Jano dos caras, Enero también.

Jano es el dios de las puertas, no sólo en el concepto físico, sino además en el trascendente. Es el Dios de los cambios, los movimientos y las evoluciones, por ello a él se dedican las puertas y umbrales. Simboliza el sobrevenir de la vida, la marcha y por eso tiene dos caras, representando el dilema de lo que está por venir. Una de sus caras seria lo positivo, el fallo acertado y la otra el error, la elección incorrecta. Cada uno de estos semblantes tomaba su propio apelativo: Jano Patulsio (patulsius), era usado para clamar la cara del dios que se situaba al frente de la puerta por quien quería pasarla. Como añadidura, la cara que se le enfrenta a ésta del otro lado de la puerta, es llamada como Jano Clusivio (clusivius). Como dios de los iniciaciones y transformaciones, a él le fue ofrecido el primer mes del año, de cuyo nombre recibió su denominación: Ianuarius > Janeiro > Janero > Enero.

Enero separa las puertas de un diferente año y con ello el arribo de otro ciclo en las vidas de los pobladores de la tierra. No obstante, el calendario por el cual en la actualidad se rige el orbe ha ido cambiando in extenso de la historia hasta especificarse en el Calendario Gregoriano, extendido hoy día en casi todo el mundo. En medio de esta oscilación de antojos de cambios de calendarios de un lado para el otro por parte de presididos europeos y de pontífices religiosos, ha subsistido el mes de enero, que no siempre fue el inaugural del año. Ya que en el viejo almanaque romano era el undécimo mes.

En la Roma antigua, el año iniciaba el 1ero de marzo, porque en ese día se concebían las elecciones de las altas figuras del gobierno. De manera que marzo, que estaba ofrendado al dios Marte, el dios de la guerra, inventó que le dieran ese nombre, por lo cual era el primer mes del año. Acorde con ese orden, septiembre venía a ser el séptimo mes del año; octubre, el octavo; noviembre, el noveno; y diciembre el décimo. Las convenientes palabras que se emplean para nombrarlos indican ese precepto.

Sucedió, que en el año 152 antes de la era cristiana, por inspiraciones políticas además de las conflagraciones de expansión del imperio, los romanos celebraron las elecciones el 1ero de enero y se transportó el principio del año para este día. Esto trajo un cambio en el orden de los meses, mas no así en sus nombres. De ahí que en la nueva era no concuerde el orden de esos meses con los nombres que llevan.