Por un amigo… Cuento / Contenido Original de Germán Theatror Zerpa

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Por un amigo… Autoría Germán Theatror Zerpa

Prólogo

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Imagen de mi autoría

Como actor de teatro, una de las dedicaciones que he tenido en este arte es la oratoria. La experiencia que adquirí en el arte de actuar me ha facilitado esta tendencia. Nunca la he llevado a nivel de concursos o prácticas parecida. Las he realizado en reuniones de amigos, familiares, de trabajo y una que otra vez en fiestas o eventos para cubrir alguna vacante de otros artistas o grupos musicales.

Las primeras veces que participé como espectador este arte llenó un vacío en mi, llevándome a tomar cursos de dramaturgias para elaborar mis propios cuentos. Estos cursos, generalmente intensivos de pocas duraciones, me dieron un leve conocimiento sobre la dramaturgia. Menciono esto ya que no es igual la interrelación o narración oral de un cuento que la presentación escrita del mismo. El primero puede modificarse sobre la marcha con improvisaciones o matices de narración dependiendo de la captación positiva del público escucha. El segundo caso esta es una experiencia relativamente nueva para mí. La dramaturgia o arte de relatar cuento por medio de la palabra escrita es un mundo que apenas comienzo a explorar. No quiero con esto justificarme, solo aclarar que quizás no tenga en ustedes, quienes leen esto, la intensidad que he recibido con el cuento oral. Espero que sean pacientes y sepan tomar en cuenta esto a la hora de juzgar. Este cuento está dividido en varias partes para no extenderles el tiempo de lectura a ustedes y que sea tedioso. Por lo demás muchas gracias y espero lo disfruten.

Germán Theatror Zerpa

Aquella noche era oscura. Solo iluminaba con los relámpagos que parecían que romperían el cielo que sin estrellas ni luna cubría la sabana de los llanos barinenses. Aquellas gotas de agua que caían cada vez eran más grandes y golpeaban con cada vez más fuerza la madera de las paredes y techo del potrero donde se encontraban.
Allí estaban el doctor Pedro Mosquera, médico veterinario encargado de la salud de todos los animales de criadero “La Esperanza”, lugar donde se dedicaban a la cría y venta de Toros Bravos utilizados para las corridas de toros tanto en el país como en el exterior, propiedad de Don José de Las Cuevas, quien con mucha preocupación acompañaba al doctor. Junto a ellos estaban Juan María, caporal del criadero y Felipe y Julio, peones que decidieron apoyar a sus patrones en la llegada del crio.
En el piso se hallaba sobre el pasto Azucena la vaca que estaba a punto de parir. Se había complicado la paria del animal y esto junto al aguacero que caía que dejo sin energía eléctrica al criadero, habían complicado la noche que horas antes se planeaba como una noche normal en el criadero.

  • La cosa va complicada
    Dice el doctor a Don José

  • La madre es muy estrecha y me temo que o es ella o es el ternero. Usted decide.
    Don José se toma la cabeza con las dos manos y empieza a caminar en círculo pensando que hacer. Todos los presentes lo observaban siguiendo el recorrido con la vista. De repente Don José se detiene gira hacia donde este Juan María el capataz y le pregunta:

  • ¿Qué harías tu Juan María?
    Juan María viendo fijamente a Don José le comenta

  • Bueno Don José si entendí bien acá al doctor, si salvamos a la vaca y sacrificamos a la cría hay muchas posibilidades de que más adelante se muera la vaca o no produzca más. Si sacrificamos la vaca y salvamos a la cría tendríamos más chance de perder menos
    Don José gira la mirada hacia el doctor Pedro

  • ¿Qué cree doc?

