Un día, el Sol comenzó a sentirse muy solo. Pensó: "Llevo milenios aquí en el mismo lugar, todo lo que está a mi alrededor se asusta con mi presencia y no tengo amigos. Ya no quiero estar aquí, quiero emprender un viaje por las galaxias y encontrar el sitio en donde pueda tener amigos". Debido a la nostalgia que lo embargaba, su radiaciones eran muy fuertes, tan intensas que podían llevarlo a la muerte.

La Luna se enteró de la tristeza del Sol, así que le dijo: "Amigo, cuéntame qué te pasa". Las palabras de la luna se tardaban en llegar a oídos del sol, por la distancia que los separaba. En vista de esto; la luna escribió una carta y se la hizo llegar con una estrella fugaz que viajaba a la velocidad de la luz. Al recibir el mensaje de la luna, el sol respondió: "Me siento solo, por lo menos a ti te acompañan las estrellas en la noche, a veces tú y yo coincidimos en el empíreo. Pero de resto, estoy solo. Deseo ser un meteorito para emigrar a Andrómeda y así desplazarme entre tantos cuerpos celestiales sin hacerles daño".

La luna veía como la depresión del sol aumentaba. Así que ideó un plan para ayudarlo; reunió a las estrellas y les dijo que necesitaba un telescopio para obsequiárselo al sol. La osa mayor afirmó: "Yo estoy cerca de un telescopio que los humanos colocaron en órbita a la tierra. Voy a tomarlo, lo enviaré con Hally, que va a pasar dentro de poco". Así que le hicieron llegar al sol el telescopio, junto a una nota que decía: "Mira con cuidado la vegetación, los animales y sobre todo a los humanos. Observa todos los que están contigo mientras te desplazas con tu majestuosidad durante el día. Ellos son tu compañía".

Cuando el sol miró a través del telescopio se quedó sorprendido, al ver que muchos lo acompañaban en su apogeo y entendió que podemos tener amigos aún en la distancia. Esto lo alegró y su tristeza se quemó.

Dos imágenes fueron elaboradas en PowerPoint a partir de las siguientes imágenes 1, 2, 3, 4 y 5