El ático de mi casa siempre había sido utilizado para guardar todo tipo de cosas; desde juguetes de mi infancia, hasta artefactos y utensilios que nunca llegábamos a utilizar.

Una tarde, subí al ático a buscar una lámpara para remplazar otra que había roto en ese momento. Mientras chequeaba en los montones de cajas que tenía mi esposa, me encontré con un pequeño objeto; era un pequeño guardapelo de plata que nunca antes había visto.

Al abrirlo, esperé a que aparecieran las fotos antiguas de dos personas, pero ese no fue el caso. Sin embargo lo que había dentro me dejo algo confuso. Era la imagen de dos espirales que mientras los seguía viendo, se movían y movían. No sé qué pasó luego. Solo sé que cuando cerré el guardapelo, ya no estaba en el ático.

De hecho no me encontraba en casa, y lo que veía a mí alrededor no se parecía a mi vecindario. Caminé con el guardapelo en mis manos pensando en alguna explicación, pero no encontraba lógica en lo que había ocurrido.

Volví a abrir el relicario y mire a los espirales nuevamente. Sentí como todo se movía con lentitud. Cuando mire a mí alrededor, vi que el panorama había cambiado. Ahora veía carteles con esa escritura china y veía chinos caminando por la calle. Me preocupaba no saber qué hacer o a quien recurrir…

Hasta el día de hoy el guardapelo me sigue llevando a diferentes lugares, y yo no pierdo las esperanzas de algún día volver a casa.

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