Something good about inflation - Algo bueno de la inflación

Todos decimos siempre que la inflación es mala para la economía y es absolutamente cierto. No hace falta que venga un economista a hablarnos de ella porque las experiencias sobran en cada uno de los consumidores que debemos lidiar a diario con el aumento de precios, más evidente aun cuando los salarios no acompañan esa suba. Yo puedo hablar con conocimiento de causa debido a que este mal que asola en distinta proporción a los diferentes países se ha empeñado en quedarse aquí en el mío a pasar una larga temporada. No recuerdo cuando fue el último período de estabilidad monetaria, creo que fue durante las presidencias de Menem allá por fines del siglo XX con su famoso 1 a 1, es decir 1 peso equivalente a 1 dólar.

Sin embargo en mi experiencia personal hay algunas cosas buenas que se pueden obtener del conocimiento y la experiencia de una vida económica donde la inflación es una variable por demás importante.

Unos pocos años antes de que Menem accediera a la presidencia de mi país yo trabajaba en un banco por entonces propiedad del estado cuya finalidad principal era la de otorgar préstamos para adquisición o refacción de viviendas, sin embargo como cualquier otra entidad bancaria tenía cuentas corrientes, plazos fijos y fondos de inversión, cajas de ahorro y todas las mismas herramientas financieras que cualquier otro. Por aquel entonces mi puesto en la gerencia de sistemas era el de analista principal de sistemas y llevaba adelante el mantenimiento de algunos de los sistemas que administraban dinero de los clientes, pero un día todo cambió cuando fui convocado a una reunión multitudinaria donde se encontraban los gerentes del área comercial, del área financiera y por supuesto el de sistemas, completaban la multitud una gran cantidad de asesores y ayudantes de cada sector interviniente, entre ellos yo.

El objetivo era plantear una nueva modalidad de préstamos cuyos montos estuvieran salvaguardados de la inflación que por ese entonces arreciaba con gran fuerza. Se planteó la idea de desarrollar un círculo de ahorro previo de dinero donde se pactaba un monto inicial y se adjudicarían dos préstamos por mes, uno por sorteo y otro por licitación. Hasta allí nada diferente al que ya existía para los automóviles. Los montos se actualizarían diariamente por un índice combinado y la gran diferencia con los círculos de automóviles estaba radicada en el hecho de que el plan pagaría intereses en el período de ahorro, es decir mientras el inscripto en el plan no se hubiera llevado todavía su préstamo, de la misma manera los que ya hubieran sido adjudicados pagarían intereses, además de la actualización del monto por supuesto.

Un sistema novedoso y difícil de implementar, ni hablar de cómo explicárselo a los clientes que se mostraran interesados en suscribirlo.

¿Pero a qué viene todo esto? Dirán Uds. Bien, yo fui el responsable designado por el área de sistemas para analizarlo, formar un equipo, desarrollar e implementar el sistema, de más está decir que aprendí muchísimo de un tema que hasta ese momento era totalmente desconocido para mí, eso me me trajo un beneficio impensado en el futuro cercano.

Unos años después de poner en marcha el sistema de ahorro previo para dinero, (debo decir que fue todo un éxito en los primeros tiempos hasta que la gente se dio cuenta que era inviable de pagar) Menem, ya instalado en la presidencia de la Nación, decidió privatizar el banco, yo tomé la indemnización y me fui a trabajar a otro lado.

Para hacer corta esta publicación, concluyo en que mi conocimiento del tema me llevó a vender dos veces una versión adaptada del famoso sistema: una fue para una conocida fábrica de camiones radicada en nuestra provincia de Córdoba y la otra la vendí a una enorme fábrica de automotores oriunda de Rusia, el sistema fue llevado a ese lejano país e implementado allí dado que ellos con el tema de la Perestroika en pleno, estaban pasando por un período inflacionario extremo, por ello vinieron aquí a buscar expertos en inflación y sistemas adaptados para contemplar esa molesta variable de la economía.

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Héctor Gugliermo
@hosgug