Señales / relato

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─Ssshhh, silencio ─cuchicheó la voz en mi oído, provocándome un frío horripilante en todo el cuerpo.
Un tono rojizo, se apoderó del anillo de plata que llevo en el pulgar, parecía chamuscar el dedo, pero no conseguía, ni convenía quitármelo. ¿Una señal?...

Oí risitas que provenían del pasillo, alguien se aproximaba silbando y arrastrando algo pesado, me oculté debajo de la cama "padre nuestro que estás en el cielo" imploré bajito para que no me percibiera.
Cerré los ojos y súbitamente la puerta se abrió, pero no había nada. Era mi oportunidad, debía correr y retirarme de esa casa cuanto antes.
Entonces, atravesé la puerta agrietada y, una vez fuera de lugar, emprendí la huida hasta perderme entre las calles solitarias del suburbio. Mi cuerpo se sacudía tanto que quizá sería difícil saber si lo inducía el frío o el miedo.
Desconocía la hora, yo continuaba corriendo sin saber a dónde ir, crucé la esquina y me dirigí al parque que pretendían inaugurar en unas semanas, allí había materiales de construcción regados por todo el terreno y algunas máquinas impedían una buena visión de lo que estaba más adelante. Estúpidamente tropecé, estrellando mi cara contra un muro de arena, (capa vegetal) y la boca me sabía a sangre, incluso sentí húmedo el labio superior. Rápidamente, me levanté y dejé escapar un chillido, froté mis rodillas y las manos, sentía la cara gigante, pero no había tiempo para lloriquear, tenía que seguir andando, escapar de lo que me asechaba.

Frenéticamente segundos más tarde, las nubes que disimulaban la media luna se distanciaron y dejaron que yo observará una ensanchada silueta, me detuve por el sobresalto distinguiendo aquello tan insólito, anhelaba hallar una salida para aquella zozobra que se formaba en mi pecho. Luego, obligada por el miedo caminé con sigilo por detrás de unos árboles y hallé una estructura pequeña, parecía una oficina, tenía una puerta de madera, y logré entrar en medio de la oscuridad destrozada por algunos rayos de luz. Nuevamente me oculté, esta vez dentro de un armario, me acomodé de tal forma que conseguí encajar en el pequeño espacio y deslice la tabla que presumía ser la puerta. Estaba tan asustada que batallaba por controlar mi cuerpo, este provocaba un movimiento que hacía rechinar la madera.
— ¡Ssshhh! ¡Contrólate! ¡Descubrirán tu madriguera! —exclamó la misma voz en mi cabeza.
Repentinamente, alguien siseo y sus pasos lentos advierten que me han rastreado perfectamente, ¡estoy perdida! Pensé.

Dentro de la oscuridad interior del armario, yo observaba espantada a través de las rendijas una sombra que permanecía en la entrada, era imposible que fuese humana porque de su cuello parecían salir dos cabezas que se estiraban más con el paso de los segundos, además, las cabezas se movían como si danzaran buscando a su presa. Reparé en la mano izquierda de la silueta, y en ella mantenía algo, un bulto ancho al que no le hallé explicación, contuve la respiración y los ojos bien abiertos, pero no alcancé distinguir la auténtica cara o aspecto siniestro de esa criatura.

Cuando comenzaba a perder la fe, vi que la sombra se apartaba de la entrada sentí alivio por unos instantes, concebí que Dios no me había desamparado. Entonces deslicé sigilosamente la madera para salir y ¡zas! Su rostro desagradable se colocó delante del mío, y desperté de esa pesadilla.


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3 comments
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Me encantó el final. 😏 Es un buen relato. 🌹

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