Mirian sujetaba la mano de Egaeus con fuerza. Sus ojos estaban empañados en lágrimas. Los recuerdos la despojaron de la serenidad de esa noche y en un chasquido comenzó avivar todo lo que la acongojaba. Un demonio de ojos de fuego se instaló en su mente. Apartó la mirada empañada por el dolor y el miedo. Su suplicio fue compartido luego por Egaeus, quien la miró con ojos impetuosos otorgándole un poco de su valentía.

      —Por favor, si aún no estas lista, no quiero que te tortures más solo para cumplir tu promesa. —Dijo Egaeus intentando acercarse a Mirian para susurrarle.

      —¡No! ¡Está bien! —Respondió Mirian—Quiero hacerlo, además, ya es hora de que estos recuerdos no sean reprimidos nuevamente. Debo soltarlos, dejar que se espabilen y se disipen, sería lo mejor.

      La dama se colocó en una posición erguida. Se secó las lágrimas y apretó la mano de Egaeus nuevamente. Él, al ver su postura, la miró con atención, y estaba tan hermosa y fuerte que ni diez océanos podrían ser capaces de evitar su cometido.

      —Sabes que mi familia, «Los Valdomare», —emprendió su verdad la dama—, era considerada una de las estirpes más importantes de Valencia. Nuestros parientes siempre estaban dentro de la corte real incluso llegaron a obtener en varias ocasiones el trono. De hecho, el rey es mi pariente, es mi primo lejano, pero eso creo que ya lo sabes.

      »Dentro de la nobleza hay mucha rivalidad. Los linajes más altos buscan cualquier manera para mantenerse así; poderosos e inalcanzables, aplastando así a los linajes más bajos y nacientes. Manteniéndolos como vasallos dentro de su propio entorno, y éstos, sino obedecen, son destruidos súbitamente. No puedo decir que mi familia no haya hecho tales cosas abominables, porque estaría mintiendo, pero sí puedo decir que han realizado cosas muy buenas durante el «oscurantismo» que azotó a Valencia.

      »Nos habíamos convertido en el tronco principal, de hecho, durante dicha época nefasta, han surgido de nosotros varias ramas que nos han ayudado bastante durante la reconstrucción de la ciudad. Sin embargo, no pasó mucho para que el coraje y la envidia hicieran su villanía con nosotros, tratando de arrastrarnos a la más abisal extinción.

      Mirian se acomodó en su asiento. Respiró hondo ya que las memorias siguientes eran muy hirientes. Egaeus intentaba detener su relato pero ella se resistió, y luego se puso firme para continuar.

      —Yo tenía un hermano; «Arturo», éramos mellizos, los niños más problemáticos que pudieras ver. Él, tenía la valerosidad y el respeto de todos los nobles de la corte real. Era un gran orador y un habilidoso guerrero con las armas a distancia, como el arco, la ballesta y las cuchillas arrojadizas. Un joven inteligente y osado pero avaricioso, nuestro padre siempre le inculcó que el trono siempre sería para él y que no debía permitir que otra persona se lo arrebatase. Esas palabras se arraigaron en su mente y personalidad, convirtiéndolo en un ser siniestro.

      »Un día, cuando las cosas en la nobleza comenzaban a verse grises, ya que el anterior rey estaba gravemente enfermo, mi hermano fue postulado como uno de los candidatos principales para desposar a la hija sucesora del rey, quien había enviudado hace poco. Esa era la única oportunidad que Arturo tenía para obtener el trono, sin embargo, sus rivales no serían nada fáciles de vencer.

      —Conozco esa parte de la historia. —Interrumpió Egaeus—De hecho, es una de las anécdotas más relatadas en Valencia. Se dice que poco a poco los candidatos al trono fueron muriendo, quedando solo Arturo y Mikael de los Medina.

      —Así es, pero ninguno de los dos se quedó con el trono, ¿quieres saber por qué? —Mirian observó fijamente a Egaeus y su personalidad comenzó a volverse fría y errática como si se hubiese transformado en un helada tempestad.

