Relato: La princesa de los lobos (III)

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Parte uno

Parte dos


Fuente de la imagen: Pexels

Henry Pearce, duque de Pembroke, miró atónito a la joven esposa de su nieto, quien le saludó de forma respetuosa y con una leve reverencia. Si bien le habían dicho que tenía 16 años y tenía ya los signos de convertirse en una mujer adulta, podía jurar que no tenía más que unos 14.

Miró entonces a su nieto, quien mantenía una sonrisa orgullosa... Y en sus ojos reflejaba angustia.

"¡Bienvenida a casa, mi niña!", exclamó el duque mientras abrazaba a la joven con gentileza. Apartándose de ella, añadió: "Espero que el viaje a Londres haya sido uno lleno de paz y tranquilidad, y que aquí encuentres la vida que mereces".

"Gracias por sus gentiles palabras, Su Excelencia", replicó la joven con timidez.

Volviéndose hacia Nathaniel, el duque le pidió unas palabras en privado. Éste obedeció sin rechistar.


"¡¿Se puede saber en qué diablos pensabas cuando nos ocultaste el asunto de la conspiración?!", recriminó el duque, enojado.

"En la complicada posición política que tendría nuestra familia, en cómo iba a salvar a mi esposa y en el éxito que estuvieron a punto de tener los conspiradores de asesinar al zar", replicó Nathaniel con franqueza.

"Pudiste recurrir a mí, a tu padre o a alguno de tus hermanos. Te habríamos ayudado con este asunto".

"Ciertamente podrían haberme ayudado, pero no podía comprometer a nadie en este asunto porque no estaba seguro de las dimensiones de la situación y qué tan involucrada estaba la Alianza Licantrovampírica en ello".

"A juzgar por lo que Iorek me ha contado en su carta, no estaba del todo involucrada. Solo la familia del sobrino político del Lobo Oscuro y el propio Lobo Oscuro estaban en ello; sus razones eran el simple poder y la influencia que pudieron tener sobre Europa si su plan hubiese sido exitoso, a expensas de una guerra sin sentido y de que se revele la existencia de la Alianza ante el mundo. Pero bueno, eso ya acabó, gracias a Odín y Freya. Ahora, dime, ¿piensan tener hijos de inmediato?".

"No. Ella y yo decidimos tenerlos más adelante. Por ahora nos enfocaremos en mejorar más su salud".

"Es lo sensato. Está todavía muy joven para ser madre, aunque no aparente su edad real. Podría jurar que tenía menos de 16".

"17. Cumplirá 17 la próxima semana, el 25 para ser exacto".

"¡Plena Navidad! Vaya, tendré entonces qué buscar un regalo apropiado para la princesa de los lobos. ¿Qué es lo que más le gusta?"

"Leer, escribir y bordar. Le gusta, sobre todo, la Historia y la poesía".

"Creo que le gustará entonces Tennyson".

Nathaniel rio quedamente y replicó: "Es su gran admiradora".





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