EL FUTBOLISTA (En homenaje a Diego Maradona) by @palabreador

avatar
(Edited)


  • Yo quiero jugar futbol! Yo quiero ser como Maradona!! – dijo el muchacho dándole una patada al balón.

  • Maradona? Maradona? Si, como no! No estudies un carajo, a ver si vas a llegar a la esquina!! – respondió con autoridad la madre, reservando el manotazo para cuando llegaran a la casa.

      Rafael pasó corriendo hacia dentro de la casa, y aunque logró evadirse, estaba seguro de que el brazo de su madre lo alcanzaría en cualquier momento. Como cada día de las vacaciones de agosto, su tiempo lo dedicaba a jugar lo que más le gustaba: el fútbol. En esa época se olvidaba de todo, hasta de ir a comer al mediodía, aunque eran menos de cien metros los que separaban la cancha de su casa. Hizo un intento por meterse al baño, pero su madre, sin dejar de lado ni un instante su firmeza característica, le indicó que antes debía lavar las medias, el short y la franela.

  • El que ensucia, lava!! – le dijo a secas.

      El muchacho ni chistó. Ya sabía que en esas circunstancias, su madre era inclaudicable y prefería terminar el día sin una nueva marca de aquella pesada sandalia de goma con la que, ocasionalmente, le recordaba quién mandaba allí. Mientras lavaba, recordaba las jugadas del día, en un repaso cuadro a cuadro de toda su jornada futbolística: el túnel que le hizo a William; el cabezazo con el que anotó el segundo gol de la primera caimanera; la finta que dejó sentado al “Gocho”. Y desde ya, comenzaba a soñar con el día siguiente. Era sábado y había juego del campeonato.

      Luego de terminar de lavar, Rafael se metió al baño y en quince minutos ya estaba bañado y vestido para sentarse a cenar. Había pasado ocho horas seguidas en la calle, con sólo un pan de acemita y algo de refresco en el estómago. Su padre, un empleado público con el maravilloso hábito de la lectura, le esperaba en la mesa junto con su madre, su hermano mayor y su hermana menor.

  • Así que tú quieres ser como Maradona? – le preguntó su padre

  • Sí – respondió el muchacho

  • Mmmm… y de dónde sacas tú que puedes llegar a ser como él?

  • De las cosas que hago cuando juego fútbol. Hasta zurdo soy!! – repicó con celeridad, pero guardando siempre el debido respeto – Aunque tú nunca me vas a ver jugando.

  • Ok, Ok. Sí, me han dicho que eres bueno. Un día de estos, te acompañaré – expresó el padre, dándole una palmadita en el hombro. El chico sonrió mientras lanzaba una mirada arrogante a su madre.

      Después de eso, la cena transcurrió entre cuentos y comentarios de los comensales quienes, como era costumbre, terminaron sentados frente al pequeño televisor a color de trece pulgadas recién adquirido por el jefe de familia. Rafael no cesaba de recrear mentalmente sus mejores jugadas del día. Afuera, una lluvia suave que comenzaba a caer, mojaba la calle.

      A la mañana siguiente, despertó a las siete, saltó de la cama, fue al baño y luego se sentó a desayunar. Antes de las ocho, ya estaba saliendo de casa sin que su madre olvidara el correspondiente recordatorio

  • Vienes a almorzar. No hagas que yo te vaya a buscar porque ya sabes!! – le lanzó un dardo.

  • Bendición – dijo el muchacho

  • Dios te bendiga –

      Rafael llegó al campo de fútbol. Llevaba sus “tacos” negros, medias blancas, un short verde y una franela blanca con el número diez en el dorso. El número de Maradona. Era el uniforme de su equipo. Ya allí se encontraban varios de sus compañeros y pronto hicieron una rueda para comenzar a “tocar balón” y calentar el cuerpo. A las nueve en punto, comenzó el juego. La cancha donde jugaban era pequeña, de unos setenta metros de largo y las líneas que fijaban sus límites frontales, eran desiguales, lo que configuraba una especie de trapecio, a decir de la figura geométrica conocida como tal, que sólo permitía la presencia de siete jugadores incluyendo al portero.

