El naufragio del Irasema (Parte II)

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Buenas, comunidad de literatos. En esta ocasión les traigo la continuación de "El Naufragio del Irasema". Espero que sea de su agrado y disfruten mucho leyéndola.

En el siguiente enlace pueden leer la primera parte si aún no lo han hecho: https://peakd.com/hive-179291/@gaboamc2393/el-naufragio-del-irasema-parte-i



Parte II

El mar se los tragó

Estaba sentado en mi habitación, iluminando mi escritorio con una pequeña lámpara de aceite. Me parecía tan absurdo que se hubiese escrito un documento con semejante historia, con acontecimientos tan descabellados y propios de una horrible pesadilla. Veía todos estos papeles sobre mi escritorio y me negaba a seguir leyéndolos, pero debía hacerlo para entender lo que había pasado y asegurarme de que todo coincidiese con lo que obtendría del interrogatorio.

Fruncir el ceño era lo menos que podía hacer ante tanta credulidad. Podía entender que aceptasen ese tipo de historias por el asunto de los dos cadáveres y la supuesta criatura que los despedazó; no obstante, eran acontecimientos distintos que no guardaban ninguna relación. De hecho, si existía alguna relación era a causa de nuestro amigo, al cual interrogué. Era el único testigo de ambos sucesos y es su palabra era lo único en lo que podía confiar…

Al día siguiente, fui a hacer averiguaciones en las oficinas del muelle. Era algo muy común, casi un problema, que en estos barcos hubiese todo tipo de hombres a bordo; desde simples pescadores, hasta criminales huyendo de la guillotina. Mi intención con estas averiguaciones, era la de encontrar los registros del Irasema o algún documento en donde estuviesen los nombres de los que abordaron ese día. Mi leal acompañante me ayudó en la búsqueda, pero no encontró nada relacionado con el navío.

—Quédate aquí y sigue buscando —le dije. Debía ir a interrogar al sobreviviente…

Más tarde ese día, tras más o menos media hora de camino, la carreta se detuvo en la plantación de aquel joven. No me sorprendió verlo de pie frente a su casa, alegre y sonriente, como si me estuviese esperando.

—Buen día —dije, estrechando su mano.

Era evidente que el joven había recibido una buena educación, pues sus modales eran impecables; sin embargo, había algo en él que no me inspiraba confianza, sino todo lo contrario. Por eso llevé conmigo el mismo informe que redactaron en las oficinas del muelle, para corroborar cada palabra de nuestro amigo. Mi joven aprendiz no estaba conmigo para tomar notas, pero yo gozaba de la compañía de una pluma y un tintero, para tomar notas de las discrepancias entre el informe y el interrogatorio. Debo advertir que no tuve que usar dicha pluma, todo coincidió. La exactitud de la palabra del joven era aterradoramente exacta y cada detalle era igual al del informe. Sin duda gozaba de una memoria privilegiada, una que yo no tenía, por algo acostumbraba a tomar notas…

Esa misma noche, sentado en mi escritorio, escribía mis últimas notas para el caso. No había nada más que investigar. No había ningún documento en las oficinas del muelle, el interrogatorio coincidió con el informe de los oficiales y solo tenía un testigo en dos acontecimientos aparentemente relacionados. Yo me negaba a creer que existiese tal criatura, pero habría que dar crédito a la palabra del joven sobreviviente.

Esa noche, por curiosidad, mi esposa llegó a mi estudio y preguntó sobre el naufragio del Irasema. El caso se había dado a conocer por todo el pueblo y las personas sentían mucho miedo e intriga por el naufragio y la misteriosa criatura. No quise ocultárselo, así que le invité a sentarse a mi lado para leerle, cual resumen, lo dicho por el propio sobreviviente.

«Mayo, 1714.

Desde hace varios días me había planteado viajar a mi tierra natal, pero ningún barco había atracado. Finalmente llegó uno, el Irasema, un oloroso barco de mala reputación. El objetivo de mi viaje era el de regresar a mi legítimo hogar con todo lo recaudado por mi padre. No tenía ningún interés en pasar más tiempo en estas tierras repletas de plagas, campesinos, animales y todo tipo de enfermedades. No sé por qué mi padre eligió este lugar para invertir su dinero, pero estoy seguro que se habría planteado otro destino de haber sabido que aquí encontraría la muerte.

Hoy conocí a un par de comerciantes de tabaco y caña de azúcar. Me preguntaron por mi plantación, pero no contesté nada. Sabía que estaban interesados en comprarla, pero yo no vendería la última cosa que compró mi padre. Prefería mantenerla allí, sin ningún tipo de cultivo, a que fuese propiedad de cualquier otro que no fuese de mi familia.

Me limité a no conversar con nadie más durante los días que estuve en el barco. Todos hablaban solo de dinero, caña de azúcar, algodón, tabaco y ron; todos apestaban y los modales no eran algo presente en la tripulación; todos me veían con desprecio y estoy seguro de que sabían que yo los veía de la misma manera.

