Concurso Covid - The Talent Club.

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Cuentos de una pandemia

¡Les cuento!

El COVID-19 apareció un día muy lejos de nosotros los venezolanos y creímos que nunca llegaría a nuestras tierras, como hacía tiempo que no nos visitaban, no íbamos a correr peligro. Pero ese virus no tenía descanso, ni conocía fronteras, nada le importaba que tuviéramos el país casi en el suelo y así llegó hasta aquí para no dejarnos fuera de la pandemia mundial.

Al principio, me invadieron la incertidumbre y el miedo, conociendo como estábamos en cuanto a nuestro sistema de salud, eso significaría un caos absoluto. Cada vez que me lo imaginaba, un escalofrío me paralizaba.

Pero, luego, pensé que no me quedaba otra opción que agradecer lo que nos tocaba vivir y sacar mayor provecho de esas circunstancias. Tenía que reajustar mi vida y mantener mis pensamientos positivos y optimistas.

La orden de cuarentena no demoró mucho y la mayoría la asumimos. Había que quedarse en casa, a puerta cerrada. Nada de ir al trabajo, ni de visitas, ni paseos, ni encuentros familiares, ni cafés compartidos.

Eso me afectó un poco porque aunque no era de salir mucho, yo tenía la costumbre de visitar a la familia y a algunos amigos de vez en cuando. Las salidas se pospusieron para después de que pasara todo.

Se había activado como una pausa para todos y para el mundo porque veníamos en una carrera que nunca paraba.

Las semanas fueron transcurriendo, yo fui asumiendo nuevas rutinas dentro de una que sí siguió su curso normal (mi teletrabajo no se suspendió, aunque estuvo en riesgo de hacerlo). Durante esos días tuve tiempo para ver películas fuera del fin de semana, para leer y para hacer algunas cosas que me gustaban.

Me levantaba todas las mañanas a tomar el sol con mi taza de café para cargarme de vitamina D. En esos instantes, añoraba estar acostada en la arena, a la orilla de una playa. Tomaba té de cuanta hierbita sirviera para reforzar mi sistema inmunológico.

Me volví una asidua de ZOOM por las reuniones de teletrabajo; por la misma vía celebramos el cumpleaños de mi madre, una experiencia para ella inolvidable, a pesar de todo lo que estábamos viviendo.

Me la pasaba inventando. Le ponía un color y un sabor distinto a los días para que no fueran idénticos. Preparaba postres para compartir y me dediqué a darle amor a mi lado creativo que aunque sabía que estaba allí no lo desarrollaba mucho.

Así, me inventé cuentos, me inspiré para escribir poemas, algunos tristes como cuando quemaron la biblioteca de mi universidad (después les cuento ese horror); pinté y dibujé, hice nuevos amigos en Hive, (esta es otra historia que les voy a contar), canté canciones y tuve fiestas virtuales.

Cuando se flexibilizó la cuarentena la primera vez, salí de casa como un pajarito libre a encontrarme con mis afectos. Así nos mantuvieron mucho tiempo: unos días libres y otros restringidos. Yo disfrutaba al máximo lo que tenía en la mano, vivía un día a la vez con alegría.

Los problemas en el país cada vez eran peor. No había agua, ni gas, ni gasolina. Ni comida, ni medicinas. Nosotros teníamos que seguir resistiendo.

Teníamos la fortaleza de seguir adelante con la esperanza firme en que los males que nos aquejaban por años y el virus desaparecerían algún día.

¡Y así fue!

De aquel año 2020 queda el recuerdo del virus, que nos sorprendió y nos estremeció para hacernos mejores personas, y del fin de una plaga que por muchos años nos azotó y nos enseñó a nosotros y al mundo qué errores no se deben repetir.

Mis nietos me escucharon atentos todo el tiempo. Cuando terminé, los abracé y los invité a correr hasta la casa, ya era la hora de la merienda y unas galletitas que aprendí a hacer en aquellos tiempos de cuarentena los esperaban.

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Esta es mi entrada para participar en el concurso organizado por los amigos de @talentclub, si deseas participar, revisa las reglas aquí, todavía estás a tiempo.

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6 comments
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Esta cuarentena tiene muchos cuentos similares. ¡Qué año 2020!
Mi historia es muy similar a la tuya con la diferencia de que tuve que salir para ir comprando alimentos porque en la casa no teníamos casi nada. Era una decisión de quedarme en casa, en forma estricta, y morir de mengua o intentar resistir lo mejor posible.
Un abrazo @aurodivys.

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Cualquier parecido a la realidad es pura coincidencia!! Un relato lleno de detalles en los que nos sentimos reflejados, mana. Espero que en el futuro, así como en esta historia, esta experiencia sea solo un cuento. Un abrazo fuerte, querida!

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Este cuento refleja esperanza, lo que todos queremos y anhelamos, porque tras esta situación, no seremos los mismos, seremos mejores y estaremos preparados para volver a construir un mundo mejor.
Lindo, en serio, es como sonreír y quedarse ahí, sonriendo...
Un abrazo @aurodivys

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Creo, estimada @aurodivys, que todos hemos aprendido, con esta pandemia, que nadie es una isla, como decía el poeta John Donne y que al final las campanas claman por todos. Dicen que después de la tempestad, viene siempre la calma. Una calma, que en mayor o en menor medida, nos dejará una huella imborrable a todos. Pero nuestra grandeza está en nuestra fuerza para seguir adelante, para no dejarnos vencer y seguir evolucionando. Te deseo mucha suerte en el concurso. Pero mucha más suerte todavía, en el camino que todavía nos queda por recorrer, que puedas hacerlo sin desfallecer y dejándote llevar siempre por la fuerza que da todo pensamiento positivo. Un cordial saludo en la distancia

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