Confesiones sobre el oficio de escribir (I)

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En Venezuela el 29 de noviembre se celebra el Día Nacional del Escritor, para lo cual se tomó como fecha el nacimiento de Andrés Bello (1871), uno de los más relevantes intelectuales venezolanos de tiempos de la llamada Independencia. También lo es en Chile, por la misma figura, pues Bello vivió y murió en ese país, al que dio grandes aportes. En otros países será otra fecha, así como a nivel internacional es casi una costumbre asociarlo a la celebración del Día del Idioma y el Libro, el 23 de abril, por los natalicios de Cervantes y Shakespeare.

Así que, aprovechando esta ocasión, he decidido desempolvar unas notas escritas a propósito de un panel en el que participé para hablar del oficio del escritor, realizado en la Universidad de Oriente (Cumaná, Sucre, Venezuela) hace varios años, y compartir con ustedes, apreciados lectores, esas resumidas reflexiones.


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Fuente

Lo que a continuación presento más que certezas, son dudas, más desasosiego que tranquilidad. Son mis preguntas, mis dilemas, mis vacíos.

*En un juego con la palabra oficio me viene quizás una disensión, si la asociamos con empleo o función establecida ("oficial"). De allí que me gustaría pensarla más bien, si pudiera rearmarla, desde su primera y última sílaba: o-cio. Pues es para mí la escritura (creativa o reflexiva) un ejercicio del ocio entendido como el abandono de toda obligación impuesta, tiempo / espacio en el que nos dedicamos a nosotros mismos, en la libertad (ardua) del espíritu.

Ver la palabra en su significación emparentada a lo religioso: oración diaria, acto de celebración de lo sagrado, que en mi caso, siguiendo al poeta Rafael Cadenas, es la vida.

*El escritor universal Jorge Luis Borges confesaba sentirse lector más que escritor. Confesión con la que siempre me he sentido identificado desde que la conocí; lejos de falsa modestia, me considero antes que nada un lector, y luego viene mi condición (deseo, pretensión) de ser escritor.

Honrando a Borges, sintetizaría que la escritura podría concebirse como el acto (o mejor, proceso) de un lector que escribe.

Efectivamente, hemos sido, somos y seguiremos siendo lectores de la amplia y rica cultura literaria, filosófica, etc., y no concibo un escritor contemporáneo que no sea un empedernido lector (por ejemplo, eso de alguien que se presente como "poeta" y no haya leído o lea poesía, no puede ser; uno de los más rebeldes poetas de la modernidad, Arthur Rimbaud, fue un lector apasionado).

Pero, además, somos lectores del mundo (como han dicho relevantes pensadores), es decir, de la naturaleza, de la experiencia propia y ajena, de la sociedad…

De modo que mi escribir lo entiendo como el contradictorio, frágil, proceso en el que –a veces conscientemente, otras no tanto– intento conjugar en las palabras (afables o duras) mi decir como lector.

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"La silla de Gaugin" (1888), de Vincent Van Gogh Fuente


*Un modestísimo escritor argentino (que descubrí al leer al poeta Roberto Juarroz), a quien aprecio silenciosamente, Antonio Porchia, en uno de sus aforismos dice algo que me pasma siempre:

Cuando digo lo que digo es porque me ha vencido lo que digo.

Sin convertirlo en dogma, es una paradójica afirmación a la que he tratado de estar siempre atento (lamentablemente, se presentan circunstancias que la violentan, y cuando reescribo estas notas –Venezuela, nov. 2020– lo siento con enorme inconformidad). Creo que tal vez muchos necesiten reparar en ella.

Hablar desde la inseguridad, desde la esencialidad, sin pretensiones… lo que aprendí de uno de mis maestros, Rafael Cadenas.

*En lo más personal, siento que me está vedado el largo aliento, la profusión, lo encantatorio (como diría Borges), lo cual no implica desconocer o desvalorar lo producido con esos rasgos (uno de mis poemas preferidos es el extenso La tierra baldía de T. S. Eliot, por ejemplo).

No es la elocuencia ni la facilidad de palabra lo que más me caracteriza, ni en la expresión corriente ni en la "poética".

Me acerco, o busco acercarme, a la sobriedad, la austeridad, el despojamiento.., por eso mi afinidad con el haiku, con cierto Machado, Ungaretti, Juarroz, Guillevic, Cadenas, entre otros.

Intento descubrir la naturalidad, la personalidad de un ritmo, de un tono, de un decir.

La poesía se presenta ante mí como un obrar (una obra) del pensar.


Para no abrumar con lo personal, prefiero retomar estas reflexiones en una segunda entrega. Gracias por su lectura.


CELFmagazine
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Interesante post, @josemalavem, la escritura podría concebirse como el acto (o mejor, proceso) de un lector que escribe , el proceso de un lector que busca expresar y expresarse en las palabras que conjugadas por otros fluyen y le subyugan pero que tal vez al ser combinadas por sí mismo le son esquivas y se resisten. Estaré atenta a leer el siguiente. Gracias por compartir.

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Interesante manera de exponer tus pensamientos, pero sobretodo hablar un poco de otras expresiones de personas importantes, unas que forjaron tu manera de ver el mundo.

Como escritores debemos atraer la inspiración a nuestras vidas, es por ello, que siempre tenemos que estar en la búsqueda de nuevas ideas: leyendo, cantando, experimentando.

¡Feliz día!

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