  • Que Juan María tiene razón. Hay que sacrificar a la madre. Es lo más lógico y práctico. Ella ya hizo el trabajo de llevar a esta cría en su vientre. El problema es ¿Quién se va a encargar del ternero cuando nazca?
    En ese momento en el cobertizo del establo se escuchan unos pasos a tropel. Con bruscos movimientos baja las escaleras aquel niño de 12 años que estaba escondido viendo todo el proceso por el que pasaba la vaca Azucena, Sigue corriendo hasta donde esta Don José, su padre. De piel mestiza el Hijo de Don José, nombrado por tradición José igual que el padre, es llamado Joseíto para crear la diferencia. Su madre era una mujer nigeriana que conoció el papa en Francia cuando su época de joven, por el año 1968, poco antes de que decidiera dejar España y mudarse a Venezuela. Se enamoraron perdidamente. Joseíto era el único hijo de la pareja.

Lo abraza con fuerza mientras con sollozo decía

  • Yo me hago responsable del ternero papa. Cuando nazca yo lo cuidaré
    Don José sorprendido por la presencia del muchacho, lo separa levemente de él y lo interroga.
  • ¿Y desde cuando tú eres espía para que estés escondido viendo lo que está pasando aquí? A ver contesta.
    Don José se agacha frente al muchacho y le limpia las lágrimas de los ojos. Este sigue sollozando, sin poder hablar, ni dar respuesta.
  • Sabes que no es fácil asumir la responsabilidad de cosas que pueden estar más allá del alcance de uno. ¡Que te digo generalmente con respecto a asumir cosas que quizás no puedas cumplir?
    Entre lágrimas Joseíto responde
  • Que cuando uno es responsable no debe asumir cosas que no sabe que pueda cumplir. Pero estoy seguro que puedo con esto papa. Seguro que podre cuidarlo y alimentarlo. Además el me recuerda a mí de pequeño. Yo también perdí a mi mami cuando nací.
    Don José se encogió de hombros. Abrazó al Joseíto con firmeza. El Doctor Pedro, Juan María, Felipe y Julio. Se quedaron en silencio observando la escena de padre e hijo.
    La madre de Joseíto al llegar a Venezuela se enfermó extrañamente y durante el embarazo se complicó su salud. El día que pario a Joseíto lamentablemente ella murió en el parto. Esto hizo que Don José asumiera él solo la crianza de su hijo. Cumpliendo la promesa que hiciera a su esposa en el lecho de muerte.
    Don José entristeció al escuchar hablar al niño sobre su madre. Él sabe que no lo hizo como modo de manipular la respuesta de su padre. Lo hizo porque se sintió identificado por el momento. Deja de abrazarlo y mirándolo a los ojos, lo interroga
  • ¿Estás seguro de poder llevar esta responsabilidad?
    El muchacho, en silencio, asiente con la cabeza. Un profundo suspiro emana del cuerpo del papá. Sin quitarle la vista de los ojos de si hijo, le dice
  • Espero no equivocarme con esto… ¿Sabes que te estás haciendo responsable delante de mí, del Doctor, de Juan María, Felipe y Julio? Sabes que si no lo haces bien quedarás mal delante de todos nosotros?
    Joseíto emocionado, soltándose del papa y mientras se seca las lágrimas del rostro, asiente con su cabeza sin poder emitir una palabra. Acto seguido abraza fuertemente a su padre mientras le dice
  • No te vas a arrepentir papa. Ya verás que lo pode hacer. Además el Doctor, Juan María, Felipe y Julio me ayudarán.
    Todos ríen sorprendidos al ver que ya son parte del plan de Joseíto para criar al becerro que está por nacer.
