Hay regalos en la vida que son gigantes, aunque su tamaño en físico parezca muy pequeño. Ese es el caso de los niños, siempre cuando llegan al mundo, son una gran bendición.

La maternidad para mí fue algo grandioso y muy esperado, pero mis sobrinas (todas hembras), también fueron un gran acontecimiento.

Luciana Antonella es la hija de mi hermana menor, Luisana Del Valle. Cuando Luisana anunció que iba a ser mamá, se me arrugó el corazón porque sentía que estaba muy joven aún para esta labor que exige dedicación y mucho esfuerzo.

Sin embargo, Luisana ha resultado ser la mejor mamá. A veces no se necesita tener mucha edad sino actitud y firmeza ante lo que deseas lograr y hacer en la vida.

A ella siempre le gustaron los bebés, cuidaba a nuestras otras sobrinas de la forma más natural (cambiar pañales, darles la comidita, bañarlas) y ahorita con su hija Luciana lo hace de maravilla.

Luciana Antonella es una niña feliz y muy amada, lo refleja en su mirada y en su sonrisa. Cuando le das amor a un bebé desde antes de nacer y todo el mundo en casa le manifiesta ese sentimiento, eso se refleja en su rostro. Ella, es una niña hermosa y muy feliz.

Ayer cumplió seis meses de nacida, un regalo de la vida, cada día está más hermosa, me tiene enamorada.

Mi hermana Luisana le hizo una tortica sencilla de chocolate, se la ha hecho cada vez que cumple un mes más de haber nacido. Le hizo su sesión de fotos respectiva que les comparto hoy como una manera de celebrar la vida.