Nos marchamos (Prosa poética)

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Nos marchamos, generalmente sin despedirnos, cambiamos de plano existencial y queda el dolor que provoca la ausencia.

El mismo se prolonga por una etapa para luego transformarse en resignación y recuerdos.

La vida continúa para quienes te acompañaron y lo que atesoraste mientras eras un pasajero más en el vagón se dispersa, pasa a otras manos que no le darán el valor sentimental que tenían para ti.

Cerramos un circulo que se abrió en el mismo instante de la concepción hasta la partida, con un ingrediente común, las lágrimas, solo que en diferentes estadíos sentimentales, el inicial de alegría, el final de abandono.

Nos marchamos, como el humo que se disipa por la fuerza del viento, pero que tiene la propiedad de escapar a la gravedad.

Como el oxígeno que alimenta a nuestros pulmones cuando ellos dejan de funcionar.

Polvo del polvo que regresa y se va diluyendo en el tiempo, dejando una estela que como huellas en la playa van borrándose con la marea,

Nos marchamos, dejamos de sufrir y vivir, porque son ecuaciones siamesas que no pueden separarse y que como consumados masoquistas disfrutamos y extrañamos.

Queda de nosotros estelas clavadas en algunos corazones que perpetúan el amor que profesamos y nos llevan a transitar el largo camino de ser fantasmas presenciales que reviven cuando alguna impronta nos asocia a ella.

Nos marchamos, definitivamente, a medida que el tiempo y la muerte van reclutando a quienes compartieron los momentos que permanecimos con ellos y resucitamos, esporádicamente, como flashes que explotan cuando alguien se interesa en saber quiénes fuimos por lo que dejamos para la posteridad.

Nos marchamos, es inevitable, infalible y tan real como el hecho que ahora estemos acá, sin saber que el mañana vendrá.



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