Tremendo tema @avellana @laradio equipo del RetoTop5, permite una gran variedad de enfoques y todos con mucho para decir. Mi rumbo va tras la pista de los relojes.

En la seguidilla que se presenta los términos: relojes, tiempo y vida, parece leerse que los relojes nos permiten leer el tiempo y la vida, pero... ¿quiénes le damos ese permiso a los relojes?

Los relojes marcan nuestras citas, nuestros retardos, las horas de viaje; unos nos señalan también los días que inexorablemente pasan. ¡Bien por los relojes! Pero, ¿qué hacemos nosotros? Muy sencillo, ¡darle el control al reloj!

Muchos seres humanos, por no decir todos, casi le damos las riendas de nuestra vida a los relojes, así los marcadores del tiempo se van convirtiendo en los controladores de nuestro tiempo. ¡Tremendo cambio de rol! Y la presión por la falta de tiempo nos agobia.

En este momento debemos preguntarnos, ¿qué pasa? ¿Por qué agobiados? ¿Por qué estresados? ¿Tenemos más actividades de las que podemos realizar? ¿Dos actividades muy importantes se colocaron el mismo día y a la misma hora? En realidad pueden ser miles las razones de este agobio, pero hagamos una pregunta a nosotros mismos ¿estoy viviendo mi tiempo o dejando que el reloj y los cronogramas me roben la vida?

La respuesta a la pregunta anterior es la clave, porque puede ser que no se esté viviendo realmente sino corriendo detrás de las actividades y contra-reloj. Al reloj no podemos ganarle, es un instrumento humano para medir el tiempo. Vivir contra-reloj es un adefesio que muchas veces creamos para justificar cuan importantes somos y cuan importantes son nuestras actividades.

Tal vez vivas más si haces menos. Vivir no es hacer. Vivir es estar conscientes de nuestra propia intimidad y desde allí descubrir si realmente estamos viviendo o realizado un simulacro de vida corriendo para ganarle al reloj y al tiempo.

El tiempo es independiente de los seres humanos (pero no a la inversa) y, por supuesto, de los relojes. El tiempo sigue su propia dirección o direcciones (no quiero caer en el territorio de la física cuántica). Desde la eternidad del tiempo cada ser humano es un minúsculo e inobservable punto. Entonces, ¿tiene sentido jugar o molestarse o culpar al Tiempo de nuestras realidades, de nuestras calamidades o fracasos?

Hagamos una reflexión: El tiempo pasa, pesa y pisa. Me comentó una amiga durante una tertulia. Indudablemente el tiempo pasa y cuando lo estamos pasando bien, decimos que pasa volando, otras veces se quiere que pase más rápido de lo que va. No parecemos caer en cuenta de que siempre estamos en nuestro tiempo. Cada uno de nosotros vive su tiempo, delimitado entre dos grandes e indiscutibles momentos: nacer y morir. Por lo tanto, sean buenos o malos los momentos que vivimos, deberíamos tratar de sacarle el mejor partido posible porque gastan nuestro tiempo.

En la frase de mi amiga, relativa a la edad, el tiempo pesa se refiere a esos años cuando ya el cuerpo comienza a desgastarse y no nos sentimos tan ágiles como en la flor de la edad y el tiempo pisa, obviamente se refiere a la ancianidad, cuando el deterioro es más fuerte. Estas metáforas son válidas, pero, con el peso o la pisada del tiempo, nuestro tiempo sigue siendo nuestro tiempo y en lugar de criticar el Tiempo y quejarnos, deberíamos concentrarnos en vivir lo mejor posible el mayor tiempo posible, de nuestro tiempo.

Pero la idea no es esperar a que el tiempo pase. La inactividad es otro adefesio, dejar que el tiempo simplemente pase y esperar que nos traiga soluciones. El equilibrio entre la hiperactividad y la inactividad es el mejor camino. El descanso lo considero una actividad necesaria para vivir con salud.

Podemos medir el tiempo pero sin obsesiones, necesitamos de ciertos crongramas para organizar nuestro tiempo, pero hagamos del equilibrio el arma secreta para vivir nuestro tiempo.