Twelve Monkeys - Doce monos

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The news of the pandemic in the southern hemisphere is alarming, what we saw only a couple of months ago as something that was happening far away and therefore did not worry beyond the logical anguish of knowing that others were suffering, has become a short time in something real that happens around us and therefore with great possibilities of being a fundamental part of the drama.

The growing number of infections and deaths in neighboring countries such as Chile and Brazil is also coming here, at first slowly but steadily and now more aggressively, the number is growing and continues to grow. To make matters worse, people are tired of isolation and security protocols and measures are broken without thinking about the consequences. It is repeated here as elsewhere.

While it is true that the global numbers do not demonstrate an uncontrollable contagion rate or an excessively alarming case fatality rate, the concern is specifically installed in the capacity of the health system, the last available barrier to contain infection and deaths.

All this led me these days to think about the title movie of this post. For those who have not seen it or do not remember it, its argument is based on a traveler from the future, a convicted volunteer, to return to the past and obtain a sample of a highly lethal virus that kills millions of people and that stops avoid it, humanity takes refuge underground, the objective is to return to find a cure.

In my opinion, a very good work of cinema with high-level performances, at times its plot is puzzling and has several surprises. The background of the drama of the virus and the pandemic made me think about what we are experiencing today. The current virus is not as deadly as the one in that movie, it is not as scary and surely millions of people will not die but it has similar things.

We do not hide under the earth in places dripping with cold and water, we do not have that atmosphere of final tragedy but we are confined to our homes and the fears, discomfort and feeling of oppression are similar. The hope, unlike that feature film, is in seeing that in other parts of the world the worst seems to have happened and life slowly returns to normal. It is surely new and even undefined normality but at least people can socialize, loved ones get back together and the sun shines brighter than ever.

We do not know if this will end in the best way but we bet on it, we do not know if the virus will be definitively defeated and if the dead do not exceed a lower percentage, but in case these hopeful thoughts do not work, we will always have the illusion of Someone come from the future and save us by finding a remedy for COVID-19.


Las noticias de la pandemia en el hemisferio sur son alarmantes, lo que veíamos hace solo un par de meses atrás como algo que pasaba lejos y por lo tanto no preocupaba más allá de la lógica angustia de saber que otros estaban sufriendo, se ha transformado en corto tiempo en algo real que ocurre a nuestro alrededor y por lo tanto con grandes posibilidades de ser parte fundamental del drama.

La cantidad creciente de contagios y muerte en países vecinos como Chile y Brasil también está llegando acá, en un principio en forma lenta pero constante y ahora más agresivamente, el número crece y no deja de crecer. Para peor, la gente está cansada del aislamiento y se quiebran los protocolos y medidas de seguridad sin pensar en las consecuencias. Se repite aquí lo mismo que en otras partes.

Si bien es cierto que los números globales no demuestran una tasa de contagios incontrolable ni un porcentaje de letalidad excesivamente alarmante, la preocupación está instalada específicamente en la capacidad del sistema sanitario, última barrera disponible para contener la infección y las muertes.

Todo esto me llevó por estos días a pensar en la película del título de este post. Para aquellos que no la han visto o no la recuerdan su argumento está basado en un viajero del futuro, un convicto que se ofrece voluntariamente, para volver al pasado y obtener una muestra de un virus altamente letal que mata a millones de personas y que para evitarlo, la humanidad se refugia bajo tierra, el objetivo es volver para encontrar una cura.

Según mi entender una muy buena obra del cine con actuaciones de alto nivel, por momentos su argumento es desconcertante y tiene varias sorpresas. El trasfondo del drama del virus y la pandemia me hizo pensar en lo que hoy estamos viviendo. El virus actual no es tan letal como el de esa película, no es tan aterrador y seguramente no morirán millones de personas pero tiene cosas similares.

No nos escondemos debajo de la tierra en lugares chorreados de agua y fríos, no tenemos esa atmósfera de tragedia final pero estamos si confinados en nuestras casas y los miedos, desazón y sensación de opresión son similares. La esperanza, a diferencia de ese largometraje está en ver que en otras partes del mundo lo peor parece haber pasado y la vida vuelve lentamente a la normalidad. Seguramente es una nueva y aun indefinida normalidad pero al menos las personas pueden sociabilizar, los seres queridos se vuelven a juntar y el sol brilla con mayor fuerza que nunca.

No sabemos si esto terminará de la mejor manera pero apostamos a ello, no sabemos si el virus será vencido definitivamente y si los muertos no pasaran de un porcentaje menor, pero en caso de que estos pensamientos esperanzadores no funcionen, siempre nos quedará la ilusión de que alguien venga del futuro y nos salve encontrando un remedio para el COVID-19.


Héctor Gugliermo
@hosgug





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Creo que por primera vez en nuestra vidas @hosgug tenemos que luchar contra algo invisible, demoledor, letal. Y contra el cuál no hay remedios a la vista. Solo la paciencia y la prevención

No estamos mucho más lejos de la situación que atravesaban los europeos cuando morían por millares a causa de la peste negra. Es verdad, los muertos fueron muchos más porque el sistema sanitario en general era inexistente. O por la fiebre amarilla. O tantos otros flagelos.

Tal vez tenga un poco que ver el hecho de que nos hemos disociado del cumplimiento de muchas reglas, los argentinos en particular.

Si nos dicen que hagamos algo, y ese algo viene impuesto por una autoridad, sea del tipo que sea, nos sentimos alérgicos al cumplimiento.

Yo no vivo en Capital Federal, pero hago una pregunta: costaba tanto verdaderamente seguir cumpliendo estrictamente la pandemia un par de meses más si eso llevaba alivio y tranquilidad a nuestro espíritu y a la salud de nuestros seres queridos?

Hasta qué punto la política (en este caso impulsada por Larreta) puede ser un verdadero peligro para nuestra salud?

O acaso la economía puesta como principal excusa funciona mejor en aquellos países que como consecuencia de la insensibilidad de sus gobernantes ha llevado a miles de muertes?

Creo que nos estamos desesperando llevados de la mano por los medios de comunicación y sus intereses. Y en otros países (aquellos que muchas veces hemos tomado como modelos) es aún peor. En aras de un deporte (fútbol) súper evaluado y con estrellas que ganan absurdamente millones de euros han llegado a falsear datos y a ignorar el peligro.

Siempre hablamos de la paciencia como una virtud china o árabe. Es hora de la hagamos nuestra.

Saludos y que pases un buen fin de semana.

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