Encontré consuelo en el despejado cielo nocturno. La luna, vista desde el barco, era uno de los mejores espectáculos que había presenciado jamás. Me encantaba verla, en cualquiera de sus fases. Era lamentable que ninguno de los tripulantes compartiese mi amor por la plateada lumbrera, pues todos dormían cual borrachos pasados de tragos, acostados en su propio vómito, restos de pescado y aceite de ballena. El interior del barco era un ambiente simplemente inhabitable para mí, prefería pasar el día y la noche en cubierta, donde el aire fresco disipaba los olores.

Una noche, mientras vigilaba horizonte, divisé, a lo lejos, algo terroríficamente familiar. Me apresuré a despertar al capitán y a sus oficiales, pero ninguno me hizo caso. El capitán me llamó loco y uno de los oficiales intentó apuñalarme por despertarlo sin ninguna muestra de respeto. Para no meterme en más problemas, me olvidé de la tripulación y corrí a la cubierta del barco. Fijé mi vista en aquello tan familiar, esa horripilante figura redonda flotando sobre la superficie del mar. Gracias a la escasa luz de luna, pude ver la textura de su piel, similar a la de un suelo seco y agrietado, con multitud de conchas y algas colgando de cada grieta de su grisácea piel, si es que acaso era su piel. Entre el silencio escuché algo similar a una profunda y áspera respiración, que hacía vibrar levemente la madera del barco y causaba cierto zumbido en mis oídos.

El pánico estaba invadiendo mi cuerpo mientras mi vista se mantenía fija en la criatura. Debía escapar, pero estaba atrapado entre aquel escenario que había adelante y el inmenso mar que había detrás. Si me quedaba, sin duda sufriría el mismo destino que aquellos dos pescadores que vi en el muelle, pero si escapaba en un pequeño bote, moriría de sed o de hambre. Debía actuar rápido, así que hice algo que nunca en mi vida había hecho, robar.

Lancé al agua un pequeño bote, el cual sujeté al barco con una cuerda. Con mucho esfuerzo, cargué bolsas de galletas, carne seca, nueces, almendras, caña, ron, agua y un par de armas cargadas. Me sorprendió mucho que ningún tripulante se despertase mientras hacía tanto ruido, pero di gracias al cielo por tal grado de ebriedad, pues pude escapar del barco y remar tan rápido como pude. También tomé el mapa y la brújula del capitán, el no necesitaría estas cosas.

Así pues, volteé por última vez al Irasema, mientras largos y tenebrosos tentáculos comenzaban a asomarse por el borde de la silueta a contra luz de la enorme embarcación. Los gritos comenzaron y los disparos también. No pude seguir mirando, así que mantuve mi vista fija hacia adelante, remando tanto como pude, alejándome cada vez más del crujir de la madera y los alaridos de terror de aquellos hombres. Si tan solo me hubiesen escuchado…»

Noté que mi esposa estaba tan aterrada como yo. Sentí que mi piel se erizó por un instante, con la sola idea de que tal criatura de verdad existiese en estas aguas. Ella me miró por un momento y entonces me tomó de la mano, me dio un beso y se fue a dormir. Ninguno de los dos durmió bien esa noche, incluso escuché algunos sollozos por parte de mi mujer durante distintos momentos de la madrugada, supongo que nunca había oído de algo similar a esta criatura. Yo, por mi parte, solo imaginaba lo último que puso haber cruzado por la mente de aquellos pobres hombres, de los cuales no quedó ningún rastro. Muchos en el pueblo dicen que el mar se los tragó, pero según este informe, no fue precisamente el mar quien lo hizo.

Mañana iré con los oficiales del muelle, debo presentar el informe de mi investigación…


Esta ha sido la segunda parte de esta interesante historia. Me gustaría compartir con ustedes esta animación, en donde muestro el paso a paso de la imagen principal.

¿Que les pareció? Si les ha gustado la historia y la animación, los invito a dejar sus opiniones en los comentarios. Atentos a la 3era y última parte. Sin más que agregar, me despido entonces...

¡Hasta la próxima!




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Guaoooo @gaboamc2393 que fascinante historia, me encanta tu narrativa y como te envuelve en la historia. Esperare con ansias la tercera parte. Te felicito. Abrazos

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!discovery 30

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Hey al final la leiste! jejeje que bueno gracias por el apoyo!

Saludos cordiales!

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¡Te pasas, Gabo! Qué intriga! Ese investigador va a terminar rezándole al gran Cthulhu, jajaja. Oye y me encantaron las ilutraciones también, super lindo el uso de las tonalidades, tienes talento para lo macabro. Espero con ansias la tercera parte.

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Y la esposa del investigador donde la dejas? quedó traumada jajaja.

Nuevamente, me alegra que te haya gustado y gracias por la valoración de la ilustracion! Me ha dado por hacer los dibujos de esta historia y sí han gustado, algo que me alegra bastante.

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