La oración es la cúspide de un ángulo sobre el cual reposa el aprendizaje de la verdad, porque establece el contacto directo del hombre con Dios. De vez en cuando, conviene revisar los principios que hacen que las oraciones sean poderosas.
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Ora a diario
En la oración, la destreza ejecuta la perfección. El orar diariamente como una práctica, igual que en las demás actividades humanas, produce una habilidad en aumento para orar con éxito.
Ora de forma natural
Las oraciones perderían poder en la misma medida en que se conviertan en palabras complejas. Jesús indicó que se hiciese con la sencillez de un chiquillo.
Ora suavemente
En la oración, el esfuerzo descalabra la intención, sin presiones con la suavidad del alma.
Ora con certeza
Tener la seguridad de que la Oración será respondida.
Da las gracias
Dar gracias por el bien que se espera como efecto ya concedido es en realidad otra indicación de la fe en Dios y en la oración.
El jefe del Laboratorio de Neuropsicofisiología del Instituto de Investigación y Desarrollo Psiconeurológico Bekhterev de San Petersburgo, ha desarrollado un trabajo científico que coloca a la oración en algo menos etéreo. El profesor Slezin hizo algo que resulta dificultoso creer: medir el poder de la oración.
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El manifiesto del estudio realizado plantea lo siguiente: La oración no sólo sistematiza todos los procesos del organismo humano, sino que además subsana la estructura de la conciencia afectada.
Explorando los electroencefalogramas de varios religiosos al momento de orar, se logró captar un fenómeno sorprendente, la desconexión completa del córtex cerebral. Es en la corteza cerebral donde suceden la percepción, la imaginación, el pensamiento, el juicio y la decisión. A medida que la persona crece, y a pesar de tener esta condición acentuada cuando se es bebé, ya que es la que le proporciona al niño todas esas sensaciones cuando está cerca de la madre, tal sensación, desaparece con el crecimiento, la actividad cerebral progresa y este ritmo de las bio-corrientes cerebrales se pauta ocasionalmente; simplemente en las horas de sueño profundo o al orar, como ha expuesto el científico citado.
Slezin ha llamado tal estado inédito “leve vigía, al orar” y ha explicado que tiene una importancia vital para el ser. Es conocido que las enfermedades son inducidas también por entornos graves y acontecimientos que quedan grabados en la mente. Al orar, las inquietudes quedan en un plano secundario inclusive se desvanecen totalmente. De esta forma se hace posible la recuperación psíquica, moral y física.
No importa si se ora en la soledad de una habitación o en la multitud de una adoración colectiva: lo notable es que, en el fuero interno, se eleve el nivel de pensamiento y conciencia para forjar una oración que se encuentre en armonía con esa realidad trascendental que sólo puede ser revelada por el Poder Superior en el momento santo del tiempo presente. A orar más.
