El reloj

Esta aleccionadora historia me la contó hace mucho tiempo mi abuelo (QEPD). Hace días la recordé porque la leí en alguna parte y hoy la quiero compartir con ustedes.

Un joven le pregunta a un anciano: ¿Se acuerda de mi? El anciano le responde: La verdad que viéndote bien, no. Usted me dio clases, le contesta el joven. ¿A mirá, ¿y a qué te dedicas? Soy profesor, como usted.

De hecho, usted me inspiró a hacerlo. ¿Cuál fue el momento que te inspiró a ser como yo? le pregunta el anciano. Un día un compañero de clases y amigo mío llevó al colegio un flamante reloj que su papá le había regalado días atrás. Desde que se lo vi en su muñeca me enamoré de él, y entonces decidí que lo quería para mi. Esperé hasta que sonara el timbre del recreo para sacarlo de su mochila, donde previamente lo había guardado esperando protegerlo de los juegos.

Cuando estuve solo en el salón, fui directo a la mochila y se lo saqué. Al volver del recreo, inmediatamente se dio cuenta del robo al no encontrar el reloj en su mochila, y llorando fue hasta donde estaba usted, que era nuestro profesor, a contarle lo que había pasado.

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Inmediatamente usted se dirigió a nosotros, diciendo lo siguiente: "El reloj de su compañero ha sido robado de su mochila. El que lo robó, por favor devuélvalo". A pesar de eso, no quería que me señalaran como el ladrón de la clase, así que callé. En vista de que nadie se atribuía el robo, usted caminó hasta la puerta a pasarle el seguro, para que nadie pueda salir.

"Pónganse todos de pie. Voy a pasar a revisarlos a todos y a cada uno de ustedes, con una condición: cierren los ojos, nadie puede ver". Todos hicimos caso y usted fue de bolsillo en bolsillo hasta que tocó mi turno y encontró el reloj. Lo tomó y, para mi sorpresa, siguió buscando en los bolsillos de los demás compañeros. Luego de revisarlos a todos dijo: "Ya pueden abrir los ojos, he encontrado el reloj".

Usted nunca me dijo nada, y jamás mencionó el episodio. Tampoco dijo a la clase quién había robado el reloj. Ese día fue el más vergonzoso de mi vida. Ese día usted salvó mi dignidad para no convertirme en un ladrón. Como le dije antes, nunca me dijo nada y a pesar de que no recibí una merecida reprimenda, comprendí la lección moral que me dio y entendí que eso es lo que debe hacer un buen educador. ¿Se acuerda de eso, profesor?.

Claro que me acuerdo de esa situación, pero no te sabías que eras tú porque yo también cerré los ojos cuando buscaba en los bolsillos.

Si para corregir necesitas humillar, no sabes enseñar.