Momento Perfecto (Relato)

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Se maquilla meticulosamente mirándose en el espejo de la habitación del hotel.
Ha aprendido el arte de verse bella y resaltar sus atributos tras una larga estadía como vendedora y ahora gerente en una famosa empresa que comercializa cosméticos y artículos para resaltar la belleza femenina.

Se encuentra a más de trescientos kilómetros del lugar donde habita con su familia, conformada por un esposo ejemplar y dos niños.

Aprovechando el fin de semana se ha trasladado allí para estar presentes en el bautizo de un nuevo libro de su escritor favorito.

Su primer amor platónico cuando ella tenía solo quince años y era una adolecente introvertida y tímida.

Ahora a sus treinta su fisonomía ha cambiado radicalmente, la joven obesa de aspecto tosco es ahora una atractiva mujer que como el cuento del patito feo, tras su matrimonio y maternidad se ha transformado en un cisne que llama la atención y las miradas de los hombres, en muchas ocasiones con lascivia y deseo.

Coloca un labial rojo en sus gruesos labios y como el supervisor que evalúa minuciosamente la mercancía, desnuda ante el espejo, contempla su figura y está convenida, como el felino que ha visto su presa, que logrará atrapar la vista y la apetencia del sexagenario escritor, porque está allí para cumplir una fantasía de pubertad.

Nunca ha olvidado las horas que compartió con él, cuando era su profesor de literatura en la secundaria.

Era en ese entonces un atractivo caballero de cuarenta y más años, divorciado y con admiradoras, no solo por su aspecto físico, sino también por su inteligencia.

Sentía celos de las féminas que lo asediaban y según muchos rumores en el instituto, lograban sus favores románticos y sexuales, porque como todo escritor, ya que en ese entonces había publicado algunos libros con mediano éxito, su etiqueta de bohemio y liberal era vox populi.

De su mano comenzó a amar la literatura, a viajar a través de las historias que narraban los libros, a descubrir los secretos de la sensibilidad más allá de lo literal y a descifrar lo subjetivo.


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Como es lógico, él nunca la miró como mujer sino como alumna, triplicaba su edad y su atractivo no era comparable con el de las amigas o profesoras con quienes se juntaba.

Desde ese entonces imaginó poder tener la oportunidad de compartir su cama, hasta especuló con permanecer virgen para que fuera su primera experiencia sexual.

Pero la realidad es cruel con los sueños adolescentes y para su desgracia, al finalizar el año escolar se despidió de todos, ya que una editorial extranjera se había interesado en lo que escribía y lo había contratado para varios libros.

Lloró a solas en su cama, como si hubiera perdido a algún progenitor y su duelo se extendió por el tiempo que estuvo en la secundaria, luego llegó la universidad, nuevos retos y amigos, cambios fisionómicos y amores que terminaron cuando encontró a su actual esposo.

El éxito sonrió a su profesor de literatura y sus libros comenzaron a cruzar las fronteras de donde se encontraba.

En un primer momento estuvo reacia a leerlos pero al final cayó vencida ante el magnetismo de quien le enseñó muchas cosas, dado que fue su más adelantada discípula y hasta le auguró un futuro en el arte de escribir.

Ese año escribió algunas poesías, uno que otro cuento, pero su partida rompió el encanto y las musas la dejaron, quizás como represalia al amor no correspondido.

La tecnología logró contactarlos de nuevo desde hace dos años, ya que logró obtener la dirección de sus redes sociales cuando se hicieron públicas, producto de su éxito internacional, incluso su número telefónico y esporádicamente comenzó a escribirle a través del wasap un saludo o a mantener alguna conversación breve sobre una obra, fue la razón por la que se enteró, con más de un año de antelación, que volvería a su país en una fugaz visita a bautizar su próximo libro.

Desde ese momento comenzó su plan para atraparlo, aunque fuera por algunas horas, una venganza donde no habrá víctimas ni dolor.

Intensificó su comunicación y hasta logró resurgir a la adolescente escritora y plasmar en el papel versos tentadores que coqueteaban con el erotismo y la lujuria con una calidad propia de alguna poetisa renombrada en el género.

