Cuando leí esta pregunta me vino a la mente un recuerdo de hace muchos años, la primera vez que me enamore y por supuesto que uno hace cosas impulsivamente sin pensar mucho, se deja llevar por los sentimientos.

La persona centro de ese sentimiento, trabajaba un poco lejos de donde yo vivía. Nos habíamos conocido en el primer trabajo que tuve y luego el fue trasladado a otro lugar. Pero eso no fue impedimento para mi.

Todos los fines de semana y a veces los viernes en la tarde, me iba al terminal de pasajeros y tomaba un autobús hasta otra ciudad, mas o menos una hora de viaje, luego otro más hasta un pueblo que quedaba como a otra hora de camino y luego... un carro hasta el pueblo donde el trabajaba, lo que en total sumaba aproximadamente tres o cuatro horas de viaje. Pero yo disfrutaba mucho de esta travesía, a pesar de lo lejos y de que las curvas de la carretera me mareaban (por cierto les recomiendo llevarse un limón en estos casos para no marearse), porque además de la emoción de reunirme con la persona que amaba, el paisaje era muy bonito, un ambiente de montaña, con plantaciones de café y un clima muy fresco.

Estos viajes constantes de mi parte y la separación, con el tiempo fueron afectando la relación, porque no era equitativo el esfuerzo de encontrarnos. Sin embargo, fue una etapa de mi vida que me agrado recordar.

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