  • Si no es porque estoy acá y sé que no puede ser de otra manera, juraría que hasta esto lo planeo junto a ustedes.
    Palabras de Don José que no podía creer como Joseito involucró a todos los presentes en sus planes.
  • Bueno ahora hay que ayudar a Azucena a que haga nacer al becerro.
    Con esas palabras empezó el Doctor Pedro a dar órdenes para la preparación de la vaca y así poder hacer una cesaría de emergencia al animal para que pudiera nacer el becerro.
    La noche siguió avanzando al igual que la lluvia que azotaba el establo. Ya a las antorchas les quedaba poca luz. Ya casi de madrugada y por fin el doctor Pedro sale de donde tienen a Azucena. Felipe y Julio, quienes estaban sentados en él piso, se ponen de pie al verlo. El doc. con un gesto de cansancio coloca su brazo derecho sobre el hombro de Felipe y le comenta.
  • Estuvo rudo pero todo salió como se esperaba. El becerro está bien. Nació sano, Julio por qué no vas a despertar a Don José y le dices que todo está listo.
    Acto seguido sale al trote Julio hacia el final del establo donde se encontraba Don José sentado en el suelo, recostado de una de las pareces del establo. Durmiendo, con Joseíto haciendo lo mismo sobre las piernas del papa.
    Acercándose con sigilo a padre e hijo Julio llama a Don José.
  • Don José… Patrón… Despierte
    Don José abre sus ojos y luego de enfocar a Julio este le pregunta.
  • Dime Julio ¿Qué paso? ¿Cómo va la cuestión?
    Al sentir el movimiento y las voces Joseíto se despierta exaltado
  • ¿Qué paso papa? ¿Qué paso?
    Don José le hace un cariño con las manos en el cabello del muchacho. Lo mueve de sus piernas ayudándolo a levantarse para luego incorporarse él.
  • Patrón ya el doc. dice que todo está listo. Que valla para allá.
    Contesta Julio quien es atropellado por el muchacho que sale en carrera hacia donde está el doctor y la vaca Azucena.
  • Con cuidado Joseíto, con cuidado. Casi matas a Julio con esas carreras. Cuidado
    Mientras Don José le gritaba eso a su hijo, este iba en carrera llevándose todo por delante, tobos, cepillos de barrer y otras cosas más que estaban tiradas en el establo. Casi cayendo al suelo en un par de oportunidades al sortear los obstáculos en su camino, A los pocos metros llega donde está el Doctor Pedro junto a Felipe y Juan María que había salido de donde estaba Azucena.
  • Épale mocoso!
    Comenta el Doctor Pedro. Y tomándolo del brazo lo hace detenerse mientras le dice.
  • Mira que soy médico de animales. Si te das un buen golpe no podré ayudarte. Así que con calma.
    Ya estático Joseíto, el doc. le sacude la ropa con una manta que tenía en la mano para quitarle la paja que traía en la misma. En ese momento llegan a donde están ellos Don José y Julio. Ya en el sitio Don José interroga al doctor.
  • Dígame doc. ¿Cómo salió todo?
  • Bueno Don Julio, todo salió como se esperaba.
    Contesto el doc. Y prosiguió
  • Tiene ya en su inventario un becerro más. Fuerte y sano. Lamentablemente… paso con la vaca lo que habíamos vaticinado. No aguantó la cesarea. Pero eso lo sabíamos. Ahora toca esperar a ver cómo reacciona el becerro. Estas 24 horas son importantes. Hay que hacerlo comer, si lo hace bueno aumenta las posibilidades.
    Voltea hacia donde está Joseíto y le pregunta
  • ¿Lo quieres ver?

