Cuando el sol se levanta, lo primero que hago es dar **¡Gracias a Dios!** por un nuevo amanecer. Disfruto mucho este momento porque después de nuestro abrazo de **¡Buenos días!,** mi esposo sirve nuestra primera taza de café,salimos al jardín y conversamos sobre los planes para el día. Estar ahí escuchando el trinar del pajarito que tenemos en la casa y viendo las florecitas que acaban de brotar es un momento que me hace sentir mucha paz.

Regar mis matas cuando hay agua en las tuberías, es otro momento del día que me encanta porque me desconecto por un buen rato de los dispositivos con los que trabajo todo el día. Para mí es un momento de introspección en el que estoy a solas conmigo, con mis pensamientos. Mientras riego, me invade el placer de recibir las bellezas de mi jardín como bendiciones.

Otro de mis momentos favoritos del día es cuando tengo las videollamadas con mi hija o recibo la llamada de mi madre.

No hay distancias que nos separen y así hemos estado durante cinco años. Sus llamadas o los mensajes "mami, ya en la universidad" o "mami, ya en casa" son vitaminas y alegrías para mi vida. Esas llamadas son unas visitas, compartimos cafecitos, tés, preocupaciones, risas, de todo un poco. Doy gracias a Dios por estos avances de la tecnología porque nos permiten estar cerquita en todo momento.
Y la llamada de mi madre es otra momento que agradezco, escucharla y recibir su bendición me pone el día más bonito. Para ella pido a Dios mucha salud para que yo pueda recibirla por muchos años más.

Otro momento que me gusta mucho y que eleva mi espíritu es poder disfrutar de un atardecer en Cumaná.

Ver el cielo pintado de los matices que se dan cuando el sol se está depidiendo para dar paso a la luna es una felicidad completa. Antes de la cuarentena, salía de paseo a perseguir estos atardeceres y disfrutarlos de cerquita.

Espero que pronto pueda ir de nuevo a gozar de la magia de los hermosos atardeceres en mi ciudad.

Y, finalmente, otro momento del día que disfruto mucho es cuando, terminando el día, me siento a ver alguna película con mi esposo y mis adorados perritos nos acompañan retozando a nuestros pies. O como hace Blacky, casi que en mi regazo.

Estos perritos son nuestra compañía y cada vez que pueden nos hacen saber de su incondicional amor.

Yo no sé si ustedes pudieran resistirse a esta mirada de mi Blacky, yo no puedo y lo dejo ahí, a mi lado.