Relato: Hera y Deméter

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La luna brillaba en lo alto de la bóveda nocturna. Su luz tenue alumbraba los bosques de los Campos Elíseos, ubicados cerca de la frontera entre Hades y Olimpo. A aquél lugar repleto de plantas exóticas y de olores exquisitos acudió Hera, reina de Olimpo, aprovechando la oscuridad para ocultar su propósito.

En la entrada del palacio a donde acudía estaba de pie una mujer; la mirada que le dirigía a Hera no era otra que de desconfianza. La reina le entendía; Deméter era una novicia cuando fue violada por Zeus en el Templo Central de Gaia, a donde servía. Aunque todos sabían que todo cuanto decía era verdad, su familia, sus amigos y todo el pueblo apoyó a Zeus por temor a una represalia de éste.

Hera fue una de sus amigos; para ese entonces se había casado con Zeus y conocía de primera mano la serie de "amoríos" que tenía con las distintas sacerdotisas del Templo. No quiso darle la espalda en ese momento tan doloroso, pero no podía hacer nada: se debatía entre el deber para con la familia de los Acrysios, a la que ella pertenecía, o el deber de exigir justicia para aquella misma amiga que le advirtió que su matrimonio con el hijo de Cronos no traería nada bueno.

De su unión forzosa tuvo una hija, Kore Perséfone, la actual reina del país de Hades gracias a su matrimonio con Aidoneus, el temible hijo de Nyx y Hérebos. Deméter había apoyado en secreto aquella unión, pues veía en Aidoneus el mejor partido para su hija en lugar de cualquiera de los hijos de Zeus, incluyendo a los que tuvo con la misma Hera.

"Reina Hera. ¿A qué debo el honor de su visita?", inquirió Deméter, en un tono gélido.

Hera se volvió hacia Eco, su criada; con una seña, le indicó que la esperase a las afueras del palacio. Volviéndose hacia Deméter, le dijo: "Necesito hablar con tu yerno".

"¿Por qué?"

Hera suspiró.

"Zeus declaró a Heracles su heredero en lugar de mi hijo Ares, a quien realmente le corresponde por derecho", explicó. "Mi familia está contrariada, pues le había dado hijos varones; ¡no tenía por qué haber hecho lo que me hizo!"

"Entonces reclámale sus derechos. Rebélense contra él. Destrónenlo", dijo Deméter.

"Se dice fácil, mas no lo es. Por esa razón pido una audiencia con tu yerno".

Deméter le miró con ironía y le replicó:

"Aún cuando nos convenga que tu hijo se siente en el trono, Hera, es más que probable que se convierta en un tirano mucho peor que Zeus. Lo sabes tú mejor que nadie, pues eres su madre y le conoces lo suficiente para darte cuenta de ese detalle".

"No si está rodeado de buenos consejeros".

"¿Incluyéndote?"

Hera le miró con sorpresa. Deméter, dándole la espalda, añadió:

"¿Por qué poner un Crónida en el trono cuando una Acrysios puede ocuparlo sin problemas? ¿Por qué sustituir a un tirano con otro cuando alguien más competente puede ocupar tan alto cargo sin perjudicar a nadie?"

"La Ley dice que solo un varón puede ocupar el trono".

"Pero tú como reina puedes cambiarla", dijo Deméter. Volviéndose hacia la reina, agregó: "El poder absoluto solo sería tuyo".

"Vivir en Hades te ha vuelto más ambiciosa, Deméter".

"En Hades, la reina tiene igual poder que el rey, Hera. Si éste muere, ella continúa gobernando hasta la muerte. ¿Por qué no hacer lo mismo en Olimpo? Imagínate las miles de jovencitas que salvarías de las garras de Zeus y sus hijos, incluyendo los tuyos. Tendrías al pueblo de tu lado con solo ofrecer una cosa muy sencilla: venganza por el honor mancillado de sus hijas, nietas, sobrinas, primas. Dales eso y te apoyarán en cualquier cosa que necesites".

Hera desvió la mirada. En silencio, reflexionó con cuidado las palabras de Deméter. Ésta, contemplándola, esperó a que dijera algo. Un momento después, Hera se volvió hacia Deméter y le dijo:

"¿Me conseguirías una audiencia con tu yerno si te digo que seré yo la que ocupe el trono de Olimpo?"

"Te escucharemos", respondió una voz femenina.

La reina se volvió, sorprendida. Los reyes de Hades estaban junto a Deméter.



Fuente de la imagen: Pexels



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