Joseíto con cara de expectativa y con una gran sonrisa en su rostro asiente con la cabeza sin decir palabra.
Entran al quirófano improvisado con telas que habían hecho para la cesarea. Allí estaba la vaca Azucena agonizando y entre sus ubres estaba el becerro. Un animalito negro como la noche. Pequeño, de una delicadeza grandísima.
Joseíto al verlo hace el desmán de acercarse pero el papa o detiene. En ese momento entra Juan María con un balde de agua y un trapo para limpiar al becerro.

  • ¿Me ayudas Joseíto?
    Le pregunta Juan María al muchacho. Este emocionado sin palabras le asienta con la cabeza. Juan María le entrega el balde. Acto seguido los dos se acercan al becerro y se agachan justo al lado del mismo.
    Juan María introduce el trapo limpio al agua. Lo humedece y luego se lo entrega a Joseíto.
  • Con suma delicadeza le vas a pasar el trapo al becerro. Le vamos a dar un baño para quitarle ese sucio que trae.
    Poco a poco y siguiendo las instrucciones del caporal, Joseíto comienza a limpiar al becerro. Emocionado este continua la labor mientras es supervisado por Juan María. Don Juan y el doc. ven como el muchacho se desempeña con el animal.
  • Buen trabajo hace el muchacho.
    Comenta el doctor Pedro y prosigue
  • Del tal palo tal astilla. Ese muchacho como que lleva la crianza y cuidado de animales en la sangre. Hijo de usted Don José.
    Ambos se ven y sonríen.
  • Ya vuelvo Don José
    Sale el doctor de la carpa improvisada. Entran Julio y Felipe. Ven el trabajo que hace Joseíto con el becerro. Felipe se dirige a Joseíto y le pregunta.
  • ¿Joseíto y ya le tienes nombre a la cría?
    El niño deja de darle el baño al becerro y le contesta al peón
  • Si. Le llamaremos Pepe que es igual a José que es mi nombre.
    Todos ríen al escuchar al muchacho bautizar al becerro. Don José tomando un tono más serio le comenta.
  • Bueno ya tiene nombre. Ahora dedícate a bañarlo bien para que ese animal pueda descansar. A sido una noche larga para todos y bueno imagino que no irás a clases por la desvelada que te echaste ya.
    Joseíto estaba cursando el último año de la primaria donde había demostrado bastante inteligencia en los estudios y que era muy dedicado a los mismos. A pesar de eso él quería seguir los pasos de su padre el cual no estaba de acuerdo. Don José nunca quiso esa vida de criar animales para la matanza. Ese negocio era heredado de su padre y él no quería esa vida para él. La temprana muerte de su esposa y el hecho de que el padre lo obligó prácticamente a seguir sus pasos, lo habían llevado a encargarse del negocio cuando su padre dejó de existir. Él siempre pensó en que su hijo debería seguir un camino diferente a él en cuanto a tipo de trabajo para ganarse la vida. De allí que le inculcara los estudios como base de formación de la vida del niño.
    Emocionado Joseíto seguía las instrucciones de Juan María en cuanto al baño que le daba a Pepe. Siguió su labor hasta que terminó la faena.
    En ese instante entró al lugar el doctor Pedro con una mamila.
  • Acá está esto. A ver si funciona para que el becerro se alimente.
    Camina hacia donde está Joseíto y se la entrega.
  • Pepe doctor. Le llamaremos Pepe.

El doctor sonríe mientras Joseíto agarra el biberón

  • ¡Ah es que el animal ya está bautizado¡ No veo al cura pero imagino que no hará falta. Bueno con esto vas a alimentar a Pepe. Eso sí con paciencia. A él no se le puede explicar cómo tomar de allí. Es por instinto.
    Joseíto lleva a la boca de Pepe el biberón pero este lo rechaza una y otra vez. El muchacho un poco nervioso y desesperado intenta obligar al animal a tomar la leche.
  • Por eso te dije con paciencia. Él no sabe. Debes dejar que la naturaleza poco a poco le haga entender que es su forma de alimentarse. Es biberón no tiene el olor y el calor de la ubre de la mamá. Así que con paciencia.
    Joseíto baja un poco la intensidad de obligar a Pepe a tomar la leche del biberón. Al cabo de un rato desiste y queda de rodilla frente al animal. Luego de pensar un poco. Se separa de Pepe y se dirige a Azucena. Restriega el biberón en la ubre de la madre. Acto seguido se vuelve a acercar al becerro y le coloca el biberón cerca de la nariz. A los pocos minutos Pepe comienza a oler el biberón y en unos minutos después empieza a tomar la leche del mismo.
    Joseíto se emociona y voltea a ver a su papa. Este emocionado de ver como resolvió el problema su hijo, suspira y le da una palmada en la espalda al doctor y con evidente orgullo le comenta
  • Tiene razón doc. de tal palo tal astilla. La inteligencia, gracias a Dios si se hereda.
    Todos ríen y comienzan a salir del quirófano improvisado. De último sale Don José. Este se gira a ver a su hijo y le pregunta
  • Te quedas Joseíto
    El muchacho emocionado le contesta al papa.
  • Si papa. Voy a terminar de alimentar a Pepe. En lo que termine voy con ustedes.
    Don José le asiente con la cabeza y sale del lugar. Una vez afuera hablan todos entre sí. Don José le pregunta algo preocupado al doctor.
  • Doc. usted cree que el becerro viva. Me preocupa que no lo haga y que el muchacho sufra por eso. Apenas acaba de nacer y ya le tomo cariño. No quiero que sufra si el animal se muere.
  • Tranquilo Don José.
    Responde el Doctor
  • Lo más difícil era que el animalito comiera y valla que su hijo hizo que lo hiciera rápido. Solo hay que alimentarlo a sus horas y estar pendiente de él. En pocos días estará el becerro de pie y de allí el cuidado normal que se le da a los animales con sus vitaminas, desparasitante y demás cosas. Como a los otros becerros que han nacido paca.

