Chereche y las peleas de gallo (Relato)

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Arte Digital hecho por mi tomando como base esta imagen

 

Chereche sin lugar a dudas es el personaje más popular del lugar.

Su aparición dominical durante muchos años ha sido seguida por generaciones completas.

Descendiente de españoles, sus padres nativos de Cádiz plantaron sus pies en América y le dejaron como herencia la pasión innegable de las peleas de gallos, al igual que los conocimientos muy extensos del cuido y crianza de ellos.

Por eso es el gallero más victorioso de todos, el maestro y amigo, el rival a quien superar algunas veces ya que sus animales poseen la estirpe de los jerezanos.

El apodo es producto de algunas bromas cuando niño y lo ha identificado tanto que pocos conocen ya su verdadero nombre.

Hoy trae 3 gallos para la lucha, un zambo ganador de muchas peleas, de color rojizo, un pinto con dos victorias y un cenizo que debuta, y al que le tiene mucha confianza.

Uno de sus amigos y contrincantes de turno se le acerca.

-Te tengo un marañon que hará trizas a tu zambo, Chereche.

-En el redondel veremos.

-Si pierde te invito por toda la semana.

-Entonces, ve buscando dinero, porque ese zambo está como una hojilla.

-Y el mío como una navaja. Jajjaa

Mientras se reúnen como siguiendo un ritual cada uno de va sumando comentarios de toda índole al momento.

Cuando se da inicio a la fiesta, el redondel con sus tres hileras de asientos se encuentra completamente lleno e incluso hay un grupo al fondo de pie.

Las apuestas corren por el lugar y la palabra empeñada es suficiente garantía para hacerla efectiva.

Cada pelea dura media hora, si en ese tiempo algunos de los dos gallos no ha liquidado al otro entonces se declara tablas o empate.

Un silencio antecede al momento de inicio de cada pelea.

Luis y Chereche ocupan puestos continuos y entre bromas y bebidas comparten junto a los otros.

-Ese gallo de Luis es topetón Chereche, lo llaman Speedy González.

-La ultima vez saltó la talanquera.

-Eso creen ustedes, ya verán como arrastra al zambo ese, traje unas espuelas de carey que cuestan una fortuna, especialmente para hoy.

La ultima pelea es la de los dos amigos que gracias al boleo han tocado de ese modo.

Antes Chereche ha obtenido una victoria con el pinto y un empate con el cenizo.

Los armadores colocan las espuelas a los contendientes mientras sus entrenadores siguen desde la ventanilla el ritual acostumbrado.

Seguidamente son entregados al asistente del juez quien los carea revisando con el cepo que las armas tengan el largo permitido, seguidamente les limpia la garganta con una esponja húmeda por agua, le limpia las espuelas con un limón y los coloca en los cajones.

Se preparan los relojes mientras llueven las apuestas y las bebidas.

El zambo de Chereche es el favorito de todos, sus combates anteriores lo califican como un gallo valiente y de empuje.

El marañon de Luis también tiene victorias que le acreditan pero la mayoría de sus peleas las ha hecho fuera de la gallera donde se encuentra y pocos conocen de su temple y arrogancia.

La posta entre los dueños ha sido fijada en un cruce con algún padrote del criadero.

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La hora señalada llega y los cajones son quitados de los animales quienes se miran fijamente, levantan las plumas de sus cuellos y mueven sus alas retando al contendor.

Alrededor del redondel las caras enrojecidas por la pasión y el aupar a cualquiera de los animales es el canto de los asistentes y apostadores.

El zambo inicia un vuelo para dirigir sus espuelas a la humanidad del marañon pero este hace lo mismo, chocando ambos en el aire y cayendo armados en tierra.

Utiliza su pico buscando el oído del contrario y logra pinchar su cuello pero recibe la misma respuesta, un hilo de sangre brota de ambas heridas.

-Arriba marañon, dale duro – grita Luis casi en las orejas de Chereche.

El gallero suda de la emoción y con ojos desorbitados sigue el ritmo del combate.

Sabe que la herida producida en nada va a minar la resistencia de su zambo ya que cuando le corta las espuelas el percloruro no logra evitar que sangre y se encuentra acostumbrado a eso.

Ambos animales con la hidalguía natural de su estirpe continúan su dura labor de intentar eliminar al contrario.

Repetidos choques producen efectos mientras los minutos pasan y el volumen de los altavoces que representan las gargantas de los asistentes sigue su ascenso como el clímax de alguna obra clásica que representa.

Los matices de las plumas rojas y coloradas del zambo se confunden con las de color azulado del marañon, el pico del primero con el del segundo en un afán de conseguir los puntos clave para darle muerte a su contrario, los oídos o la arteria.

Un golpe de la espuela del zambo hace trastabillar al marañon que cae al piso del redondel, esto es seguido por los saltos de quienes apostaron al gallo de Chereche, mientras que otro más frenético baila moviendo sus caderas con frenesí.

-Ya es tuyo zambo, remátalo. -grita el gallero sabiendo que no es entendido por el animal.

Este llevado por su instinto intenta con el pico herir de muerte a su oponente pero este en una reacción que corrobora su valentía se levanta y ataca.

-¡Ese es mi gallo! – grita Luis.

Un sorbo de bebida refresca las gargantas de algunos espectadores, el bailarín frena su contoneo.

Los contrincantes dan vueltas con sus plumas levantadas buscando el momento oportuno.

El juez mira el reloj y comprueba que faltan pocos minutos.

Ambas aves se encuentran heridas y cansadas por la perdida de sangre y por lo duro de la lucha pero se mantienen alertas como si cuidasen su territorio del opositor, tal como lo hacen con sus gallinas, esto es para matar o morir sin miedo, con las patas bien puestas en la tierra, como buenos seguidores del dios Marte.

Unos de los 23 milímetros de la costosa espuela de carey del marañon se encaja en un ojo del zambo sacándoselo al instante.

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Arte Digital hecho por mi tomando como base esta imagen

Algunos rostros se arrugan.

Pero el gallo responde con un feroz ataque tal vez impulsado por el dolor que le representa la perdida de la visión de uno de sus ojos.

Chereche siente como si la herida le fuese producida a él.
Sea cual sea el resultado ya ha perdido a su ejemplar para las peleas para siempre.

Se enfrascan en una lucha más cercana dado la condición y sus picos explotan en la carne y plumas de su opositor.

La sangre va tiñendo los plumajes y salpicando a los más cercanos.

Sin dudas son dos grandes rivales.

El reloj detiene la pelea, el juez los separa y los dos galleros se hacen cargo de ellos, todavía con las plumas del cuello levantadas pidiendo mas pelea.

Gritos de desaprobación siguen a la acción ya que las apuestas han quedado descasadas por la decisión de tabla, las reglas son claras para ganar hay que matar y ambos están maltrechos pero vivos.

Muchos reclaman que le den el triunfo al marañon pero no existen términos medios en esto.

-Te felicito Chereche es un gran gallo.

Asiente con la cabeza.

Luis se le acerca y le abraza.

-¿Qué te pareció el marañon?

-Muy bueno amigo, ganará muchas peleas, es un demonio.

-Como ves he aprendido bastante, eres un gran maestro.

-Bueno, como buen perdedor te ofrezco los servicios de este padrote que tu gallo acaba de vencer, de seguro será tan fiero y valiente como él.

-Aceptado amigo, vamos a la casa a curar este par de gladiadores.

-Vamos.

El grupo de amigos de siempre les acompaña.

Como de costumbre tomarán algunas bebidas y disfrutarán de la pasión de criar gallos de pelea, todo un ritual heredado por generaciones.



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