó que El Miguelito quedaría libre, bajo vigilancia.
La buena voluntad no bastó porque no fueron correctos los procedimientos. Simple burocracia y en este particular, era política.

El implicado miró a la cámara. Simultáneamente, su madre salía de la comisaría llorando y con destino incierto.
—Hicimos lo que pudimos, Licenciado. —sentí el quiebre de la voz del comisionado.
—Espero que la clínica esclarezca, al menos, un caso. —respondí.
Ojalá no sea él...

Las fotos usadas en este post las descargué en Pexels
Foto 1 | David Duky en Pexels
Foto 2 | NEOSiAM 2020 en Pexels
Foto 3 | Cottonbro en Pexels
Foto 4 | Martin Lopez en Pexels
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