El extraño caso del hombre en el saco | Relato

La policía científica llegó a la escena, asombrados por un horrendo crimen que jamás se había visto en el tranquilo pueblo donde vivo.

En pleno centro de la ciudad junto a un basurero hallaron, dentro de un viejo saco de cocuiza, los restos ensangrentados de un hombre adulto deforme. Había sido mutilado desde la cintura, y solo estaba el torso con la cabeza y el brazo derecho, cuya mano no presentaba huellas dactilares definidas.

Cuando pasé junto a la escena del crimen y vi la marca del café impresa en el viejo sacó, recordé inmediatamente a Nardo, un viejo loco que deambulaba por las calles llevando a cuestas un saco idéntico al que se encontraba allí, y que jamás bajaba de su espalda, incluso mientras dormía en su catre en la taquilla del cajero automático de un banco que se había declarado en bancarrota. Siempre estaba hablando solo, imitando voces como ventrílocuo, para darse respuesta a las fuertes discusiones que tenía consigo mismo, llegando al punto de golpearse y autolacerarse.

Al parecer, el loco Nardo estaba involucrado de alguna manera con el crimen, pues su cuerpo fue hallado varias cuadras más abajo y también había sido mutilado; su espalda estaba desgarrada y le faltaba el brazo derecho que nunca fue hallado, al igual que el resto del cuerpo del primer anciano.

Dos asesinatos en un mismo día, y la policía no sabía cómo explicar el caso; así que, tratándose de un loco callejero sin familia y un desconocido, el caso fue cerrado tildándolo de cangrejo, sin causar ningún impacto en la sociedad; y sólo quedó un pequeño resumen en la última página del periódico local que decía:

“Este lunes fue hallado sin vida el cuerpo de Leonardo Revilla de 68 años de edad, mejor conocido como el loco Nardo, quien toda su vida vagó por las calles convirtiéndose en un ícono de la ciudad. Asimismo, las autoridades encontraron los restos de un anciano dentro de un saco, cuya identidad es desconocida. Hasta los momentos no se han reportado desapariciones de algunos de los ciudadanos de este tranquilo pueblo donde todos nos conocemos”.

Para matar mi mórbida curiosidad, me puse a buscar el apellido Revilla en los antiguos archivos del hospital local donde trabajo, y encontré la historia clínica de Leonarda Bastidas de Revilla, que en 1953 tuvo un parto de gemelos heterópagos, dando por nombre al gemelo autósito Leonardo Revilla.