      Aun así, para Rafael y los demás chicos, aquella era la mejor cancha del mundo, con todo y el enorme eucaliptus que se ubicaba hacia el lado sur de la misma. Por supuesto, no había ni un milímetro de grama sobre su superficie. La lluvia de la noche anterior había dejado su huella y algunas partes de la cancha, incluyendo sus alrededores, exhibían algo de fango. Para nada existían tribunas y la gente que iba a presenciar los juegos, debía hacerlo de pie, bordeando el irregular cuadrilátero.

      Unos cinco minutos después de iniciado el juego, Rafael recibe el balón justo en la mitad del campo. Era zurdo rematado, por lo que le decían que la derecha sólo la tenía para caminar. Con un amague de cintura y un rápido movimiento hacia el lado opuesto, dejó atrás al primer adversario. Siguió rápidamente buscando su lado izquierdo y enseguida salió un nuevo contrincante. Rafael cambió el balón hacia el otro pie y con un toque apenas perceptible, también lo dejó atrás. A unos seis metros del arco, chutó con su pierna zurda y venció al portero. Primer gol del partido. En los restantes sesenta y cinco minutos de juego, Rafael marcó tres goles más y su equipo ganó cinco goles por cero. Se sentía grande, importante, brillante. Con sus cuatro goles, se ubicaba como líder goleador del campeonato.

      Ese día, sin embargo, Rafael notó algo distinto que venía desde el público. Antes de iniciar el partido, tuvo una extraña sensación, algo que no supo descifrar pero que logró sentir. Era una energía distinta, un influjo que a sus trece años era imposible de explicar y que volvió a notar en el intermedio. Lo que si era incuestionable es que lo que fuera, lo estimuló de tal manera que hasta él mismo se asombró por su juego. Incluso, Arnel, uno de los gemelos que jugaban en su equipo, se le acercó luego del pitazo final del árbitro y le comentó con sorpresa.

  • Hermanito, qué tenías tú hoy? Estabas volando!! – le expresó con emoción.

      Algunos adultos del barrio presentes en el público, conocidos por él, se acercaron y le felicitaron con abrazos, palmadas y manotazos en su cabello. El chico estaba eufórico y emocionado, pero seguía preguntándose qué fue lo que se posó ese día sobre aquella cancha.

      Pasada la alegría y ya cerca del mediodía, Rafael fue a su casa. Más que almorzar, quería darles la noticia de su actuación a su padre y a su madre. Llegó sonreído y con su uniforme puesto, aunque se había quitado los tacos encharcados antes de entrar para evitar ensuciar el piso, recordando que el sábado era el día de limpieza de aquella casa. Ya en la sala, se extrañó de verlos a ambos allí, sentados en el sofá. Tuvo la impresión de que lo estaban esperando, aunque luego pensó que era pura casualidad y que, simplemente, mamá estaba descansando y papá leyendo el periódico.

  • Hola, hijo. Cómo te fue? – le preguntó su padre

  • Hola, papá! Bien, me fue buenísimo. Ganamos cinco a cero y metí cuatro goles!! – le respondió con una emoción inmensa.

  • Qué bueno, hijo! Te felicito! Cuatro goles! Qué bien!! – expresó el padre, emocionado.

      Su madre, menos dada al halago pero visiblemente emocionada, aplaudió y sonrió como hacía mucho tiempo no la veía. Rafael estaba feliz. Pero, sin reflejar para nada una pizca de preocupación, aquella pregunta no dejaba de dar vueltas en su cabeza.

  • Qué pasó en esa cancha hoy? Qué fue lo que sentí? – se repetía incansablemente.

      Una vez Rafael se fue al baño a ducharse para cambiarse de ropa, el padre y la madre se vieron emocionados y satisfechos. Una sonrisa cómplice se asomó en sus labios y el padre, que se percató de aquello justo cuando Rafael se asomó por la puerta, hizo señas a su esposa indicándole los dos pares de zapatos llenos de fango, uno, el suyo; y el otro, el de ella, que yacían semi ocultos al pie de la cortina de la sala, donde apenas les alcanzó el tiempo para intentar esconderlos.

  • Hay que sacarles el charco y guardarlos antes que Maradona los vea – le dijo en voz muy baja a su esposa.

      Ambos rieron con picardía mientras Rafael, bajo la ducha, rememoraba sus cuatro goles del día.



Fuente



0
0
0.000
1 comments
avatar

Hi palabreador,

This post has been upvoted by the Curie community curation project and associated vote trail as exceptional content (human curated and reviewed). Have a great day :)

Visit curiehive.com or join the Curie Discord community to learn more.

0
0
0.000