Vik Kyteler | ¿Traición o decepción familiar?

Lo único que he presenciado todos estos años de juventud han sido desgracias. Incluso he perdido las esperanzas de que algún día esto que estoy viviendo cambie para bien.

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Si algo hay que decir es que mi familia entera se dedicó toda la vida a sembrar el caos contra quienes consideraban mortales. Es una estupidez, lo sé. Pero por más que lo intente razonar y encontrarle un sentido a lo desconocido, no deja de ser verdad aquello de lo que se ha estado hablando durante décadas.

Según lo que me contaba mi abuela, consideraban a la brujería una tradición familiar venida de sus ancestros. Lo que nunca me imaginé es que esa historia aún seguía vigente y la estaba por vivir en carne propia. No está de más decir que me tocaría estrechar la mano al mismísimo diablo.

Como siempre, visitaba a mi abuela que vivía a un par de calles hacía la colina del bosque más próximo. Mi miedo siempre fue pasar por allí y caerme al tener que cruzar ese puente totalmente oxidado y deteriorado, debajo de él había un río muy violento que me hacía replantear si ir o quedarme en casa. A su vez, otra de las cosas que me generaban temor era el ir por el camino equivocado. Siempre fui con mi padre entrando por la otra entrada. Esta vez iría sola y a mi manera.

Las cosas habían cambiado mucho en nuestra familia y ese día sería un auténtico calvario. El sólo hecho de pasar por un puente inestable o el perderme en el bosque ya eran una señal de peligro, tendría que sumarle que por ese lugar mis tías hacían sus pactos con el inframundo. Aquel lugar donde las almas de los mortales supuestamente descendían en formas de ofrenda al reino oscuro. Yo estaba totalmente aterrada de tal monstruosidad.

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Ese día presentí que algo muy malo iba a suceder. Mi abuela, a diferencia del resto de mi familia, había destinado sus últimos años en adquirir conocimientos sobre magia blanca. Alguien podría pensar que el aprender más sobre algo que has destinado gran parte de tu vida no pueda ser un error. En este caso lo fue. Mis tías lo vieron como una decepción, una traición a lo que ellas habían construido y perfeccionado.

Sentí un frío que me recorrió el cuerpo y cuando estoy por llegar ella venía corriendo desde la colina clavándose un cuchillo en el abdomen y gritando cosas en otro lenguaje que no podía comprender. Por extraño que parezca no había muerto y continuó haciéndolo una y otra vez con su rostro totalmente fuera de sí, como si estuviese poseída por el mal.

Luego de ese perturbador suceso mi padre se quedó con su casa. Sin escritos ni nada, ya tenía un lugar para pasar algunos días de descanso. Algo no me olía bien pero no hice mención a ello. Con el tiempo me di cuenta que todo había sido planeado y el saberlo podría ocasionarme problemas. Entre otras cosas que supe fue que mi abuela no era la única maga blanca. Mi madre también lo fue o eso llegué a observar en una fotografía que obtuve de un cofre donde guardaban cosas antiguas.

Adivinen qué… Fue lanzada al rio por dos personas de las que no se sabe nada hasta el día de hoy. En ese entonces mi inocencia seguía prefiriendo que hubiese sido un accidente. Hoy de grande puedo considerar un asesinato. Yo no elegiré el mal sino el bien. ¿Seré la próxima?