      —Mikael de los Medina—Prosiguió Mirian—, también era un habilidoso guerrero, por lo tanto, los enfrentaron a los dos en una contienda para decidir quién desposaría a la viuda. Pero ese mismo día, durante la batalla, ambos murieron, quedando Apolo, mi primo y el actual rey, como único candidato cercano para desposar a la princesa. Después de eso, lo peor estuvo por venir: La tragedia que casi hizo desaparecer a toda mi familia.

      Mirian se apretó el pecho, atajando su dolor con todas las fuerzas de su alma. El recuerdo más oscuro y tortuoso como una lacerante pesadilla, se instaló como una deidad en la olvidada penumbra de su tristeza haciéndole brotar lágrimas a su anfitriona. Lastimándola a lo sumo.

      —Las demás familias nobles buscaron venganza en contra de nosotros, puesto que creían que estábamos confabulados con la muerte de sus parientes que habían sido postulados. Fui la última en enterarme de que fue mi hermano, quien había asesinado uno por uno a sus rivales, utilizando un veneno sigiloso que solo hace efecto al respirarlo.

      »Vi a mi madre ahorcada frente a mis ojos en la plaza principal de Valencia, frente a la Gran Fortaleza Real. Es un día que jamás olvidaré. Los demás nobles casi arremetieron contra mi primo, el cual no hizo nada para evitar la tragedia. Y para salvar su pellejo, se puso de parte de los asesinos lavándose las manos. Luego me arrastró a mí para salvarme, pero lo único que hizo fue arrojarme a un infierno en vida, ya que no puedo soportar la verdad de que fue Arturo, mi propia sangre, el culpable de que casi toda nuestra familia esté muerta.

      Antes de que los llantos y los alaridos se apoderaran de su voz, Egaeus se levantó y tomó las dos manos de Mirian. La miró a los ojos fijamente mientras ella estaba sorprendida por el ímpetu que aún le quedaba al caballero. Egaeus no se aguantó más y con dulces palabras ansiosas le dijo a la dama su verdad.

      —¿Sabes por qué te pregunté esto que quería saber con tanta ansiedad? Porque… ¡Te amo! ¡Estoy enamorado de ti, Mirian! Siempre lo estuve desde la primera vez que te vi en el pasillo real hacia salón, portando tu vestido plateado. Quizás tú no me viste, pero yo si pude detallarte a la perfección. Y desde entonces, has sido mi musa para la batalla, para convertirme en un mejor caballero y por fin obtener tu mano.

      »Pero el destino nos coloca obstáculos que nosotros mismos debemos superar, por eso me acerqué a ti, y ahora que sé tú verdad, espero que para mañana las cosas sean diferentes.

      Mirian había quedado impactada ante tal declaración. No sabía que decirle a Egaeus en ese momento. Su corazón se aceleró, descubriendo nuevos sentimientos, y antes de darse cuenta, las palabras ocultas en sus entrañas comenzaron a emerger osadas.

      —Yo… —balbuceaba con la garganta un poco trémula. —No sé qué decir… Solo tengo algo que confesarte…

      —Señorita Mirian. —Interrumpió Adela, la mucama, quien había entrado de repente en la habitación. —Disculpe la molestia pero creo que es mejor que se retiren; hay guardias afuera gritando el nombre de un hombre, parece que quien lo busca es su prometido Ulises.

      —¿Ulises? —Manifestó Mirian sorprendida, luego volteó su mirada rápidamente hacia Egaeus—Ya veo… te está buscando a ti. Se dio cuenta de lo que sientes por mí y ahora clama venganza por lo sucedido. Él fue quien te dejó en estas condiciones, ¿no es así?

      —¡Eso ya no importa! —Exclamó Egaeus alzando la voz. —No se la dejaré fácil otra vez. Pude escapar de sus garras de demonio ofendido. Que venga para encontrarme de nuevo puesto que seré yo ahora el que le dará una paliza.