Don José, un poco más calmado con las palabras del doctor, da instrucciones al resto de los presentes.

  • Bueno Pedro, Felipe y Julio, lamentablemente Joseíto los metió en este berenjenal. Así que van a tener que ayudarlo con el becerro. Eso sí, no quiero que le quiten responsabilidades al muchacho. Apóyenlo, pero que sea él, el responsable. El asumió ese reto y debe cumplir con eso ahora.
    Todos asienten con una sonrisa.
  • Tranquilo patrón, acá estaremos para apoyar al patroncito. Déjenos eso a nosotros. ¿Cierto señores?
    Contesta Felipe dejando esa pregunta al aire al resto de sus compañeros.
  • Así es don José
    Contesta Julio
  • Felipe y yo, junto a Juan María apoyaremos al muchacho. Cuente con eso.
    Agrega Julio al comentario de Felipe. Todos alegres por el final de la jornada se dan la mano
  • Bueno que sea así. Doc. acompáñeme a la oficina que tenemos que hablar de negocios. Usted no está acá de gratis.
    Le dice Don José al Doctor. El doctor con notable cansancio le responde
  • Tranquilo Don José que para eso hay tiempo. No creo que esto se le olvide. Para pasado mañana cuando vuelva a venir a ver al becerro cuadramos cuentas por lo demás creo que debemos irnos a descansar. Ha sido una noche larga de de una zafra intensa. Vayámonos a descansar todos.

En verdad la cara de cansancio era notable en todos los presentes. Asintiendo Don José responde

  • Tiene razón doc. Deberíamos irnos todos a descansar. Juan María. Felipe, Julio. Tómense el día de hoy libre. Descansen y compartan con sus familias. Les robe la noche con esto y merecen descansar. Vallan nos vemos mañana acá. Si pasa algo Juan María lo hago llamar a su casa. Por lo demás gracias señores.
    Todos alegres de agradecimiento se despiden. El doctor se queda conversando con los trabajadores dándole una que otra instrucción de lo que deben hacer.
    Don José entra al quirófano para buscar a Joseíto. Una vez dentro ve aquel cuadro que lo hace suspirar y reflexionar de alegría. Joseíto dormido junto al Pepe. Los ve por un instante mientras dice en voz baja para sí mismo
  • Estos dos me darán dolores de cabeza.
    Sonriendo se acerca a Joseíto. Lo levanta en sus brazos. Ya el niño no es del peso de la última vez que lo cargo. Pero con un poco de esfuerzo logra el cometido. Lo abraza y en peso lo lleva hacia la casa. Una vez allí lo lleva a la habitación y lo recuesta en la cama de este. Le quita los zapatos, lo arropa y le da un beso de buenas noches en la frente.

Ya los gallos comienzan son sus cantos matutinos. Poco más de las 5 de la madrugada. Hora del ordeño de las vacas. La actividad del criadero “La Esperanza” ya está comenzando y el personal de la casa y del resto de la hacienda comienza sus labores. Don José apaga las luces del cuarto de Joseíto, sale del mismo y se dirige a su habitación a descansar.

Se descalza. Se recuesta en su cama y piensa.

  • Todo ha salido bien a pesar de lo malo. Mañana será otro día.
    Y cierra sus ojos para dormir y descansar.

Continuará...

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