Se afirma con rotundidad y así parece confirmarlo también la Arqueología, que todos los grandes templos de las culturas de la Antigüedad, tenían su equivalencia en el cielo.

De tal manera, que las grandes pirámides de Egipto, sobre todo aquellas asentadas en la meseta de Gizeh, estaban orientadas en la tierra formando el mismo dibujo que en los cielos forma la constelación de Orión.

Algo similar ocurría con las catedrales góticas y se sabe, que al menos en Francia, todas aquellas dedicadas a la figura de Nuestra Señora, se corresponden, con toda exactitud, con la constelación de Virgo o de la Virgen.

También las criptas solían tener sus secretos y equivalencias y aunque de constitución neorrománica y por lo tanto, moderna, en la cripta de la madrileña catedral de la Almudena puede verse, perfectamente representada en sus espléndidas bóvedas, la figura por excelencia de la noche y de los grandes misterios: la Luna.

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