Así obtuvo la tortuga su caparazón / Cuento infantil

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Así obtuvo la tortuga su caparazón

      Se escaparon para ir en su búsqueda. Cada uno llevaba su idea de dónde encontrarlo. La Lora repetía que estaba en el cielo. La Pollita creía que podía estar dentro de una piedra. El Perro, que había que ir a donde la gente se reunía los domingos. El Búho pensaba que estaba dentro de su corazón, pero como era un bebé, igual que el resto de los animales, se escapó con ellos. La Tortuga no solo era lenta para moverse, también para estar segura de dónde podía estar Dios; a quien todos habían salido a buscar.

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De los cinco, quien no había evolucionado hasta su forma actual, tal vez por su lentitud, era la Tortuga; para entonces parecía un cerebro con patas; imagínense que en este momento a una tortuga le quitan por un momento el caparazón, ¡ahí está!, ¡un cerebro con patas!, quizá por eso era lenta, porque se lastimaba con el ramaje, con la brisa y hasta con la forma en que los demás la miraban. Pero jamás se detuvo, la tarea que se habían impuesto exigía fe, algo que ninguno, debido a su edad, comprendía muy bien.

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      Ya habían atravesado la montaña, que no estaba lejos, pero que era mucho considerando que no estaban acostumbrado a salir. La Lora no dejaba de mirar para el cielo, por eso fue la primera que vio venir el aguacero y la primera en huir. La Pollita, que daba dos pasos y tres picotazos buscando alguna nueva piedra, sumó los picotazos a los pasos y con cinco se escondió debajo de un tronco. El Perro, que sabía de antemano lo que había que hacer porque lo había aprendido con los que paseaba los domingos, no se angustió e hizo lo que tenía que hacer. El Búho no tuvo problemas en imitar lo que hicieron todos. La Tortuga no se escondió. Tomó un montón de hojas secas e intentó detener el agua que se enfilaba hacia su humanidad.

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      Pasó el chaparrón y se enfriaron las ganas de dar con Dios; la Lora, la Pollita y el Búho, sacudieron sus plumas, pero como estaban enchumbadas se resfriaron y no quisieron esperar a Tortuga. El Perro tampoco la esperó, se sacudió la cola y con la última movida corrió a casa.

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      La Tortuga era la única que no estaba mojada ni lo estaría nunca más por ningún aguacero; lo que antes parecía un cerebro con patas, era, ahora, unas patas con una casa encima, porque las hojas se le habían adherido como un techo, y hasta con las líneas de las tejas. Ahora podía regresar sin que nada la lastimara; dio la vuelta, suspiró hondamente y caminó decidida a mover la montaña.


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Las fuentes fueron tomadas de Pixabay y trabajadas en Power Point tortuga pollito perro lora búho



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Un cuento grácil y profundo, a la vez, al modo de fábula de animales, dirigido al público infantil, pero que también lograría lectores entre los adultos. El origen fantástico del caparazón de la tortuga está muy bien ideado. Saludos, @jesuspsoto.

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Gracias por leer y comentar la historia de mi tortuga

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Muy ingenioso y proyectando la visión y sentir ifnantiles. Gráficas muy alusivas.

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