Otra vez pesadillas - Relato

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Maquillo, en automático, mis ojeras para ir al trabajo; tomo mi taza de café concentrado y rezo porque sea un día tranquilo. He perdido la cuenta de los días que llevo sin dormir. No se lo he contado nadie, pensarían que estoy loca.

Voy en autobús, y no se imaginan la concentración que requiero para no pasarme la parada; en realidad para hacer cualquier cosa. Los clientes se quejan constantemente de mí, de que deben repetir varias veces sus pedidos. Ya no soy la que era, ya parezco un fantasma.

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Las pesadillas vienen cada noche, en ellas una sombra repta por mi piel. Es como una niebla negra y espesa, fría y aterradora; se filtra por mis poros y me quema por dentro, me quema las entrañas; una risa macabra hace temblar mis huesos. Esa no es la peor parte; lo peor es que despierto gritando, sudorosa y temblando, o al menos creo despertar, pero ahí está la sombra de nuevo; flotando sobre mí y esperando. Aún es un sueño.

Los miedos fueron creciendo con los días, distinguir la realidad se me hacía complicado. Descubrí que si solo duermo unos minutos la sombra no me alcanza. Perfeccionar el método fue complicado: dos horas es el umbral seguro; un par de despertadores son mis guardianes (no confío en solo uno). Esta rutina me está pasando factura, ya no soy la de antes.

No sé, hoy me siento algo extraña; me parece que al mundo lo cubre una niebla, que se desdibuja por momentos. Empiezo a temer no haber despertado, se me enfría el cuerpo.

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Unos clientes me hablan, me sacan de mis pensamientos, pero algo me pesa en el estómago; un amargo presentimiento, una duda que aún flota.

Vuelvo del depósito cargada con unas cajas, entonces lo veo; es la oscuridad que visita mis sueños, la veo deslizándose por un rincón, la veo de reojo y tiemblo. Pero al mirar de nuevo ya no está. Quizá la falta de sueño me está jugando una mala pasada.

Paso el día en alerta, temblando y a la espectativas; siento el cansancio pesar sobre mis hombros, pero ya no la veo en todo el día. Cuando creo que quizá debo relajarme veo la sobra moverse sobre mis pies, intento escapar y tropiezo. Es un desastre, cientos de cosas vuelan por el aire; escucho la risa de mis compañeros amortiguada por los latidos de mi corazón. Ya no veo la sombra, pero estoy paralizada. Entre todas las risas del salón puedo escucharla: ronca, pesada, maliciosa; creo que mi corazón va a detenerse, el aire escapa de mí mientras miro los ojos negros que me observan, mientras escucho brotar de aquel hombre desconocido la risa de mis pesadillas.

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Fotografías de mi propiedad tomadas con teléfono redmi 9a y editadas en Snapseed.


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