La playa y el Castillo de Araya (Viajes)

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Como viejo guardián que cuida la bahía se levanta al sur de la población de Araya, los restos de lo que fue La Fortaleza de Santiago de León de Araya.

Un lugar donde se respiran viejas batallas contra los holandeses y que se niega a desaparecer a pesar de los embates del tiempo, la erosión y el salitre.

Lo conocí en 1974 cuando fuimos en vacaciones de familia, un reencuentro con las raíces de mi padre, quien nació y vivió los primeros 6 años de su vida en ese pueblo.

Tenía en ese entonces 18 años y me llamó la atención su estado de semi destrucción, por lo que pregunté y la información que me dieron fue que había sido destruido en la guerra entre los españoles y los piratas que llegaban al lugar para apoderarse de la sal.

Sin embargo, años después, investigando me enteré que esto no era del todo cierto, que quien lo destruyó o intentó hacerlo fueron los mismos españoles en 1762, tras abandonar la ocupación que durante 129 años tuvieron de la salina.

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Esta tarea fue encomendada a José Diguja Villagómez, quien era el gobernador de la provincia y el motivo de esto era lo oneroso que resultaba su funcionamiento.

De hecho, aunque se da como fecha de terminada su construcción en 1625, esta no se hizo como estaba estipulado en un principio y al final lo que debió ser algo más amplio terminó concluido con cuatro caras desiguales, dos de ellas mirando hacia el pueblo y la salina.

Tras ser medio destruido y abandonado, sufrió los embates de un terremoto ocurrido en 1684 y un huracán en 1725, sin embargo como un muñequito porfiado, su estructura de bloques de argamasa permanece exhibiendo una parte de la historia.

Por esos azares del destino terminé viviendo por un tiempo, años después, en Cumaná y las visitas a su playa eran comunes.

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Mi padre se jactaba de que esta era la mejor del país y una vez prometió a mi actual esposa que la llevaría a conocerla, lamentablemente falleció sin cumplir esto pero cuarenta años después de mi primera visita cumplí el encargo llevando a mi actual familia hasta el lugar.

Por no ser un destino turístico comercial o explotado, la playa, cristalina, salada y poco profunda por algunos metros, custodiada por la estructura del castillo, conserva esa magia de lo inexplorado y el encanto de lo natural, que deja sensaciones placenteras e inolvidables.

Es de temperatura fría de acuerdo a la hora, por lo que hay que lanzarse sin remilgos de una sola vez y ya adentro el cuerpo se va acostumbrando y relajando. A los pocos minutos ya uno se siente como parte integrante del ambiente.

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Por su parte, el castillo es un túnel de tiempo que causa viajes imaginarios en donde se intentan visualizar los momentos en los cuales se encontraba en su esplendor y hasta estar presentes en las batallas navales en los cuales fue protagonista.

Se accede a él por medio de unas escaleras, construidas para que el visitante tenga acceso a lo que queda de su estructura.

Desde allí se contempla todo el alrededor, el pueblo, la playa, la bahía y el horizonte, donde se divisa al frente y a lo lejos la ciudad de Cumana.

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Todas las fotos fueron tomadas en mi ultima visita al lugar.



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Me encantan las historias de nuestra historia. Precioso lugar que me encantaría recorrer algún día.
Un saludo @joseph1956.

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Como decimos acá, no perderías los cobres, esa playa es la segunda mejor del país, la primera está en la propia península y no es publica, está cerca de Laguna Chica y solo llegas por mar.

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