Celebrando la amistad

Desde niño aprendí el valor de la amistad, en mi casa crecí escuchando historias sobre los amigos de papá y era frecuente hacer visitas a las amigas de mamá. Ese círculo de amigos no es que fuese muy amplio, en realidad creo que eran pocos, quizá solo los necesarios, no recuerdo bien; pocos o muchos lo importante es que yo podía percibir con ellos una manera de Ser, fraternal.

He tenido la fortuna de tener amistades con las que he compartido durante mucho tiempo, personas que siempre han estado allí independiente de las circunstancias. Esas relaciones han resistido el paso del tiempo, los cambios de parejas, las crisis económicos y todas las sorpresas con la que uno se topa a lo largo de la vida.

Hoy la visita de uno de esos grandes amigos transformó mi día de ordinario a especial, tenía tiempo que no lo veía debido al aislamiento impuesto por la pandemia.

A Fabián lo conocí cuando él era adolescente, en ese tiempo yo era su profesor en segundo año de bachillerato, de eso han transcurrido ya unos cuarenta años. Por aquella época ni él ni yo sabíamos que íbamos a ser amigos por el resto del tiempo. Pero aquella relación maestro-alumno fue trascendiendo los límites del aula y se convirtió en una gran amistad.

Hubo muchos años en que le perdí la pista, no tenía idea de por dónde podía estar, pero de pronto él siempre se las ingeniaba para conseguirme y ponerme al día del avance de sus proyectos personales. Paso a paso él fue haciendo su vida y yo la mía; yo seguí con mi carrera como profesor y él se hizo médico. Al establecerse como profesional de la medicina nuestro contacto se hizo más cercano, él por voluntad propia y como una gran muestra de su generosidad y valía personal decidió ser mi médico de cabecera, siempre está pendiente de mí, y nunca ha permitido que le pague ni un centavo por sus honorarios profesionales.

Nuestra amistad ha conservado mucho de aquella relación maestro-alumno, en cierto modo Fabián decidió ser una especie de pupilo. Desde los años del liceo supo que podía contar conmigo para canalizar sus inquietudes intelectuales y espirituales.

Aún siendo muy niño me pedía orientación sobre cuáles lecturas debía realizar y siempre le pareció muy divertido retarme con todo lo que iba aprendiendo, de sus brillantes observaciones yo también he aprendido mucho.

Una costumbre que hemos mantenido hasta el día de hoy es compartir nuestras lecturas, con esos intercambios intelectuales hemos alimentado buena parte de nuestro camino espiritual. Ahora discutimos los textos que leemos en el Kindle.

Es un gran regalo de la vida poder cultivar una amistad como la que tenemos Fabián y yo. Para los dos ha sido un gran motivo de orgullo poder mostrarles a nuestros hijos el valor de una amistad que se ha sostenido desde antes que ellos nacieran. Creo que ese ejemplo es uno de los mejores legados que podemos dejar a nuestras descendencias.

Larga vida a la amistad.

Gracias por tu tiempo.

Todos tus comentarios son bienvenidos en este sitio. Los leeré con gusto y dedicación.

Hasta una próxima entrega. Gracias.

Las fotos, la edición digital y los Gifs son de mi autoría.