Donde cantan los querubines // Protesta por los que no pueden hablar

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Encerrado en una pequeña cabina
A la que llaman confesionario
Yace de rodillas un niño
Al que le bajan lagrimas de los ojos tristes.

Tiene la boca llena y el corazón roto,
Mientras un adulto de piel arrugada
Reposa su asquerosa mano
Sobre la nuca del infante.

"Pórtate bien"
Le dice la voz del adulto
Y este sin poder protestar
Solo hace lo ordenado,
Sin nadie que lo defienda
Pues está en la casa de Dios
La que se supone que acoge a los niños sin hogar.

Nadie sabe lo que pasa
después de que la iglesia se vacía,
Y por la pequeña cabina
Desfila cada día un niño distinto.
Ellos le temen al padre,
El padre los desea a ellos.

¿Quien puede defenderlos en el velo de la oscuridad?
Aquellos que defienden la vida
No saben que la vida
A veces,
Es el infierno en la casa de Dios.
Le duele la mandíbula,
Siente asco en su lengua,
Tiene ganas de vomitar,
Pero sabe que si lo hace,
Será golpeado y castigado.

Tiene la leve esperanza,
De que si hace bien lo ordenado
Podrá irse sin ser tan profanado como otros días.
Las monjas callan en silencio.
Nadie habla de lo que sucede.

Sin embargo todas las mañanas los visten de blanco,
A cantar con su voz de querubines las canciones de Dios,
Y dónde reprochan y aborrecen el pecado,
Ese
Que hipócritamente practican a puertas cerradas.

Aún hay quienes no abren los ojos,
Y confían sus niños a la trata de infantes más grande de la
humanidad.
Ellos lloran sin ser escuchados,
Y todos fingen que nada pasa.
Prefieren ser ignorantes,
Seguir con el orden natural de un mundo podrido.

En dónde esta noche,
La inocencia de otro niño será arrebatada,
Mientras miramos a otro lado siendo distraídos por el
consumismo del sistema,
Ese que nos insta a tener sexo,
Reproducirnos
Y producir nueva carne fresca,
Para los reyes de las sombras
Que se visten de santos.

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