Llegó a comentarle que sus letras tenían un aire a los de Gioconda Belli y se sintió halagada, pero también de cierta forma contrariada por haber dejado las letras por tantos años.

A medida que pasaron los meses fue estrechando el cerco y de una admiradora pasó a ser una colega y a escribirse con sus nombres, sin el trato de cortesía, seudónimo o apellido, por delante, dejaron de ser Señor Puello, señorita Vanesa o Julieta Palacios y Peter Snow, para ser simplemente Vanessa y Pedro.

Pasaron de las conversaciones sobre literatura a cosas más cotidianas y personales, se enteró que estaba solo tras un cuarto matrimonio, que tenía cinco hijos y que no era feliz, pero asumía que su carrera era más importante que su vida.

Él por su parte supo que era casada, que tenía un par de descendientes, que aún estaban en su época de niñez, el mayor con apenas 7 años y que al contrario suyo, era feliz y hasta en una ocasión para conocer sus anatomías tuvieron una videollamada.


Fuente](https://pixabay.com/es/photos/pies-cama-sue%C3%B1o-enamorado-sexo-224680/)

Los años habían obrado de diferentes maneras en ambos, mientras que ella adquirió belleza y vitalidad, el encanto de él había dado paso a una vejez interesante pero lejos de ese atractivo que lo hizo un animal apetecido para el sexo femenino.

Al final pautaron verse el día del bautizo del libro y una cita para cenar posterior a esto.

Todas las cartas están sobre la mesa, por razones de matemáticas y de esa magia de la misma, quien antes la triplicaba en edad ahora solo la duplica.

Llegada la hora y las presentaciones, su sexto sentido le indicó que las feromonas habían logrado su objetivo y ese beso en la mejilla como señal de saludo, combinado con su perfume, atraparon su atención y deseo.

Sus senos, redondos y de regular tamaño, mostrados recatadamente fueron el punto donde clavó su mirada, de una manera disimulada pero que ella captó, como buena cazadora.

Durante el acto, no tan concurrido como debería ser, para alguien exitoso, estuvo sentada en primera fila, mostrándole sus muslos, gracias al vestido de gala que se había puesto, con una abertura atrevida en el costado derecho del mismo.

No era una ciudad grande por lo que terminaron cenando en el restaurante del hotel, donde ambos se habían hospedado, hecho del que se enteraron esa misma noche.

Le preguntó la razón de escoger ese lugar y librería y no la capital con su carga publicitaria y de medios y le respondió.

-Nací acá, tenía esa deuda con el papá del actual dueño, ya que fue el quien pagó la publicación de mi primer libro, cuando yo tenía solo veinte años.

A la cena le siguieron algunos tragos en el bar y también algunas piezas de baile.

Mientras danzaban, podía sentir su corazón palpitando a un ritmo donde la sístole y diástole del mismo parecían un tren a punto de desbocarse.

Sabía que como la araña a la mosca lo tenía atrapado y le extrañaba su pasividad, quizás había derribado sus esquemas y no conseguía reaccionar, tal vez por temor a no ser competente, dada la diferencia de edad.

De modo que en medio de una melodía romántica, como el felino más fiero, lo atacó, se posesionó de sus labios y sus lenguas iniciaron el camino hacia una noche de pasión, en la habitación de él.

Se emborrachó con su cuerpo, bebió de sus pechos, hizo gala de su experiencia ante el torbellino de la cronología y salió airoso y exhausto.

Ella bebió del elixir del pecado y también de haber podido cumplir el cometido de compartir la cama con su profesor de literatura, tal como lo imaginó cuando era adolescente.

Le dio un beso en la mejilla y se fue antes que él despertara.

Le dejó una pequeña nota en la mesita de noche.

“Ha sido maravilloso, lástima que no ocurrió quince años atrás cuando eras mi profesor de literatura, pero todo tiene su tiempo perfecto”

“Me despido para siempre, espero que lo comprendas, seguiré leyendo tus obras pero no volveré a contactarte ni escribirte por ningún medio”

Posó sus labios en el papel y los mismos quedaron impregnados en este.

Como buena cazadora, ya tenía todo preparado para la huida y mientras escucha música en el reproductor de su auto, sonríe con cierto aire de travesura.

 

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