Amor y sexo (Reflexión)

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Entre las miles de preguntas o respuestas que nos encontramos cuando abordamos el tema del amor, todas tienen lógica y se inclinan hacia un mismo nivel pero desde diferentes ángulos que no lo hacen desechable ni banal.

Si englobamos el amor entre parejas heterosexuales tenemos que el mismo es el compenetramiento perfecto entre cuerpo y alma, el equilibrio donde péndula el sentimiento haciéndose sublime y duradero, algo así como muchos dicen, la otra mitad que falta.

Pero bien, llevando esto a las realidades caemos entre la incógnita cierta de que el mismo puede ser una utopía, un camino siempre buscado pero encontrado solo en retazos.

Las influencias externas, la religión, el ritmo apresurado en que vivimos, la diferencia cultural en algunos casos, la moralidad, la monotonía y la costumbre son solo algunos de los muchos factores que atentan contra el axioma anteriormente referido.

El amor en muchos casos desaparece, en otros se va amoldando a las condiciones y se va actualizando al ritmo que le ponemos pero siempre va perdiendo algo de la esencia fundamental.

El siglo XX y XXI sin dudas siempre será visto como el punto inicial donde los enfoques lineales de la vida en pareja se han ramificado llevando incluso a extremos no convencionales dentro del abanico de posibilidades en que se encierra el cúmulo más primario de toda nuestra condición animal.

Nace socialmente en la época de rebeldía el amor libre, se intensifican los triángulos sentimentales, el adulterio pasa a ser cuestión de ambos, la desinhibición toca las fronteras del misticismo occidental equiparándose en algo al milenario oriental, los contactos sexuales son cada vez más comunes y comienzan a más temprana edad, la pornografía llega a las aulas de clases y a la televisión domestica, los filmes cinematográficos tocan mas a menudo y continuamente los contactos íntimos, la globalización de las comunicaciones convierten al mercado de la Prostitución en un círculo más amplio de intereses y sumado a esto la aceptación y difusión del homosexualismo de ambos sexos, la aceptación de matrimonios entre personas del mismo genero y el amor virtual.


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Todo tiene su base en algo sumamente sencillo y para comprenderlo debemos ante que todo buscar los extremos para analizarlos.

Hablamos de amor como fusión de alma y cuerpo.

El amor donde esa fusión no se conjuga y solo toma uno de los dos extremos representa el límite del mismo, por lo que por un lado tenemos el amor platónico, que se manifiesta con la subliminizacion del sentimiento sin llegar a invadir los predios del contacto carnal.

Ese que es volátil y hermoso porque no comparte los placeres íntimos ni se enfrenta a las circunstancias que el entorno o la sociedad imponen.

El amor de alma, de nubes y de cielos siempre limpios porque la crueldad de la realidad no lo toca, el amor de Don Quijote y Dulcinea.

En el otro borde tenemos el amor pasional que explota en la piel sin importarle que va dejando retazos de alma en su carrera frenética hacia el éxtasis que produce el sexo, el amor de cuerpo que es tan efímero como los momentos lo imponen y que muchas veces se hace necesidad y va torturando los caminos hacia los logros más elementales que la condición humana necesita, es ese que nos emborracha y lleva a los placeres mas profundos de la capacidad física, el amor de Henry Miller y Anais Nin.

Ninguno de ellos son los más comunes pero nos sirven como representativos.

Buscamos muchos factores que nuestra educación o capacidad han idealizado, una mezcla de aptitudes y potencialidades que lo convierten en una ilusión, un ser capaz de amar, comprender, respetar, valorizar y apoyar los distintos cambios que la situación va imponiendo y en esa búsqueda vamos adquiriendo la experiencia y viviendo los desengaños que la complicidad del sentimiento va fabricando, haciéndonos en muchos casos dudar sobre la convicción que la vida en pareja significa.

La mayoría acaba quemando años con una o varias parejas sin llegar a estabilizar una unión para toda la vida, mas no por eso va desechando su caudal amatorio o sedentario sino que es el típico rebelde moderno o el desadaptado de una sociedad que le agobia, tanto hombre o mujer.

Otros por el contrario prefieren llevar por mucho tiempo una relación que le da status o lo coloca dentro de un grupo representativo de una mayoría que en muchos casos prefieren la multiplicidad de vidas paralelas para llenar los vacíos que su relación le va dejando.


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Como dice por allí una canción “Se puede amar a mas de una persona a la vez y no estar locos”, esto ocurre ya que la conjunción de esas experiencias dan como resultado el descubrimiento de lo que andamos buscando, solo que en diferentes puntos y personas, que nos va creando la angustia de la infidelidad o el misterio del peligro.

Decir que Amor es igual a sexo, o sexo igual a amor es crearnos una ecuación sin resultado y asegurarnos que el sentimiento o la espiritualidad en ambos casos no exista, igualmente es caer en el error de pensar que el acto carnal es un deporte común.

Dos personas que se aman pueden conjugarse para obtener resultados satisfactorios en la cama como también para obtenerlos decepcionantes, ya que la experiencia y la disposición desinhibida es fundamental así como también la comprensión que no lleve a la monotonía.

Se dan casos cada vez más comunes donde las parejas son felices estando separadas socialmente pero compartiendo la cama porque los factores sociales no las alcanzan, así como también caso contrario.

Cualquier relación efímera o duradera entre una pareja contiene elementos que serán mayor o menormente espirituales dependiendo del grado de entrega con que sea asumido.

Cuando consigamos la formula para que los factores sociales y circunstanciales, así como también los tiempos de entrega se conjuguen, habremos descubierto la base perdida que a la utopía del amor le hace falta.



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Interesante post que transmite una concepción integral del amor, ya que éste no abarca sólo y simplemente el cuerpo y sino también mente y espíritu.

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