Letras ajenas (Primera parte)

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El sonido del repique del celular interrumpe su repaso por las fotos de sus últimas vacaciones en un bucólico pueblo de los Balcanes.

Un escape solitario para desintoxicarse del smog de la ciudad y del trabajo agotador, que tuvo que hacer solo ya que los compromisos de su esposa le impidieron acompañarlo.

-Aló

-Buenos días, deseo comunicarme con Ronmel Salvatierra.

La voz es de una joven con un timbre suave, melodioso y de cierta forma sensual.

La imagina con el cabello rubio oxigenado, rostro juvenil, cuerpo delgado y ataviada con uniforme de empresa.

-Buen día, con él habla.

-Deme un segundo, le paso con el Sr Pereira.

Como esperando su respuesta el mencionado señor, del que nunca había escuchado su apellido le responde.

-Le hablo desde la Editorial Nuevo Horizonte, nuestro consejo editorial ha leído el manuscrito que nos ha enviado y ha quedado gratamente impresionado con el mismo, por lo que deseamos que pase con su agente literario, si posee, por nuestras oficinas o en caso contrario lo haga usted personalmente, acompañado de algún asesor legal de su confianza para discutir las condiciones de la publicación y distribución de su obra.

No recuerda haber enviado ningún manuscrito a alguna editorial, de hecho sus escritos esperan que decida seleccionarlos para intentar llevarlos al mercado, reposan en su blog, donde han recibido muy buena acogida pero considera que aún le falta madurar un poco más como escritor.

-¿De cuál manuscrito habla?

El hombre hace un breve silencio, tal vez extrañado de su pregunta y luego le responde.

-El recibido la semana pasada via email titulado “Manuscrito encontrado en un tren”

Algo sin dudas está errado, nadie ha tenido acceso a su laptop, lugar donde se encuentra la mencionada obra, además la misma no es suya, es una traducción hecha de un viejo cuaderno encontrado en un tren cuando viajaba entre dos pueblos de los Balcanes.

Recuerda que el mismo ya tenía las letras borrosas y estaba escrito en checo, por lo que fue toda una aventura, dado la libertad de la sintaxis de este idioma, el poder llevarlo al español, pero lo hizo lentamente mientras estuvo de vacaciones por el lugar y como todo un lingüista fue preguntando a los pueblerinos acerca de frases y oraciones que se le hacían complicadas.

Era o es, ya que lo conserva como un hallazgo valioso en su biblioteca, una especie de diario de un combatiente en ambas guerras mundiales, con la crudeza de la época y las acciones que en ella ocurrieron.

El nombre del protagonista y quien lo escribió no aparece, tal vez por el hecho que deseaba mantenerse como anónimo, de forma que si le hubiese sido encontrado simplemente podría decir que no era suyo.

Terminada la guerra, el hombre se refugió en alguno de los pueblos de la zona y debió extraviar su cuaderno en algún desplazamiento.

Lo extraño es que el mismo no haya sido encontrado por nadie, hasta que él, muchas décadas después viajó en el tren.

Una de las causas pudo ser que el mismo, que era de madera, fue cambiado por uno más nuevo y en el momento que lo tomó estaba haciendo una especie de suplencia a su predecesor porque este se dañó.

-Déjeme su número y lo llame luego.

Desea desenmascarar el misterio por el cual su traducción del manuscrito terminó en esa editorial.

Lo primero que le viene a la mente son los hackers, pero no ha escuchado de alguno tan dadivoso como para hacer esa buena obra.

Toma un café sentado en el jardín, hay una inusual brisa fría, a pesar que el invierno está lejano y la temporada de lluvias también.

Hace un análisis minucioso de los acontecimientos y llega a la conclusión que la única persona que pudo enviar el email es su esposa.

Ellos tienen una cuenta personal y una conjunta de correo electronico, de seguro lo hizo de la última, pero le extraña el hecho que no le comentara nada.

Mientras cenan aborda el tema.

Es directo, es uno de sus defectos.

-Me han llamado de una editorial acerca de la publicación de un libro que no envié. ¿Qué sabes de eso?

Ella lo mira entre asombrada y feliz, se levanta de su asiento yendo hasta el suyo abrazándolo, aunque él permanece sentado y dándole un beso en la mejilla.


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-Felicitaciones.

Inerte ante la reacción, cara a cara le responde.

-No me has respondido la pregunta.

Ella regresando a su asiento, toma un sorbo de jugo de naranja y le dice dulcemente.

-Fui yo, lo hice para sorprenderte. Leí un trozo de la historia en tu laptop y me pareció genial. Digna de ser publicada. Creo que es hora que pierdas el miedo a hacerlo.

Nunca ha tenido temor en publicar lo que escribe, solo que ha sido prudente para que la expectativa del resultado no esté tan distante de la realidad.

-El detalle amor –dice suavizando su estado de seriedad- es que ese manuscrito no lo escribí yo, solo lo traduje.

Terminada la cena, sentados en los sillones de la sala, le explica la historia acerca de este, lo busca en la biblioteca y se lo muestra.

Ella lo escucha con atención y llega a una conclusión lógica pero que no lo convence.

-Al traducirlo le diste tu estilo y tus palabras, lo hiciste tuyo.

 

Continuará...



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